"Pasado
el tiempo, el investigador ha podido confirmar sus tesis"
Miércoles, 17 de diciembre de 2014
Por JULIO ANDRÉS CAPEY / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Desde
que el
director de Red Voltaire, el investigador,
periodista y activista político francés Thierry Meyssan, publicara su
texto La gran impostura, en el que defendía, entre otras hipótesis, que
no existía "ninguna prueba de que las 19 personas acusadas como
secuestradores aéreos estuviesen el 11 de septiembre de 2001 en
alguno de los 4 aviones", ni de "los testimonios de ex
miembros de al-Qaeda que se atribuyen la autoría de los atentados", no
le han faltado las descalificaciones más atroces de los insolentes y ufanos
plumíferos al servicio de las tesis atlantistas.
En España, una de las voces de ese coro la
entonó Joaquín Leguina Herrán, miembro del PSOE y primer presidente de
la comunidad autónoma de Madrid. En su afán por desacreditar, Leguina,
llegó a recurrir a la manida "técnica" de sacar de contexto, no ya
una frase, sino todo un texto y reducir toda una investigación a una sola hipótesis
que sirviera para realizar su propósito.
"Tras los atentados del 11 de
septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, un tal Thierry Meyssan publicó
un libro titulado "La gran impostura", en el que sostiene que este
atentado sólo puede haber sido cometido por militares norteamericanos Semejante
patraña se vendió como rosquillas y Meyssan debe estar ahora en las Bahamas,
sin acabar de contar el dinero que los multitudinarios y estúpidos lectores le
metieron en el bolsillo. Lo cual demuestra, una vez más, que una
explicación conspirativa tiene mucho más gancho que otra sostenida sobre la
lógica y la razón".
La "crítica de la razón pura"
de Leguina, deja fuera el resto de las tesis que sostiene el
investigador, porque estas se sostienen con evidencias abrumadoras y no sirven
para sustentar sus diatribas contra los planteamientos de Meyssan. De
esta forma, el político "socialista" evita que sus lectores puedan
pensar lógica y razonadamente.
Pues bien, pasado el tiempo y más allá de las
conclusiones que de una investigación puedan derivarse, Thierry Meyssan
ha podido confirmar las tesis principal de su libro.
"El reciente informe de la
comisión senatorial estadounidense sobre el programa secreto de torturas de la CIA
confirma de manera oficial -dice Meyssan- varias informaciones
que nosotros ya habíamos presentado a nuestros lectores y que contradicen e
invalidan los trabajos de los tanques pensantes atlantistas, de las
universidades y de la prensa desde el 11 de septiembre, tanto en lo tocante a
los atentados de 2001 como en lo que concierne a al-Qaeda".
"Como resultado de la publicación de los
fragmentos del informe - sigue diciendo Meyssan- queda demostrado que
todos los testimonios citados de la Comisión Presidencial Investigadora sobre
el 11 de Septiembre que vinculan a al-Qaeda con esos atentados son
falsos". Y agrega "ya no existe en este momento el menor
indicio que permita atribuirle esos atentados".
"A pesar de haber estudiado
detenidamente las 525 páginas del informe - continúa exponiendo el
investigador- estoy aún lejos de haber sacado de esos fragmentos toda la
información que puede obtenerse de ellos, ya que habrá que realizar numerosas
investigaciones para poder interpretar los párrafos mutilados por la censura.
No obstante, la información que ha podido
recabar Meyssan del pequeño fragmento desclasificado del informe inicial
es muy reveladora.
Si recordamos aquellos primeros días de
conmoción y saturación noticiosa acerca del ataque y sus responsables,
estaremos de acuerdo en que el gobierno de Estados Unidos, en tiempo récord,
tuvo identificados y con perfiles muy completos a los "responsables"
del abominable crimen.
Estados Unidos no tenía ninguna prueba contra
quienes señalaba como autores de los atentados, pero necesitaba mostrarlas.
La guerra contra el terrorismo en los más "oscuros rincones del
mundo" había que justificarla ante la opinión pública y en nombre de
la Doctrina de seguridad nacional.
Las "pruebas" se
presentaron al mundo a través de sus medios masivos de comunicación.
Muchas de ellas provenían de confesiones hechas por prisioneros incluidos en
una lista de terroristas que manejan los servicios de inteligencia y seguridad
norteamericanos de dudoso rigor probatorio, pues se basaron en vagas "sospechas
razonables".
Por otro lado, informes que se iban filtrando
señalaban, ya entonces, el uso de la tortura para lograr la confesión de los
prisioneros, algo que se vieron obligados a reconocer.
La tortura a los prisioneros -según se ha
dicho- estaría justificada. Según el ex presidente Bush Jr.,
porque "esos interrogatorios ayudaron a desbaratar planes para atacar
instalaciones de la diplomacia norteamericana y otros objetivos dentro de EE.UU.".
Pero el informe senatorial estudiado por Thierry
Meyssan muestra otra realidad.
En primer lugar -dice Meyssan- "el
informe en sí no trata sobre el vasto […] programa que dio lugar a los
secuestros de más de 80.000 personas en todo el mundo y al encierro de esos
secuestrados en 17 barcos estacionados en aguas […]. El texto se limita
al estudio de 119 casos de personas utilizadas como conejillos de Indias en la
realización de experimentos sicológicos en [la base naval estadounidense] de
Guantánamo y en unas 50 cárceles secretas, desde el año 2002 y hasta finales de
2009".
El investigador precisa, además, que
"las sesiones de condicionamiento se realizaban en estas cárceles bajo la
responsabilidad de "Alec Station", la unidad de la CIA a
cargo de la búsqueda de Osama Ben Laden.
El periodista sostiene que lo que discute el senado
de Estados Unidos no es si las confesiones son legalmente incorrectas por el
uso de la tortura. "Lo que expone es que la CIA no interrogó a
esos detenidos sino que los condicionó para que declararan sobre situaciones y
actos con los que no tenían nada que ver"- apunta el investigador
francés.
"En otras palabras, no sólo la CIA no
trató de saber si al-Qaeda estaba implicada o no en los atentados del 11 de
septiembre sino que su acción tuvo como único objetivo fabricar testimonios
falsos para "demostrar" falsamente una supuesta implicación de
al-Qaeda en los atentados del 11 de septiembre"- aclara.
El periodista nos dice, a manera de
conclusión, que si se reconoce que quienes supervisaron las secciones con los
prisioneros no "eran expertos en interrogatorios sino en
condicionamiento", se estaría confirmando que "ninguna de esas
"confesiones" permitió anticipar nada, lo que demuestra que la CIA
mintió al afirmar que habían permitido impedir otros atentados".
¿Quién es el mentiroso, el estúpido, el irracional y
el crédulo? ¿Meyssan con sus interpretaciones serias del informe
oficial norteamericano que cuestionan con ciencia y no con ficción, o Joaquín
Leguina y el resto de "analistas" que lo intentaron desacreditar?
Fuente: www.canarias-semanal.org
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