Artículos de Opinión | David A. Martín* | 24-05-2013 |
Ha llegado
la hora para aquellos estudiantes que accedimos al Préstamo Renta
Universidad durante el curso 2010/2011, aquel préstamo sin necesidad
aval y de bajos intereses que el ICO condecía para estudiar un
máster. Este mes terminan los dos años de carencia… y los ilusos que
accedimos al préstamo ese curso debemos empezar a devolverlo. Por narices. Da
igual que no tengamos trabajo ni dinero para comer.
La música
sonaba muy bien. Claro, se presupone que si te prestan dinero para estudiar un
master, en poco tiempo encontrarás un trabajo para poder devolverlo. Pero no
les voy a mentir: sabía lo que firmaba. Sabía que no era el chollo de años
anteriores. Sabía que se había acabado eso de olvidarse de la deuda si (con
suerte) la renta era inferior a los 22.000 euros anuales. Sabía que en 2013
debía empezar a pagar, sí o sí. Sin embargo, tenía un trabajo más o menos
decente y había buena expectativas.
Pero aquí
estamos. Ha llegado mayo de 2013 y soy un ex estudiante sin empleo y endeudado
hasta las cejas. Llevo casi dos años en paro. He invertido demasiado
tiempo en trabajar gratis y no he cotizado lo suficiente como para
recibir ninguna ayuda. Tengo 30 euros en mi cuenta corriente y algunos
céntimos en mi bolsillo. Duermo de sofá en sofá y rezo para que ninguno de
mis amigos termine mandándome al carajo por abusar de su caridad. Y por
supuesto, le debo unos cuantos miles de euros a nuestro sacrosanto ICO. Por
supuesto, el ICO se niega a ofrecer ninguna solución.
Ya he pasado
por todos los estados: negación, rabia, culpabilidad y aceptación.
Empecé con
la estrategia de ignorar el problema, mientras se acercaba el momento de convertirme en ex
estudiante endeudado. Daba igual que la agencia de comunicación donde trabajaba
acabara de quebrar (entre otras cosas, uno de sus clientes, el ICO, decidió
recortar en publicidad). ¡Seguro que un tipo listo como yo podía encontrar otro
trabajo! Tengo iniciativa, tengo creatividad… y ¡tengo un master! Hace unos
meses, cuando mi nivel de acojonamiento alcanzaba límites insospechados, decidí
dar la cara y comunicar al ICO que me iba a ser imposible empezar a devolver el
préstamo. “Que te lo pague tu familia” me dijo el señor ICO. ¿Y si mi
familia no puede o no quiere? ¿Debería vender un riñón? ¿Robar un banco? Porque
aquello de encontrar un trabajo legal en la España de los 6.200.000 parados
está bastante complicado, por si no se habían dado cuenta. Sobre todo si eres
joven y rondas los 30.
Así llegué
al momento de rabia. Rabia ante el ICO, que permanece inflexible, a pesar de tratarse de un préstamo estudiantil, de tratarse de una entidad estatal
y de vender muy bien el Préstamo Renta Universidad sobre el papel con frases
como “fomentar el incremento del nivel de educación de los ciudadanos como
uno de los requisitos imprescindibles para un desarrollo económico sostenible”.
Rabia ante aquellos políticos de 2011, supuestamente socialistas, a los que
se les llenó la boca de “becas”, “ayudas a la educación” y “apoyo a la
formación”, mientras recortaban y endurecían las condiciones como si los
estudiantes fuésemos a ser millonarios por estudiar otro maldito máster. Rabia
ante estos políticos de 2013, supuestamente populares, que apelan a la herencia
recibida mientras desayunan con una tasa de paro juvenil del 57%, conceden
ruedas de prensa en una televisión de plasma y se pasan sobres con dinero negro por debajo de la mesa. Los mismos
políticos que nos hicieron creer que éramos ricos, que nos dijeron que los
pisos estaban caros porque los españoles podían comprarlos, que nos dijeron
aquello de la Champions League de la economía mundial… y que ahora nos castigan
por haber vivido por encima de nuestras posibilidades.
Rabia ante
los medios de comunicación que nos bombardearon con el mensaje de que en
tiempos de crisis la solución es seguir formándose y especializarse. Ahora nos dicen que emigremos a
Alemania. Al parecer,
son bienvenidos los trabajadores cualificados. Pero no todos los trabajadores
cualificados hemos estudiado Ingeniería, Medicina o Enfermería.
Rabia ante
esta sociedad donde trabajan los abuelos mientras los jóvenes nos morimos de
asco en la cola del paro. Rabia ante esta sociedad donde cada uno va a lo suyo.
Rabia ante esta sociedad envidiosa que lapida el talento y ensalza la
corrupción.
Tardé un
poco más en llegar hasta la fase de culpabilidad. ¿Quién carajo me mandó a mí pedir
aquel préstamo? ¿Cómo fui tan estúpido como para pensar que iba a ser de los
pocos jóvenes afortunados en tener un trabajo? En 2011 me acababan de denegar
la beca. En abril, un par de meses antes de finalizar el curso, decidí acceder
al Préstamo Renta Universidad y seguir adelante. ¿Por qué no decidí dar
aquel curso por perdido y abandonar el máster? ¿Cómo no me di cuenta de que
tenía todas las papeletas para convertirme en futuro moroso?
Ahora estoy
en la fase de aceptación. Acepto que estoy endeudado hasta las cejas. Acepto
que no voy a poder pagar mi deuda con el ICO. Acepto que la única solución que
me darán es refinanciar mi deuda con otro préstamo, cuyos intereses serán mucho
más elevados. Acepto que tampoco podré pagar dicha deuda. Acepto que pasará el
tiempo se duplicará con unas maravillosas tasas judiciales. Acepto que, si
tengo suerte, soy el futuro propietario de una nómina embargada. Acepto que
mi futuro es negro. Acepto que si algún día consigo un trabajo, jamás será un
trabajo decente. Acepto que si tengo la suerte de no acabar durmiendo debajo
de un puente, jamás me jubilaré. Acepto que tengo todas las papeletas de
acabar durmiendo debajo de ese maldito puente.
Acepto que
soy joven… y que esto es España.
* David
Andrés Martín es Periodista
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