La
jueza argentina María Servini había pedido que se recuperaran los restos de
Timoteo Mendieta, enterrado en un patio del cementerio de Guadalajara
A
pesar de que su inhumación (y la de otros 21 fusilados por el régimen
franquista) está puntualmente documentada, la magistrada desconfía de esos
datos
Asegura
que a simple vista no puede determinarse dónde está la fosa y que no cree que
los datos de los registros sean ciertos
La
hija de Timoteo, Ascención, viajó a Buenos Aires con casi 88 años para prestar
declaración en la querella contra los crímenes franquistas
03/02/2015 - 09:53h
Ascensión Mendieta, la hija del republicano represaliado
cuya exhumación ha denegado la justicia española. /lacomunapresxsdelfranquismo.org
Con casi 90 años a cuestas, Ascensión Mendieta se subió a un
avión en diciembre de 2013 para cruzar el océano con un solo objetivo: buscar
en Argentina la justicia que su país siempre le había negado. A 11.000
kilómetros de casa consiguió que por primera vez una jueza escuchara la
historia de su padre, fusilado durante el régimen franquista. Y, lo más
importante, logró que esa magistrada, María Servini, pidiera la exhumación de
la fosa común en la que fue sepultado. Pero ahora otra jueza –esta, española–
le niega el derecho a recuperar los huesos de su padre porque, afirma, no sabe
dónde buscarlos. Y eso que su entierro está perfectamente documentado.
El cuerpo de Timoteo Mendieta Alcalá fue colocado, según los
registros municipales, junto al de otras 21 personas en una fosa de 80
centímetros por dos metros, cavada en un patio del cementerio de Guadalajara.
Fue de los primeros en ocupar un sitio en ese agujero destinado al olvido, el
16 de noviembre de 1939. Más tarde, el 24 y 25 de noviembre de ese año, otros
hombres fusilados por orden del Juzgado Especial de Ejecuciones del régimen
fueron colocados encima, en una especie de torre de cadáveres de hasta 11
niveles.
Todos estos datos –con los nombres de cada una de las
víctimas y el día de su muerte– figuran en un informe que el Ayuntamiento de
Guadalajara envió a la titular del Juzgado de Instrucción Nº1, María Lourdes
Platero, que debía resolver el exhorto de la justicia argentina que solicitaba
la exhumación de los restos de Mendieta. El documento, al que
ha tenido acceso eldiario.es a través del buzón seguro Fíltrala –que comparte con La Marea,
Diagonal y Mongolia–, explica que para recuperar los restos de Timoteo habría
que exhumar todos los que hay en la fosa. También asegura que esa exhumación no
supondría coste alguno, ya que se haría por orden judicial.
Pero el auto de la jueza,
fechado el 30 de octubre de 2014, recoge unas "manifestaciones y
apreciaciones" que la llevan a denegar el pedido. "Que no se sabe
exactamente dónde está la fosa". "Que la realidad [...] puede no coincidir
con la información obrante en los archivos". "Que las fosas están sin
cimentar y que la separación entre ellas es de aproximadamente 25 cm, y que
cada una contiene entre 20 y 50 cuerpos (circunstancia que por sí sola hace
pensar que la información facilitada por el Ayuntamiento pueda no ajustarse a
la realidad) [...]". Conclusión: la exhumación se deja sin efecto porque
"de la inspección ocular realizada y de las manifestaciones efectuadas no
queda acreditado fehacientemente [...] en qué lugar puede estar la fosa ni
cuánto terreno abarca".
Estas palabras dan por tierra con las esperanzas de
Ascención de cumplir su sueño: "Morirme con los huesos de mi padre".
Un sueño que parecía estar, por primera vez en años, al alcance de su mano.
"Me siento más cerca de mi padre que nunca", contó con un hilo de voz
a eldiario.es cuando supo que Servini
había pedido la exhumación, en febrero de 2014. Un año después, los
abogados de la querella contra los crímenes franquistas analizan la situación
para decidir cómo proceder ante esta negativa. Pero Ascención sabe que puede
quedarse sin tiempo para dar esta batalla.
"Mi madre ha cumplido ya 89 años y le ha dado una
angina. Cada vez se la ve más baja, más agotada. Yo sé que hay genocidas
culpables de la muerte de mi abuelo. Pero también habrá culpables de lo que le
pase a mi madre", advierte Chon, hija de Ascención. "Le hemos
edulcorado un poco la noticia", cuenta. "Y ella es tan buena, y tan
poco rencorosa, que se lo ha tomado con tristeza pero con calma. Intentamos convencerla
de que esta es una etapa, que vendrán otras", explica Chon.
"Cuando llegué a Argentina y me senté en el juzgado fue
como si se abrieran unas puertas en mi vida. Hasta entonces nadie, ningún juez,
había sido capaz de oír las atrocidades que tenía para contar", relataba
emocionada meses antes, a la vuelta del viaje en el que cumplió 88 años. Sus
hijas y sus nietas, que la acompañan a las concentraciones a favor de los
represaliados del régimen de Franco, están dispuestas a continuar luchando cuanto
haga falta.
Ascención Mendieta con su hija Chon y una de sus nietas en
una manifestación por los represaliados del franquismo.
Concejal y sindicalista
Ascención, la segunda de siete hermanos, tenía apenas 12
años "el día en el que vinieron a llevárselo". Timoteo Mendieta
Alcalá era presidente de la UGT del pueblo de Sacedón, en Guadalajara.
"Por ello, cuando comenzó la guerra fueron contra él y otros miembros del
sindicato", cuenta su hija. Durante la guerra fue concejal y presidente de
la Casa del Pueblo de UGT.
"Siempre luchó por la justicia social y por mejorar las
duras condiciones de los trabajadores y jornaleros del pueblo", relata
Chon. Poco después de que acabara la Guerra Civil fue condenado a morir en un
"simulacro de juicio", sin pruebas, sin garantías, "sin defensa
y sin justicia". Su esposa, María, no pudo siquiera verlo antes de que lo
mataran. Se había llevado a sus hijos del pueblo huyendo de las represalias y
del rechazo de su propia familia, que la castigó por haberse casado "con un
rojo". Viuda y pobre, se dedicó al estraperlo para dar de comer a sus
hijos y pronto acabó en la cárcel. Ascención, con 14 años, se encargó de sacar
adelante a la familia.
De aquel mes de noviembre sobrevive un papel en el que se
informaba de la suerte de su padre. Con el encabezado "Saludo a Franco
¡Arriba España!", el documento dirigido al Juez Especial de Ejecuciones
expresa "el honor de comunicarle" que el cadáver fue enterrado
"en el patio 4º, fosa nº2" del Cementerio Civil de Guadalajara. Lo
firma el alcalde presidente en noviembre de 1939, "Año de la
Victoria".
Timoteo Mendieta es solo uno de los 822 republicanos
asesinados y enterrados en el cementerio de Guadalajara entre 1939 y 1944. Un
caso de tantos, en el que al menos consta el trozo de tierra en el que se improvisó
una tumba compartida y sin nombres. 76 años después, una jueza ha decidido que
hurgar en esa tierra es demasiado esfuerzo.
Fuente: www.eldiario.es
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