DEMOCRACIA AHOGADA
Artículos de
Opinión | David Brooks | 07-09-2012 |
Las
convenciones nacionales del duopolio político nacional en este país se
presentan como festejos del pueblo, fiestas patrióticas vestidas de rojo,
blanco y azul que proyectan la imagen de una democracia vital que celebra los
mitos nacionales; pero detrás de los escenarios están, como si fueran maestros
de marionetas, quienes manipulan los hilos de estos espectáculos.
“Estas
semanas ocupadas podríamos desear que el rugir de las salas de convenciones de
ambos partidos fuera un sano clamor de delegados deliberando sobre visiones
serias de cómo deberíamos ser gobernados durante los próximos cuatro años. Pero
en lugar de eso, el sonido (de las convenciones) surge de un guión de
espectáculos de televisión –adultos haciendo maromas simuladas– que una vez más
distraerán la atención del público del estertor de la muerte de la democracia
estadunidense provocada por una sobredosis de dinero para las campañas”,
escribe Bill Moyers, el legendario periodista de televisión pública.
Agrega que,
dado que no habrá ninguna propuesta para sacar el dinero de la política en la
convención de los republicanos en Tampa ni la que sigue de los demócratas en
Charlotte, "la bulla de celebración y felicidad es sólo un preludio de un
cortejo fúnebre para Estados Unidos como experiencia compartida. Una pequeña
minoría de súper ricos ha ganado ascendendiente sobre la política, comprando
las políticas, leyes, reducciones de impuestos, subsidios y reglas que
consolidan un estado permanente de vasta desigualdad, con la cual pueden
apropiarse aún más de la riqueza y recursos de Estados Unidos. Su apetito por
más es insaciable". Considera que todo esto se puede describir con una
sola palabra: "el nombre de lo que ocurre en nuestro sistema político es
corrupción; una corrupción profunda y sistemática".
No es que el
dinero y su corrupción de las elecciones no existiera antes. Pero Moyers y
otros señalan que esto ha llegado a un nivel tan extremo, que amenaza todo lo
construido por fuerzas sociales y políticos comprometidos durante las décadas
transcurridas desde la gran depresión.
Aquí los
intentos del 1 por ciento por controlar este juego político y usarlo para sus
intereses se expresa cada vez más explícitamente, aunque también se intenta
mantener la gran ilusión de que toda la faena electoral tiene que ver con el
demos.
Hay algunos
cálculos que demuestran todo esto. Por ejemplo, Lawrence Lessing, profesor de
Harvard que ha estado observando los flujos de dinero a las elecciones de 2012,
ha calculado que 47 individuos ricos han donado 42 por ciento de los fondos a
las campañas presidenciales. "Nunca hemos tenido una elección, en los
últimos 100 años, que haya llegado a esa cantidad de dinero", comentó a
ABC News. Charles Lewis, otro experto sobre el dinero en elecciones, indicó:
"tenemos multimillonarios que dan sumas sin precedente y tenemos niveles
de secreto jamás vistos en la historia contemporánea".
Ahí estaban
en la Convención Nacional Republicana, viendo al festejo popular desde suites
de lujo muy arriba de la arena, donde no cesaban las comidas gourmet y todas
las comodidades a las que están acostumbrados los dueños del show. Durante gran
parte de las actividades, el pópulo abajo no los podía ver; estaban ocultos
detrás de cortinas de terciopelo, aunque a veces se atrevían a bajar a dar un
vuelta entre la plebe. David Koch, magnate del sector energético y químico;
Sheldon Adelson, magnate de casinos en Las Vegas, entre otros del sector
financiero y de bienes raíces, son algunos de los reyes de esta corte. Llegaban
a fiestas privadas en yates y en hoteles exclusivos de Tampa. Y en caravanas de
autos de superlujo, con choferes y guardaespaldas, iban a visitar, en privado
por supuesto, a su candidato Mitt Romney, otro súper rico, y nadie sabe qué se
dijo; tal vez no se tenía que decir nada, todos se entienden entre sí a la
perfección.
Se supone
que esto será un poco más discreto en la Convención Nacional Demócrata en
Charlotte, que arranca esta semana, pero el torrente de billetes es más o menos
el mismo, y la gran mayoría proviene de muy pocos. En su primera elección,
Barack Obama recibió más aportaciones de Wall Street a su campaña que su
contrincante republicano, y aunque quizás esta vez no se repetirá, otros llenan
el tesoro para su campaña.
Y mas allá
de las campañas en sí, en esta elección hay un nuevo actor: los llamados
"súper PAC", organizaciones que, con base en un fallo histórico de la
Suprema Corte de Justicia en 2010, permiten que empresarios, ricos y demás
donen fondos ilimitados a estas entidades para influir en la elección, con la
condición bastante ambigua de que no pueden "coordinarse" de manera
directa con las campañas. Estos súper Pac gastan decenas de millones de dólares
en publicidad y otras actividades para atacar a candidatos o para impulsar
algunos intereses. En Tampa era difícil distinguir cualquier separación entre
los dirigentes del Partido Republicano y los súper PAC, ya que todos
participabnan en foros y otros actos auspiciados por estas organizaciones y,
por supuesto, todos son cuates.
De hecho, el
Center for Responsive Politics registra que el monto de gastos de fondos en la
elección por agrupaciones fuera de las campañas, o sea, gastos por grupos
externos, incluidos estos súper PAC, casi se han triplicado en esta contienda,
en comparación con años electorales anteriores.
El Center
for Responsive Politics calcula que el total de los gastos en esta elección
(incluida la legislativa) superará los 5 mil 800 millones de dólares, y la
contienda por la Casa Blanca costará unos 2 mil 500 millones, o sea, casi la
mitad del total para todas las elecciones. Con esto serán las más caras de la
historia.
Moyers y el
historiador Bernard Weisberger aconsejan que, ante el espectáculo y los
autoelogios a Estados Unidos que se escuchan en estas convenciones,
"aprendan algo del vacío que ven y escuchan, y si no los pone
infernalmente furiosos y listos para combatir contra el Poder del Dinero,
entonces estamos en verdaderos apuros".
Fuente: La
Jornada

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