Federalismo republicano
Félix
Taberna, Sociólogo
día
26.9.12
Una vez más,
el foco de la opinión pública se ha colocado en la cuestión nacional o en las
cuestiones nacionales. Algunos esperaban que la Crisis dejara de lado el debate
territorial, dado que la prioridad social es el empleo. Sin embargo, la crisis
ha servido para alentar esos sentimientos nacionales. No olvidemos que
históricamente, para muchos gobernantes, hinchar la patria ha sido más fácil
que llenar la barriga de sus ciudadanos. Y eso ha sido así porque la identidad,
el sentimiento de pertenencia, es un agregado social con el que hay que contar.
La emancipación no sólo es económica sino también cultural.
En estos
debates, el pensamiento de izquierda siempre se encuentra incómodo; y, muchas
veces, pinzado entre diferentes sentimientos de identidad. Da la impresión que
la cuestión de cómo se organiza la ciudadanía no fuera con nosotros. Por mi
parte, considero que, ante estos debates, hay que volver a las esencias:
republicanismo, federalismo, laicismo. Desde una concepción republicana, el
federalismo se convierte en el mejor modo de estructura política. Si el
republicanismo apuesta por la virtud cívica de las personas en el compromiso
social, el federalismo se configura como un pacto de convivencia en base a la
libre voluntad.
Históricamente,
el federalismo del latín foedus (pacto) tuvo su relación con los fueros, pactos
de nobles con el rey absoluto. Más adelante, se ve el federalismo como pacto
del individuo con el poder. Pacto entre diferentes para agregarse común y
políticamente.
La unidad
federal se ampara en los derechos ciudadanos. Cabe reivindicar el concepto de
patriotismo de los derechos frente al patriotismo de las identidades. La patria
está en los derechos, no en un territorio determinado elevado a solar sagrado.
El nacionalismo crea una entidad superior al individuo, el federalismo vincula
individuos de diferentes colectividades. La cultura nacionalista defiende el
nosotros, el federalismo es imposible sin el otro.
Otro de los
conceptos claves es el laicismo como pensamiento político que persigue la no
imposición por parte de las instituciones de normas y valores morales
particulares al conjunto de la población. El Estado (central, autonómico,
local) debe ser aconfesional no sólo en religión, sino también en sentimientos
nacionales.
Un
federalismo plural que debe acoger la diversidad de identidades nacionales que
pueden existir en un mismo territorio. Plurinacional no únicamente en el
sentido de que suponga unir varias naciones preexistentes con límites
perfectamente definidos, sino porque permite la convivencia en el mismo
territorio y en la misma comunidad de personas que tienen concepciones
distintas sobre la nación a la que pertenecen y que mantienen distintos sentimientos
de identidad. Federalismo plural para una sociedad cada vez más plural.
Desde estos
principios, cabe defender la actual configuración del Estado Español y su
inclusión en la Unión Europea como un espacio compartido y como patrimonio
beneficioso para la ciudadanía. Pero también cabe instar a cambios en la actual
estructura del Estado avanzado hacia un modelo federal. Desde el principio de
autogobierno en lo que nos es propio y gobierno compartido en lo que nos es
común. Avanzar en espacios de decisión compartida tales como la modificación
profunda de la composición y funciones del Senado, que debe elegirse sobre la
base de las Comunidades Autónomas.
En
definitiva, ciudadanos en vez de patriotas; respeto en vez de imposición;
pluralidad como fermento de riqueza.
Fuente: www.nuevatribuna.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario