lunes, 29 de julio de 2013

LA MAYOR MIERDA DE LA MIERDOCRACIA ES LA JUSTICIA



¿Sirve de algo avisar a una sociedad además de adormecida, indefensa? ¿Tiene algún sentido adelantarse a los acontecimientos previsibles o eso simplemente te expone a críticas añadidas? Adelanté que estábamos viviendo un espejismo de Estado de Derecho, que se desvanecería, porque la mayor mierda de la mierdocracia es la Justicia. No hay solución posible sin depuración de la Justicia. No es suficiente ir a la división de poderes.

Han pasado menos de una semana desde que publiqué el artículo describiendo la situación de injusticia para que se hayan producido acontecimientos de los que hielan la sangre y hacer taparse las narices. Se ha dado carpetazo al caso Campeón dejando libre a José Blanco, a pesar indicios y certezas, y se ha rebajado la pena de Jaume Matas a seis meses de forma que éste manifiesto corrupto elude la cárcel por ahora. Ambas decisiones han sido adoptadas por el Tribunal Supremo, Hay que añadir la de la Audiencia Provincial de Madrid poniendo en la calle a Miguel Blesa. A lo que se suma la persecución iniciada contra el juez Elpidio, para el que la fiscalía pide 40 años de inhabilitación. Podría decirse que es el mundo del revés, pero es lo que hay.
Por si el Tribunal Supremo no fuera suficiente, el lacayo mayor del reino Luis María Ansón ya ha propuesto una amnistía, que incluiría, obviamente, a Luis Bárcenas, a Gúrtel, a los EREs y a toda la podredumbre del sistema.
Reitero lo dicho en mi anterior artículo: son sólo cuatro jueces los que están actuando con dignidad y han puesto al sistema contra las cuerdas. Además de Elpidio, Mercedes Alaya, con los EREs; José Castro, un purista y un ermitaño de la Justicia, con el caso Noos. Y, sobre todo, lo que se presenta como el gran fallo de la casta parasitaria: el juez Pablo Ruz, un sustituto en la Audiencia Nacional, que con una comisión rogatoria a Suiza ha abierto en canal la cloaca pepera. Pero Pablo Ruz tendrá que abandonar la Audiencia en octubre y pasará a ser, por ahora, juez de apoyo. El titular Miguel Carmona viene ahíto de corrupción moral desde el Consejo General del Poder Judicial, donde ha pasado de ser un progresista de Jueces para la Democracia a uno de los más fieles aliados de Alberto Ruiz Gallardón; todo sea por el poder y la sinecura. No conviene olvidar que en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid el juez Antonio Pedreira no vio –que Santa Lucía le mejore la vista, porque si se la conserva a éste cegato…- indicio alguno ni en Bárcenas ni en Gürtel...
No hay división de poderes ni independencia del Poder Judicial desde la Constitución de 1978, pero las cosas no han hecho otra cosa que empeorar. El PSOE mató a Montesquieu y el PP no ha hecho otra cosa que echar paletadas de concreto sobre la tumba, porque para el sistema mafioso de casta parasitaria es fundamental tener controlada la Justicia, lo que les concede impunidad, algo fundamental para las mafias, y no otra cosa son el PSOE y el PP o el PPSOE, como ha hecho fortuna en las redes sociales. No se asciende en la Judicatura sin el beneplácito y el favor de los políticos, pues la carrera judicial es competencia del Consejo General del Poder Judicial. Eso significa que desde el segundo escalón judicial toda la Justicia está corrompida y la Fiscalía en primer tiempo de saludo, dedicados a actuar los fiscales como abogados defensores de los corruptos. La Justicia no está mediatizada, ese estadio hace tiempo que se superó, está corrompida: han ido ascendiendo los de virtud más frágil y los más lacayos. Ser independiente o ser meramente justo condena a permanecer de por vida en los juzgados de primera instancia y de instrucción. Y ganar menos, mucho menos.
Los jueces se han dejado corromper. Cuando PP y PSOE negocian los puestos del Consejo General del Poder Judicial o del Tribunal Constitucional hay ofrecimientos impúdicos, se mueven relaciones. Los nombramientos, y es duro constatarlo, se mueven en una ambientación delictiva de tráfico de influencias. Todos los poderes están corrompidos y los contrapoderes, no existen. Se ha llegado a la indignidad de que el presidente del Tribunal de Cuentas aparece como donante del PP (al que tendría que fiscalizar) y el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez Cobos es un militante del PP que ha mantenido oculta esa condición aunque ha sido puntual en el pago de las cuotas.
Ese panorama desolador se completa con el hecho de que la casta parasitaria suma la friolera de diez mil aforados. Francia sólo tiene uno; Italia, diez; Alemania, ninguno. Ese oneroso privilegio hace que puedan acogerse a las instancias superiores controladas. A medida que recurren, los oscuros pactos mafiosos funcionan. Los políticos nos insisten tanto en la presunción de inocencia porque la injusta Justicia que padecemos está de su parte.
Por tanto:
1.- Existe un resto de independencia en el primer nivel judicial.
2.- Desde el segundo nivel, ya está corrompida la Justicia.
3.- La impunidad de los miembros de la casta parasitaria es total.
4.- El sistema se volverá contra los jueces que, con su independencia, lo han cuestionado.
5.- Los corruptos se van a ir de rositas.
Si ahora se fuera a la división de poderes no se conseguiría nada, porque se parte de una situación de corrupción moral generalizada. Es precisa una completa depuración de la Judicatura y la Fiscalía. Esta situación añade un elemento más de inquietud ante el gran reto secesionista previsto para 2014 por el sedicioso gobierno autónomo catalán. No hay ningún artículo de la Constitución que permita la secesión o que establezca el más mínimo resquicio, ningún mecanismo, ninguna puerta abierta. Pero unos políticos que no han dejado de cometer delito alguno, amparados en su impunidad, no van a dejar de sentir la tentación de perpetrar el de alta traición en su grado máximo, algo para lo que llevan entrenando cuatro décadas.
La sociedad civil, los españoles, han de ser conscientes a lo que se enfrentan y en la situación de indefensión en que están, con una Justicia para los tiburones y otra para las sardinas, con una para la casta y otra para expoliados; una Justicia que es incapaz, por ejemplo, de ver estafa en las preferentes o que se ha puesto genuflexa ante Miguel Blesa. Pero ¿existe la sociedad civil? ¿Están dispuestos los españoles a unirse para luchar por su supervivencia, pues de eso se trata?
Éste es mi último artículo, mi último servicio a mi Patria y mis compatriotas, ahora mi familia y la agricultura. Gracias a todos.

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