LA LUCHA DE CLASES
Juan Antonio Molina | Periodista y escritor
nuevatribuna.es
| 04 Septiembre 2012 - 19:24 h.
En 2006, el
inversionista Warren Buffet fue entrevistado para The New York Times por
Ben Stein, un actor y comentarista de negocios conservador. Las opiniones de
Stein generalmente eran tan irritantes como el tono nasal que empleó cuando
interpretó al maestro que pasa lista en la película El día libre de Ferris
Bueller. Buffet había descubierto que él pagaba mucho menos impuestos que
sus secretarias. En la entrevista puso de manifiesto que eso no le parecía
bien. Stein escribió: “Aunque estoy de acuerdo con él, le advertí que siempre
que alguien saca el tema a conversación, es acusado de fomentar la guerra de
clases”. “Por supuesto que hay guerra de clases”, replicó Buffet, “pero es mi
clase, la clase rica, la que está realizando la guerra; y estamos ganando”.
La crisis
económica ha convertido aún más cruenta esta lucha de clases para los vencidos:
los trabajadores, después de que los partidos de izquierda consideraran este
concepto como un retal ideológico obsoleto y extemporáneo. Desde la perspectiva
del discurso socialdemócrata, el capitalismo habría sabido atenuar sus
contradicciones internas y moderar los conflictos sociales por medio de la
regulación del mercado y de la producción, evitando la crisis. Consecuencia de
esta situación era la mutación de las líneas divisorias entre las clases
sociales, difuminándolas en grupos de interés que sustituirían la lucha de
clases por reivindicaciones profesionales.
Sin embargo,
todo esto representa caer en la vieja trampa del diablo cuando se dice que
extiende la creencia de que no existe para poder actuar con absoluta impunidad.
El desmayo intelectual de las fuerzas de progreso ha propiciado que carezcan
del músculo ideológico capaz de anteponer a la rapiña de un capitalismo
depredador de la justicia social y protagonista activo de la liquidación
reaccionaria de los principios democráticos y los más elementales valores
humanistas, un modelo próximo a los verdaderos intereses de las mayorías
sociales La realidad neoliberal presentada como inconcusa supone aceptar esa
inercia de la que nos advertía Eugenio Montale de que todo lo que ocurre tiene siempre
razón, y lo que no ocurre, tiene siempre la culpa.
Las medidas
ideológicas implementadas por la derecha para preservar los intereses de las
élites financieras son inútiles y contraproducentes para resolver la crisis
económica, pero muy eficaces para la refundación del Estado de tal manera que
pueda consolidarse la transferencia de la riqueza pública a la órbita privada y
abolir el control democrático sobre los poderes fácticos que actúan
autoritariamente en la vertebración del modelo social. Como en todas las
guerras, los perdedores siempre son los culpables, en este caso los
pensionistas, los funcionarios, los parados, los inmigrantes, criminalizados
perversamente por aquellos cuya avaricia causó la crisis y que ahora se
benefician también de ella.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/

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