miércoles, 17 de diciembre de 2014

COMPROMISO HISTÓRICO POR UNA AMPLIA UNIDAD DE LAS IZQUIERDAS




nuevatribuna.es |Manel García Biel |  17 Diciembre 2014 - 14:29 h.
No hay duda que en el 2015 hay una prioridad social, acabar con la hegemonía del PP e instaurar una alternativa, que no una alternancia democrática de las izquierdas. La etapa del gobierno del PP ha sido la más regresiva de toda la etapa democrática de la sociedad española. Regresión económica y social y regresión democrática que ha traído a límites inimaginables e incompatibles muchos de ellos con el que se puede considerar socialmente aceptable. Desde la Reforma Laboral hasta la ley mordaza y toda la política de recortes no sólo sociales sino también de derechos han llevado al país a ser un ejemplo de desigualdad social. La crisis y las políticas realizadas han comportado una situación de empobrecimiento de la ciudadanía y a la vez un enriquecimiento de los sectores más privilegiados. Es el Gobierno que favorece “al 1% contra el 99%” de la población. Y para conseguir implantar esta política ha llevado a cabo una involución del conjunto de los derechos democráticos desde los derechos sociales y laborales más básicos hasta los propios derechos individuales, pasando por una lectura restrictiva de la propia Constitución.
La etapa del gobierno del PP ha sido la más regresiva de toda la etapa democrática de la sociedad española

Es para acabar con esta profunda regresión democrática y social que el 2015 tiene que ser el año en el cual la ciudadanía mediante el voto desde las elecciones municipales y autonómicas, hasta las generales liquide el actual estado de cosas. Una situación marcada por una profunda desafección social derivada de un gobierno y un partido totalmente vinculado con la corrupción y las prácticas corruptas.
2015 tiene que ser el año del punto y aparte. Y para conseguirlo es evidente que hace falta una alternativa democrática que acabe y remueva las políticas del PP y sus contrarreformas y a la vez plantee una nueva perspectiva basada en un cambio democrático y en una profundización de la democracia en todos sus aspectos, económico, social, territorial e institucional, para conseguir un país más justo, más limpio y más democrático, en definitiva un país más libre.
Pero conseguirlo no será tarea fácil. Hará falta un gran sentido de la POLITICA, en mayúsculas, por parte de todos los responsables de llevar a cabo esta alternativa. Hará falta un alto nivel de sentido político, por encima de los intereses partidistas a corto plazo, y grandes dosis de generosidad y carencia de sectarismo.
Para  hacer frente a lo que representa la política del PP, y todavía más la de sus inductores y mentores, como es la Comisión Europea y detrás de todo Merkel y los que anteponen los intereses económicos a los intereses de las sociedades, hará falta una alternativa que consiga un amplio y muy mayoritario apoyo social. Y esto es incompatible con estrategias partidistas que pongan los intereses de las organizaciones por encima de los de la ciudadanía.
Hace falta en primer lugar una fuerte alianza, UN FRENTE AMPLIO, o cómo se quiera denominar a la confluencia del conjunto de toda la izquierda alternativa y progresista.

Para conseguirlo hay que sumar a toda la gente que va desde la Izquierda Plural (IU, ICV, CHA, ANOVA) a Equo, Compromís y las diversas izquierdas existentes en el conjunto del Estado. Y también evidentemente a Podemos.
Esto comporta que por parte de toda la izquierda alternativa tradicional debe renunciarse a todo tipo de sectarismo, preponderancia y protagonismo de partido.
Y también hará falta que Podemos baje de su nube y sea capaz de entender que la “unidad popular” tiene que ser algo más que una consigna. Que no pueden hacer el cambio por sí solos. Y que precisa aliarse con sus aliados objetivos que están en las fuerzas de izquierda y de progreso. En caso contrario no hará más que actuar objetivamente en beneficio de la “casta” que dice querer combatir. Hace falta que Pablo Iglesias sea capaz de aplicar en la práctica el pensamiento “gramsciano” que dice tener como referente.
Porque la Unidad de la “izquierda alternativa”, es sólo el primer paso necesario para conseguir un cambio en profundidad en este país, pero no el único. Hace falta que la alternativa política de la izquierda sea capaz de convertirse en una fuerza importante en el escenario político, pero sobre todo que sea capaz de ser la fuerza ideológicamente hegemónica en el escenario político, como fuerza que plantea un cambio en profundidad con la necesidad del horizonte de un nuevo Proceso Constituyente.
Esto es el primer paso imprescindible para el cambio. El segundo es que esta fuerza amplía y plural de la izquierda alternativa sea capaz de atraer el PSOE a una alianza de gobierno.
¿Y porqué? Porque el cambio en profundidad precisa de una amplia base social y una mayoría amplía precisará de la alianza de una izquierda hegemónica transformadora y el centro-izquierda del PSOE.
El actual PSOE es una fuerza en declive y  lo saben. El PSOE hace muchos tiempos que dejó de ser un partido socialdemócrata para convertirse en un partido socio-liberal. Ha pasado de ser un partido de izquierda a ser un partido de centro-izquierda. Esto comporta que Pedro Sánchez, el actual secretario general, y su equipo traten ahora de buscar como posicionarse en el actual escenario. De su carencia de convicciones profundas derivan sus comportamientos vacilantes e incluso contradictorios. Está en juego su futuro como partido. Y hay que hacerle entender que si no quiere acabar en la irrelevancia como le ha pasado al PASOK en Grecia, su futuro pasa por el acuerdo con la izquierda y no por una gran coalición con el PP y las derechas. Pedro Sánchez se mueve en la ambivalencia de su propia carencia de convicciones sólidas. De manifestar que sus referencias políticas son González o Renzi, a votar a favor de la propuesta de la Izquierda Plural de eliminar la actual redacción del artículo 135 de la Constitución, fruto del pacto PSOE-PP, hay una profunda diferencia. Precisamente lo que hace falta es aprovechar el cambio táctico del PSOE, que representa la autocrítica hacia su actuación en la Reforma Constitucional del 2011, para convertirlo en un cambio estratégico.
Sería un error de la izquierda alternativa equiparar el PSOE con el PP. Es evidente que ambos han formado el régimen del bipartidismo, pero el PSOE a pesar de tener sombras de corrupción no puede equipararse con la derecha corrupta de tics autoritarios que es el PP.
En una primera instancia la izquierda alternativa tendrá que disputar el máximo de apoyos electorales con el centro-izquierda que representa el PSOE. Pero pasados los procesos electorales habrá que intentar atraer el PSOE hacia el campo de la transformación política y social. Y para conseguirlo habrá que llevar a cabo una política de mano tendida más que de confrontación. Y hacer que sea el PSOE el que decida en qué campo quiere jugar.
El objetivo de conseguir una amplia mayoría política pero especialmente social y electoral tiene como finalidad impulsar un profundo cambio en la actual situación.
Barrer las regresiones legislativas y antisociales llevadas a cabo por el PP desde el primer momento, e impulsar un cambio a fondo en los ámbitos económicos y sociales, poniendo los derechos de los ciudadanos como prioridad, promover un cambio institucional, acabando con la corrupción social y política y abrir a una democratización de las instituciones y a una mayor participación de la sociedad, un cambio territorial y constitucional, profundizando en un estado laico y socialmente avanzado, con reconocimiento pleno de su carácter plurinacional y plurilingüistico.
Ir por este camino provocará tensiones, en el ámbito interno pero también en el externo, en las relaciones con los mercados y con la propia UE. Para hacer frente a esta situación, que no será fácil ni un camino de rosas, es precisamente por lo que harían falta si fuera posible estas dos premisas: amplía y profunda unidad estratégica de las fuerzas de la izquierda alternativa y de progreso, y acuerdos unitarios con el centro-izquierda. Sería en parte algo similar a aquello que en su tiempo va teorizó Berlinguer como “compromiso histórico”. Sólo una alianza de este tipo podría conseguir el máximo consenso en el interno del país y el máximo de aliados en el ámbito internacional.




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