Un libro que desgrana la razón y
el ideario que respalda la idea plena de La República.
nuevatribuna.es | 21 Febrero 2015 - 13:00 h.
Un
libro que desgrana la razón y el ideario que respalda la idea plena de La
República
Con
esta publicación que nos llega desde El Viejo Topo, podemos y debemos
aprender mucho desde la reflexión y la pluma de Javier Torrox que
desgrana cómo deben ser, desde hoy, las ideas y el ideal que debe acariciar una
República del siglo XXI y para todos los ciudadanos y ciudadanas que desde este
tiempo y desde estas circunstancias quieren una República… porque si el
concepto de República ha evolucionado, junto con sus ideas y su
ideario, el de ciudadanos y participación ciudadana en convivencia y
reciprocidad e intercambio de ideas, pensamiento y demás para con esta cuestión
que quiere y acaricia La República no nos equivoquemos debemos
trabajárnoslo y debemos actualizarnos. Por que conseguir La República no
consiste, solo, en maquillarlo todo echando a la Monarquía…porque eso no sirve
de nada si la ciudadanía no se viste de los auténticos valores que deben abanderar
a una sociedad en y dentro de una República y en convivencia con ella.
El
libro no se complica ni desde su títulos, “La sencillez de las cosas” porque
quiere afrontar el “nuevo reto del ideario hacia La República” con las ideas y
el “buen hacer” desde la sencillez en las formas
Javier Torrox nos
acerca, reconociéndonos políticamente, a aquello que verdaderamente importa,
desde un relato sublime con el prólogo de Antonio García –Trevijano.
Lo
que nos dice la editorial del libro
La
sencillez de las cosas es la contundente respuesta a la catástrofe política,
social y económica provocada por el régimen de 1978. España no es una
democracia, sino una monarquía de partidos estatales. El Estado impide a los
ciudadanos elegir de forma libre y directa a su Gobierno. Igualmente, impide
que los ciudadanos puedan elegir a sus diputados, todos ellos impuestos por los
jefes de los partidos estatales. Esta es la catástrofe y su motor es el sistema
electoral proporcional. Las listas de partidos –con independencia de que sean
cerradas o se abran– son el medio por el que la corrupción se legitima y blinda
su impunidad. En La sencillez de las cosas se analizan las instituciones que
vertebran el Estado actual, se describen sus males, cuál es su origen y cómo
estos afectan a la vida de los ciudadanos. A continuación propone la solución
que la República Constitucional tiene para cada uno de estos males. Todas las
soluciones expuestas parten de la libertad con la que nacen todos los
ciudadanos y que ha sido secuestrada por los partidos estatales con la
complacencia de la corona. El Gobierno sólo será digno cuando su presidente
–que también lo será de la República Constitucional– pueda ser elegido en
circunscripción única de toda España de forma directa y por mayoría absoluta, a
doble vuelta si fuera necesario. La elección de los diputados sólo será digna
cuando cada uno de ellos sea elegido por su nombre en distritos electorales de
100.000 habitantes y por mayoría absoluta, a doble vuelta si fuera necesario.
Un hombre, un voto; un distrito, un diputado. La República Constitucional
separará al fin los poderes del Estado e instituirá la representación política
natural de los ciudadanos.
El
autor, Javier Torrox:
Es
licenciado en Filosofía y letras por la Universidad de Granada y tiene un
Máster en Periodismo por la Universidad del País Vasco.- Ha sido traductor y ha
ido desarrollando su tarea como periodista en Diario Sur, La voz de Cádiz, ABC
y El Independiente de Cádiz. Es, además, colaborador habitual de El Diario de
la República Constitucional. Ahora, trabaja de asesor de comunicación.
Cazarabet conversa
con Javier Torrox
Fotografía de Javier Díaz
-
Javier si hablamos de "querer" una República, se trata de compartir
unos valores, ideas y argumentos que siempre van como "pegados”, que son
inquebrantables…pero el ideario republicano evoluciona conforme a la sociedad y
a las necesidades de ésta y a cómo la ciudadanía debería a "entrar en
participar" (en la propia sociedad), como ciudadanos participativos ¿qué
nuevas ideas deben incluirse en querer acariciar La República?
Es
interesante preguntarse cuáles son estos valores y si necesitan o no adaptarse
al siglo XXI. Sin embargo, el carácter universal de los valores de la República
da una firme respuesta a esta cuestión que podría plantearse cualquier
ciudadano. La libertad, la verdad, la lealtad, la razón, la igualdad ante la
ley y la igualdad de oportunidades son valores ajenos al paso del tiempo, no
necesitan ser adaptados. Necesitan ser alcanzados. No hay valores más altos y
universales que estos para organizarnos como sociedad y que son inherentes a la
República Constitucional.
-
La gente tendemos a complicarnos mucho y así a hacer de los cambios
un drama y una gran bola de nieve que nunca se derrite, más bien al
contrario se congela para salir rodando y cargándose de más
nieve…haciéndose más y más grande, casi inmanipulable. En tu libro
explicas que haciendo las cosas como más sencillas y partiendo de la sencillez
es como mejor se afrontan los puntos que hay que ir adecuando, cambiando,
mirando a la cara . En un país ,en que en todas las legislaturas se habla
de "reforma constitucional" y que nunca se afronta nada, al menos de
cara a la ciudadanía…¿por qué cuesta tanto afrontar los posibles cambios?; ¿ a
qué se le teme más: al trabajo que dan los cambios, a afrontar los propios
temores y promesas, al ciudadano ("X" el que sea) que a lo mejor
puede salir más capacitado que el que ha tenido la idea del cambio o a las
responsabilidades…?
No
se trata de hacer las cosas más sencillas, sino de asumir la realidad de que
las cosas son bastante más sencillas de lo que puedan parecer a simple vista.
El libro muestra el funcionamiento del régimen del 78 en toda su crudeza. Desde
hace 40 años se nos dice que todo es gris y complejo. Es falso. Todo es
sencillo y todas las cuestiones fundamentales son blancas o negras, el gris no
existe. El régimen del 78 impide a los españoles elegir a su Gobierno de forma
directa. ¿Dónde está el gris? O bien el sistema nos permite elegir a nuestro
Gobierno o nos lo impide. No hay término medio, no hay gris. Lo mismo sucede
con los diputados a causa del sistema electoral proporcional. Esta es la
sencillez de las cosas que trato de mostrar en el libro. La libertad de elegir
no puede ser gris: o existe o no existe. Miente quien afirma que podemos
elegir. Y, al hacerlo, es desleal con sus semejantes.
Por
otro lado, el discurso de la reforma constitucional que aparece de forma
intermitente tiene un objetivo político: entretener las voluntades en un debate
estéril. La reforma no es posible porque el propio régimen del 78 se ha dotado
de mecanismos para impedir que sus cimientos puedan cambiar un ápice. Lo que
debemos plantearnos es qué es una reforma. Toda reforma se sustancia en lo
existente. De esta forma, el reformista es en realidad un garante del
continuismo. Para establecer las bases de la libertad política de los
ciudadanos sólo hay un camino: la ruptura democrática.
El
miedo al cambio es consustancial a la naturaleza humana. No se le teme a
individuos particulares, sino a las consecuencias de los cambios. Quien tiene
el poder no lo cederá jamás voluntariamente. Sólo lo hará cuando se sienta
deslegitimado y la hegemonía cultural haya cambiado su actual aceptación de lo
existente por la exigencia de libertad política.
-
Poco a poco, en el libro vas tocando, vas desmigando, todos "los
organismos" que, actualmente van rigiendo el Estado:¿ no te parece que, a
veces sobran instituciones y falta "acercamiento" para y con el
ciudadano , siendo esto una piedra fundamental en la evolución y razón de ser
de una sociedad y más si quiere ser republicana..?
Así
es. El libro analiza las instituciones que vertebran el actual Estado, describe
su origen, su función y los medios de elección de las personas que las
gestionan. Una vez que tenemos esta información podemos establecer cuáles son
las consecuencias que pesan sobre los ciudadanos por la acción de cada una de
estas instituciones. La tesis del libro señala que toda institución que no es
útil a la sociedad debe ser liquidada. El Senado, el Defensor del Pueblo, el
Tribunal Constitucional, los subestados autonómicos que han reproducido toda la
estructura del Estado... Todas estas instituciones son el producto de un
régimen que las utiliza para crear una ficción de libertad, todas están al
servicio de los partidos estatales para garantizar el triunfo de sus intereses
en detrimento de los de los ciudadanos.
Sólo
hay un medio de articular la participación de los ciudadanos en el proceso de
toma de decisiones políticas: la democracia. El problema es que los españoles
aún no hemos conquistado la democracia. Lo que hoy se hace pasar por tal no es
más que una monarquía de partidos estatales que impide la participación de los
ciudadanos en este proceso porque los partidos han usurpado su libertad
política al arrogarse la capacidad de elección del Gobierno y los diputados. La
democracia consiste en que sean los ciudadanos los que elijan de forma directa
a su Gobierno y, separadamente, a sus diputados. Dicho con brevedad, en la
actualidad el poder desciende verticalmente desde las más altas magistraturas
del Estado hasta los ciudadanos; con la República Constitucional el poder se
invertirá y ascenderá de abajo hacia arriba. Cuando esto sea así, todo el poder
que hoy detentan los partidos estatales volverá a sus legítimos depositarios:
los ciudadanos.
-
El libro parte del concepto de "abogar por la sencillez". En aquello
que de las cosas sencillas y desde las pequeñas cosas, ideas y demás es desde
donde, a menudo, se acaban consiguiendo mover más resortes ¿Qué nos puedes
comentar? ¿Hoy y ahora es la mejor manera de viajar hacia las valores
republicanos?
La
sencillez no es un medio ni una nueva forma de aproximarse a los valores
republicanos. Lo que trato de trasladar al lector es que necesitamos observar
los árboles para comprender la naturaleza del bosque. Una selva de encinas crea
un hábitat distinto al que pueda generar un robledal. Conociendo la vegetación
de las instituciones del actual Estado podremos conocer su fauna. Una vez que
hemos identificado una y otra podremos diagnosticar sus males y proponer
remedios. Los valores republicanos de libertad, verdad, lealtad y razón están
ahí, a disposición de todos. El ejercicio diario de estos valores es lo que
convertirá la idea de la República Constitucional en un hecho.
-
Porque, querido amigo, ¿para ti qué es o qué debería de ser, hoy y ahora,
"vivir en República"?; ¿qué valores, qué ideario, sí o sí, debe
acompañar siempre a la República: la igualdad, la justicia, la fraternidad,
libertad..?. Ya sé que son conceptos que encierran sus intríngulis, pero
si lo sabemos leer tal cual sin darles tantas vueltas no es tan complejo…
En
efecto, no es tan complejo. Los valores universales son sencillos por sí
mismos. Lo universal lo es en virtud de su sencillez. El respeto a la vida es
el mismo valor en España y en cualquier otro lugar del mundo y en cualquier
tiempo, pasado, presente y futuro. No en todos los lugares y momentos se
respeta por igual, pero su naturaleza es la misma. La ciencia construye la
descripción y comprensión del universo partiendo de las expresiones mínimas de
la materia. Del mismo modo, el republicanismo parte de los valores esenciales
de la humanidad en su persecución de la mejor y más justa organización posible de
la sociedad, los valores que se pueden dar en cualquier tiempo y lugar del
mundo: libertad, verdad, lealtad y razón. Estos son los átomos con los que se
construyen la igualdad de oportunidades, la justicia, la dignidad del ser
humano y su prosperidad.
-
Así: ¿qué ideario debemos "cargar" o debemos como tener como más en
cuenta: cuidar más la igualdad, viajar hacia una cultura de la libertad que
tenga su principal herramienta en la educación; exigir una separación, ya, de
los poderes…?
El
ideario del republicanismo es el de lo político, que es lo que es público o de
todos, el de cómo nos organizamos como sociedad, el de cómo estructuramos el
Estado y sus instituciones. Si este ideario no tiene a la libertad como punto
de partida, la tiranía prospera. Una vez que conquistemos la democracia -que
sólo es posible mediante la separación radical y en origen de los poderes del
Estado-, será el turno de la política: la acción de gobierno y la iniciativa
legislativa. Será el momento en el que los distintos programas políticos
velarán por los colectivos cuyos intereses le son afines: los trabajadores por
cuenta propia, ajena, los comerciantes, las profesiones liberales, etc.
La
igualdad de oportunidades es algo que debe garantizar la República. Así, la
población más desfavorecida podrá escalar socialmente en igualdad de
condiciones con los más pudientes. Ahora bien, lo que haga cada ciudadano con
las oportunidades que le brinde la sociedad para ganarse su sustento con
dignidad y en libertad es algo que queda bajo la responsabilidad de cada
ciudadano. La lealtad republicana exige la responsabilidad individual de cada
ciudadano para consigo mismo y sus semejantes.
Por
otro lado, si la igualdad por la que me pregunta es la material, esa será tarea
de los diferentes programas políticos que habrán de defender los distintos
partidos. Serán los ciudadanos los que habrán de decidir qué quieren mediante
la elección de sus diputados y de su Gobierno. Esa es una cuestión de intereses
privados y el republicanismo no ha de ocuparse más que de lo público.
-
En el libro te acercas a las instituciones que rigen el Estado…mira, yo que soy
también amante de la sencillez te diría que "sobran" instituciones ,
organismos, pero si reflexionamos…: los nombres, las "categorías",
las estructuras…es lo de menos porque lo más importante es cómo afrontemos los
problemas y las necesidades de todo un país, ¿no? . Y, por supuesto, el
cómo afrontamos la realidad ante la "idea Republicana"….
Lo
cierto es que la estructura del Estado es lo que permite que podamos vivir en
libertad o lo que nos impone la tiranía actual. Existe una gran confusión entre
cómo organizar el Estado y la acción política para solventar los problemas de
los ciudadanos. Son cosas totalmente distintas. La República no puede ser la respuesta
política a los intereses de uno u otro colectivo de intereses privados, ese fue
el origen del fracaso de la II República muy a pesar de los prohombres que la
promovieron y defendieron. La República no puede ser de los trabajadores por la
misma razón que no puede ser de los banqueros o de los comerciantes. Aprendamos
de los errores del pasado. La República será de todos o no será.
Cada
ciudadano tendrá su propia opinión sobre cómo es mejor afrontar cada problema.
En función de cómo esté organizado el Estado, el ciudadano dispondrá o no de
mecanismos para elegir a quien desee para solucionar los problemas con las
propuestas de uno u otro programa político. Si a los ciudadanos se les impide
-como sucede en la actualidad- esta capacidad de elección, los programas
políticos son impuestos a los ciudadanos. Es importante decidir cómo afrontamos
los problemas, pero aún más importante es tener capacidad de elegir qué
programa quiere la mayoría para afrontar esos problemas. Y hoy no tenemos esa
capacidad de elección, el sistema electoral proporcional del Estado de partidos
nos lo impide.
-
Porque, querido Javier, conseguir la República se suele confundir con
"quitar la Monarquía" y eso estaría muy bien, pero hay que ir más
allá, ser más serio y desde la ciudadanía asumir que la República empieza por
nuestro compromiso… ¿qué nos puedes comentar?
No
defiendo la República como la ausencia de la monarquía, sino como la única
forma de Estado y de Gobierno que se genera a partir de la libertad, la verdad,
la lealtad y la razón. La República es el corolario de estos valores
universales que defiendo. La República nace por sí misma cuando estos valores
conquistan la hegemonía cultural en el seno de la sociedad civil. Es la actual
ausencia de estos valores la que consiente la supervivencia de la tiranía que
soportamos en la forma de una monarquía de partidos. La monarquía debe ser
destruida, pero no para provocar su ausencia porque nos impone una odiosa
desigualdad, sino por la irrefutable superioridad moral de los valores universales
que encarna la República Constitucional.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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