lunes, 23 de febrero de 2015

LA UNIÓN EUROPEA NUNCA RESCATÓ A LOS GRIEGOS




Por Alberto Garzón y Eduardo Garzón
20 de febrero de  2015

Cuando estuvimos en Atenas, hace un mes y coincidiendo con el triunfo electoral de Syriza, no vimos por ninguna parte a ciudadanos rescatados por la Unión Europea. Tampoco rescatados por España, sobra decir. El hambre, la pobreza o la privación era lo que uno efectivamente podía ver en las calles. Y, desde luego, no es esa la estampa que uno imagina cuando se habla de sujetos rescatados. Uno espera que al menos los rescatados puedan sobrevivir con holgura. Sin embargo, los que vimos, a duras penas. Entonces, ¿qué ha pasado en Grecia en estos años?
Corría el año 2009. La fiesta de la especulación, la corrupción y el clientelismo había disparado hasta el 127% la deuda pública griega. Los responsables políticos de organizar aquella fiesta, Nueva Democracia y PASOK, se repartían entonces la mayoría de escaños y el 77% de los votos. Una desconocida Syriza apenas llegaba al 5%. Aquel bipartidismo griego se sentía seguro, puesto que Nueva Democracia era la aliada natural de la CDU de Merkel y del PP de Rajoy, mientras que PASOK era el aliado natural del SPD alemán y del PSOE español. Los gobiernos de Alemania, España y Grecia, unidos por la afiliación ideológica.
En aquel año de 2009, ningún Estado europeo tenía en su posesión deuda pública griega. Toda la deuda griega era de naturaleza privada. En concreto, los bancos franceses y alemanes habían comprado títulos públicos griegos por el valor astronómico de 183.200 millones de euros. Los bancos españoles habían invertido mucho menos, unos 2.000 millones de euros. En ese mar de tranquilidad, la prima de riesgo aún era desconocida.
Sin embargo, todo iba a cambiar en los meses posteriores. En cuanto el primer ministro griego –del PASOK- reconoció que habían hecho trampas contables –los de ND- para disimular el verdadero déficit, se disparó el miedo entre los inversionistas privados. Éstos comenzaron a deshacerse de los títulos de deuda pública griega por el miedo a no poder recuperar el dinero prestado. Esta dinámica generalizada –con un impasible Banco Central Europeo- tuvo como consecuencia que la prima de riesgo iniciara una intensa senda ascendente que alcanzaría su máximo en marzo de 2012.
El aumento de la prima de riesgo fue de tal cuantía que al estado griego no le quedó más remedio que pedir ayuda. Así llegó el primer acuerdo propuesto por la Comisión Europea, secundado por el Fondo Monetario Internacional, el presidente del BCE y la canciller alemana. La troika había nacido. Llegaban así los primeros préstamos, siempre condicionados a la ejecución de recortes en gasto público y otras reformas estructurales de carácter neoliberal. Mientras tanto, los bancos europeos se iban desprendiendo sigilosamente de sus títulos griegos. Los bancos alemanes y franceses que habían prestado al bipartidismo griego querían ahora quitarse de en medio. ¡Nadie quería tener deuda pública griega!
Unos meses más tarde el Banco Central Europeo vino al rescate. El BCE realizó una compra masiva de bonos griegos a muchos bancos europeos, que estaban deseando deshacerse de ese enorme riesgo. ¡Les hizo un favor! Si Grecia no pagaba, le hubiera tocado hacerlo a los bancos alemanes y franceses. ¡Mucho mejor que el riesgo lo tuviera el BCE!
Para mayor suerte para los bancos, unos meses más tarde se aprobó la creación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Se trataba de un mecanismo temporal que se utilizaría para financiar al Estado griego a precios levemente inferiores a los de mercado, utilizando para ello las garantías del resto de Estados miembros. Eso significaba que los inversores internacionales podían prestar ahora a Grecia sin peligro: si todo iba bien, ellos cobraban; si iba mal y el bipartidismo griego no podía pagar, entonces varios Estados europeos se harían cargo del coste.
Como consecuencia de esos acuerdos, durante este periodo de tiempo se fue trasladando el riesgo de impago griego desde los bancos hacia los Estados europeos. Ya en 2010 se puso de manifiesto que Grecia no podría pagar su deuda y que tarde o temprano debería reestructurarla, pero la Troika decidió ganar tiempo. Tiempo para que los bancos europeos pudiesen ir deshaciéndose de los títulos de deuda pública al mismo tiempo que los Estados europeos y el BCE pasaban a ser propietarios de los mismos. Así las cosas, cuando se hizo finalmente la reestructuración de la deuda pública, en abril de 2012 (¡dos años más tarde!), buena parte de los bancos europeos no perdieron nada porque ya se habían retirado del negocio.
Desde aquella reestructuración se ha seguido sucediendo el mismo fenómeno: retirada de los acreedores privados (en su inmensa mayoría bancos) e incorporación de los Estados Europeos a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, del Banco Central Europeo y de los préstamos bilaterales. Tal es así que, en octubre de 2014, la inmensa mayoría del riesgo de impago corresponde ya a los Estados europeos. A día de hoy, los bancos europeos apenas tienen exposición.




¡Qué paradoja! A pesar de que fueron los bancos privados quienes realizaron malas inversiones al prestar dinero a un agente económico que más tarde se declaró insolvente, como Grecia, hoy día son los contribuyentes del resto de economías europeas los que corremos el riesgo de un impago de la deuda pública griega. A día de hoy, los contribuyentes españoles tenemos una exposición a la deuda pública griega de más de 27.000 millones de euros. Es mucho, pero en realidad se trata de una cantidad siete veces inferior a la exposición que tenían en diciembre de 2009 los bancos alemanes y franceses.
Pero encima son los caraduras del bipartidismo, alemán o español, los que nos insisten en “nuestros” riesgos. Son los aliados del bipartidismo español y alemán, PASOK y ND, los que hundieron a los griegos en las malas decisiones y en la deuda. Y fueron los bancos del bipartidismo quienes se arriesgaron prestando. ¿Alguien se explica por qué tenemos que pagar los de siempre, los parias de la tierra? ¿Acaso el pueblo griego tiene culpa de los excesos de su bipartidismo, que está más cerca de Merkel y de Rajoy que de ellos y de nosotros?

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