Doce militantes de
una organización política, nacida en tiempos de la dictadura y desaparecida
tras los años del 'desencanto', han escrito un libro para contrarrestar el
desconocimiento con el que la Transición enterró el legado de la izquierda
revolucionaria. Martí Caussa, miembro de la redacción de la revista 'Viento
Sur', presenta este jueves
junto a otros autores la 'Historia de la LCR'
"La
Transición fue muy dura con las organizaciones que habían luchado por la
ruptura de raíz con el franquismo". Así lo siente y lo explica Martí
Caussa, coeditor y coautor de la Historia de la LCR, "un libro
militante en dos sentidos". Porque "lo han escrito militantes".
Y porque "milita contra cierta idea muy extendida según la cual la
Transición, tal como se hizo, era lo único posible".
Un
libro en el que ha trabajado durante los últimos años un grupo de dirigentes de
lo que fue la Liga Comunista Revolucionaria, la LCR, organización
que se gestó en la clandestinidad, a finales de los años sesenta, y que estuvo
presente en la vida política durante 22 años.
"La
LCR defendió, y el libro lo explica, que era posible una ruptura de raíz con el
franquismo, conseguir una democracia consecuente y la defensa de las
reivindicaciones populares".
Un
trabajo coral, confeccionado a doce manos, en coherencia más o menos implícita con
uno de los rasgos significativos de aquella organización: Durante sus dos
décadas largas de actividad "ninguna persona asumió un liderazgo
incontestado en su interior, algo que con diversas variantes (secretario
general u otro nombre) era la norma de las organizaciones de izquierda en el
Estado español".
"Ninguna persona
asumió un liderazgo incontestado en el interior de la LCR"
Ninguno
de sus dirigentes, pues, pudieron ni quisieron aspirar nunca, que se sepa, a
presidencia alguna, secretaría general, o a ser número uno o dos o tres de nada
ni nadie en aquella formación política.
Eso
no impedía que algunas personas fueran escuchadas con mayor atención. Quienes
conocieron su actividad y sus debates políticos coinciden en que Martí Caussa
fue uno de los militantes que, a pesar de su discreción, contó con mayor
predicamento, desde el principio hasta el final.
De
la experiencia política de aquella organización, a la que dedicó gran parte de
su vida, Caussa destaca sobre todo tres aspectos:
"Que
era posible la ruptura de raíz con el franquismo.
Que
había que luchar contra el régimen salido de la Transición.
Y
que las organizaciones que llevaran esa lucha debían ser pluralistas y
democráticas".
La
Liga Comunista Revolucionaria, reconoce Caussa, "tuvo ilusiones" de
que la movilización contra la dictadura "fuera más allá y abriera un
proceso hacia el socialismo". Eso hoy le parece "discutible",
pero en cuanto a "la ruptura radical con el franquismo"
considera que "si no fue posible fue porque organizaciones obreras
muy importantes optaron por la vía de los pactos".
La
Historia de la LCR se ha escrito, según Martí Caussa, con el objetivo de
recuperar una parte de la memoria de la izquierda revolucionaria, como
herramienta útil para quienes se enfrentan a los problemas de hoy:
"Es
interesante recuperar esta memoria precisamente hoy, porque muchos luchadores
de movimientos sociales y de plataformas cuestionan la Transición y se dan
cuenta de que una parte de los problemas actuales viene de esta falta de
ruptura de raíz con el franquismo".
Pluralismo y democracia
En
el libro, señala Martí Caussa, "se intenta situar en cada momento qué hizo
la LCR, por qué lo hizo, respaldarlo con documentos y explicar al mismo tiempo
otras opiniones que se dieron dentro de la LCR. Porque en la LCR siempre hubo
otras opiniones. Y se dan a conocer no sólo las posiciones mayoritarias de cada
momento, sino los documentos de las minoritarias. Esto es la reivindicación de
un partido que fue democrático y pluralista, y que esta democracia la ejerció
incluso en la época de la dictadura, en la que muchos pensaban que no podía
haber ningún tipo de democracia".
"El libro no ha sido premeditado para la coyuntura actual,
pero esta coyuntura le viene bien al libro"
Uno
de los autores del documento, José María Galante, en un capítulo dedicado al
modelo organizativo, argumenta por qué "la LCR significó una experiencia
singular entre las organizaciones de la izquierda revolucionaria surgidas en el
tardofranquismo". "Reconocía el derecho de tendencia, es decir, que
cuando se abría una discusión, los militantes podían escribir un texto con sus
posiciones, presentarlo en la organización y hacerse representar de modo
proporcional en el Congreso. Lo que significaba, por otra parte, que nadie
podía ser expulsado o sancionado por tener una opinión minoritaria".
Organizaciones amplias
La
Historia de la LCR "se podía haber escrito mucho antes",
admite el coeditor del libro. "Lo que pasa es que ahora hay más
sensibilidad por los temas que cuestionan la Transición". "El libro
no ha sido premeditado para la coyuntura actual, pero esta coyuntura le viene
bien al libro".
"Ahora
mismo que se plantea la idea de nuevos procesos constituyentes, esta idea de
que las organizaciones que lleven esa lucha sean lo más unitarias, pluralistas
y democráticas posibles me parece que es algo con lo que deben sintonizar bien
los militantes que estuvieron en la LCR".
"En
la situación actual creo que lo que se impone es el impulso de organizaciones
amplias", insiste Caussa, "que aglutinen a muchos sectores".
"Si observamos la experiencia del Procés Constituent, es un movimiento
político-social muy amplio. Si vemos Podemos, también. Si vemos la propuesta de
candidatura que hace "Guanyem Barcelona", también es muy amplia, y la
misma CUP ha impulsado las "Trobades Populars Municipalistes"
(Encuentros Populares Municipalistas), que pretenden una ampliación importante,
porque hay una crisis del sistema político y esta crisis se puede revertir en
sentido favorable a las clases populares si construimos organizaciones amplias,
en las que las distintas sensibilidades, las distintas organizaciones políticas
que vienen de épocas anteriores trabajen lealmente en su interior".
Procés Constituent
Martí
Caussa colabora ahora activamente con Procés Constituent, el movimiento
político que impulsan el economista Arcadi Oliveres y la monja benedictina
Teresa Forcades. Se reconoce como "un gran defensor" de esta
iniciativa política ¿Qué puede aportar al Procés una persona de su
trayectoria y experiencia?
"Soy del comunismo revolucionario y democrático, algo que no
ha existido todavía en ninguna parte"
"Me
aporta más el Procés a mí que yo al Procés", asegura. Tengo una
trayectoria y una edad. A mí lo que me pareció interesante del Procés
Constituent fue esta idea según la cual es necesario un cambio en el
terreno nacional y en el social. En los dos. Un cambio muy importante en los
dos terrenos. Y el resultado de este cambio se tiene que expresar no con
pequeñas modificaciones del régimen que ya tenemos si no con un nuevo proceso
constituyente, al cual están convocadas fuerzas mucho más amplias de lo que es
el Procés Constituent". Y valora también que el Procés
proclamara su voluntad de impulsar "una candidatura unitaria, amplia, a
las próximas elecciones al Parlament de Catalunya. Que no se postulara como una
nueva fuerza política si no como una fuerza que quiere unificar a más fuerzas
políticas, a luchadores de movimientos, gente independiente y también a un
amplio espectro político que va desde Iniciativa per Catalunya hasta la CUP,
pasando por Podemos. En el momento de crisis de las formaciones tradicionales,
si se lograra construir una alternativa con un programa rupturista de mínimos y
agrupando a este amplio abanico de fuerzas, yo creo que sería muy
importante".
Motivos para el
optimismo
Los
autores del libro constatan en sus textos los efectos desmovilizadores que
trajo consigo la Transición y, sobre todo, el posterior triunfo a escala global
de los postulados neoliberales. La militancia que se desanimaba "y se iba
a casa", las derrotas... "La situación se tornó extremadamente
difícil para las corrientes de izquierda", señala Ricard Martínez en
un capítulo dedicado a los últimos años de la Liga.
Martí
Caussa cree que ahora, tras años de aguda crisis y de recortes, se abren
oportunidades para los partidarios del cambio. "Yo creo que el 15M
fue un gran revulsivo. Abrió muchos motivos para el optimismo, y desde
entonces, muchas de las cosas que han sucedido, como las Mareas o las marchas
por la Dignidad o el Procés Constituent o Podemos o algunas candidaturas
municipales... yo creo que abren motivos para el optimismo, pero igual que
decimos que no estaba escrito que la única posibilidad tras la muerte de Franco
fuera lo que sucedió y que podían haber sucedido otras cosas, en cada ocasión
el futuro está abierto. Depende del acierto de las fuerzas en presencia. Podemos
ser optimistas pero hemos de trabajar muy intensamente.
Compromiso político
Un
trabajo intenso para el que no se cuenta con la militancia fuertemente
disciplinada que dio vida a muchas organizaciones de izquierda, con un alto
sentido del compromiso.
"La satisfacción de
las demandas sociales de hoy en día no será posible sin romper con la herencia
de la Transición"
Evoca
también el cambio que supuso el paso de la clandestinidad a la legalidad.
"En el momento en que cae la dictadura, se plantea la posibilidad de
un trabajo legal y abierto y entonces la militancia cambia y es muy importante
aprovechar esas posibilidades de la legalidad para entrar en contacto con mucha
gente con la que antes no podíamos hacerlo".
Ahora
observa otro tipo de disponibilidad para el trabajo colectivo.
"Cada
época tiene sus características y la actual tiene otro tipo de militancia y
otro tipo de activismo en los movimientos, en el apoyo mutuo, en la difusión
por las redes sociales ...". "Hay gente que invierte una gran
cantidad de horas en este activismo... tantas como podíamos gastar los viejos
militantes en tiempos del franquismo. Pero las formas son muy distintas. No
creo que vaya a volver aquel tipo de militancia, pero probablemente es porque
ahora se necesita otra cosa".
¿Comunista todavía?
"No
sabemos si esta palabra se regenerará y volverá al significado que yo he
defendido", dice el veterano militante. "Está por ver", insiste.
La pregunta parece que le sorprende, pero no le incomoda. Para él el comunismo
consiste en la defensa de la "propiedad colectiva de los grandes medios de
producción y de una democracia mucho más amplia que la que ha dado ninguna de
las democracias que hemos conocido". "En este sentido soy comunista y
lo he sido siempre", dice. "Lo que pasa es que el comunismo se ha
identificado, y no sé si se va a librar de esto, con la defensa de los regímenes
que gobernaron en la antigua Unión Soviética o en China y estos regímenes, para
mí, no tenían nada de comunistas ni socialistas. Eran opresivos para su propia
clase trabajadora y su propio pueblo". "He estado siempre en contra,
pero mucha gente identifica el comunismo con estos regímenes. Yo no soy de esta
clase de comunistas. Soy del comunismo revolucionario y democrático, algo que
no ha existido todavía en ninguna parte".
¿Extrema izquierda?
No quiere que nadie
interprete la Historia de la LCR como un embellecimiento de la historia
de aquella organización. "Hemos intentado hacer un libro no
hagiográfico". Los autores reconocen, eso sí, que han trabajado con la
voluntad de contrarrestar prejuicios y tópicos utilizados para
"enmascarar" el mundo de la izquierda revolucionaria, pero no
intentan desnaturalizar sus orígenes. "La LCR fue un producto más de
una época de crisis de las organizaciones tradicionales y de defensa de la
clase obrera con una perspectiva de lucha por el socialismo". "En los
primeros años de la LCR podemos hablar de ultraizquierdismo, que fue la
característica fundamental de los grupos que surgieron en aquel momento. Es
decir, el PCE(i), Bandera Roja...En los momentos decisivos de la Transición, no
lo creo". "Como todas las organizaciones vivas tuvo aciertos y
errores, pero yo creo que la orientación fundamental, la de la ruptura de raíz
con el franquismo, era correcta y no era ultraizquierdista". Tampoco lo
fue, según Caussa, la línea política
posterior.
"Si vemos algunas reivindicaciones, la reclamación de una Huelga General
en contra de la reconversión del gobierno González, no creo que fuera
ultraizquierdista. O la reclamación del referéndum de la OTAN y que se cerraran
las bases americanas, tampoco creo que lo fuera. O la reclamación del derecho
al aborto, o la supresión de la mili obligatoria, o incluso acciones que lo
pueden parecer, como el apoyo a la objeción colectiva y la insumisión como hizo
la LCR, a alguien le pueden parecer izquierdistas o vanguardistas pero yo creo
que fueron adecuadas, que fueron correctas".
¿Por qué desapareció?
La
LCR se partió en dos mitades poco después de nacer, luego integró otras
organizaciones, se reunificó. En 1973, acordó la fusión con ETA VI Asamblea,
que había roto con el nacionalismo y con la actividad armada y que en aquel
momento era mayoritaria en la propia ETA.
Un libro para "conservar la memoria de una parte de militancia
que la ideología oficial ha borrado"
Tras
la muerte del dictador, al calor de las movilizaciones contra "el
franquismo sin Franco" y de un extraordinario y prolongado período de
actividad sindical y de huelgas, la LCR se convirtió en una organización
relativamente numerosa. A finales del 77, una vez reunificada, contaba con
miles de militantes y simpatizantes organizados a diferentes niveles, pero con
el llamado "desencanto" que trajo consigo la Transición, "sus
efectivos se fueron reduciendo progresivamente" hasta una cuarta parte del
momento más álgido. Aun así, explica Martí Caussa, "podía subsistir,
o subsistía como organización activa de un número más reducido de militantes,
activa en una serie de movimientos, desde la izquierda sindical, al movimiento
por la paz, o antimilitarista, el movimiento feminista, el ecologista..."
.
Muchos
años más tarde, en el año 91, tras un largo período de aproximación, la Liga
Comunista Revolucionaria y el Movimiento Comunista acordaron formar un solo
partido. Fue un fracaso y en 1993 no sólo desapareció la nueva formación si no
también las organizaciones originarias. "No hubo un volver a empezar".
¿Qué
ocurrió?
El
libro no da respuesta. Su relato se detiene casi del todo en 1991. Martí Caussa
dice que él tampoco tiene estructurada una respuesta personal, "que
tampoco sería muy interesante", entiende. La búsqueda de la explicación,
dice "puede ser una tarea de futuro". Ahora lo que le parece
interesante es "la reflexión sobre una práctica que podemos recoger no
solo en testimonios, si no en documentos, y esta parte es la que va desde el
años 70 hasta el 91, porque lo que estamos comentando no es sólo un libro de
fácil lectura y de poco más de 200 páginas, si no también más de 500 documentos
que se pueden consultar en la página web HistoriaLCR.info.
¿Un libro para quién?
"El
libro se dirige a tres públicos", concluye Martí Caussa.
"A
los antiguos militantes, simpatizantes, colaboradores, amigos, incluso a
militantes de otras corrientes de la izquierda revolucionaria, que quieren
conservar la memoria de una parte de militancia que la ideología oficial ha borrado".
"A
la gente que ahora está viendo que la satisfacción de las demandas sociales que
están en el día a día no será posible sin romper con la herencia de la
Transición, porque le puede resultar interesante conocer la experiencia de una
organización revolucionaria que luchó contra eso, contra ese consenso y este
tipo de Transición".
"Y
para los historiadores, que cada vez más se interesan por las bifurcaciones que
habrían sido posibles".
"No
es un libro de memorias, no es una hagiografía. Es una historia militante que
recoge también opiniones distintas dentro de esta organización y que ofrece un
caudal de documentos para estudiar la época y hacerse una opinión sobre el
tema. Esto yo creo que es poco frecuente. Tampoco que haya tantos documentos en
abierto, que no son sólo periódicos o tomas de posición públicas, si no
documentos internos, debates duros, que ahora son asequibles. Quizás no es
divertido, no es para el gran público, pero si alguien quiere estudiar la
experiencia de la Transición creo que le resultará interesante".
Fuente: www.publico.es





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