David Bollero
03 febrero de 2015
Ayer, PP y PSOE realizaron su primer acto de precampaña
electoral: la firma del pacto
contra el terrorismo yihadista. El argumento para que ambos lo suscribieran
a espaldas del Congreso de los Diputados y del resto de fuerzas políticas
es que es precisa la unión contra los terroristas fundamentalistas. ¿Es que hay
alguien que dude que todos los partidos están en contra del terrorismo
yihadista? ¿Para qué es necesaria la firma de un Pacto como este? Y, más aún,
¿para qué le hacía falta al PSOE?
En lo que respecto al PP, poco hay que decir, puesto que con
su rodillo parlamentario no precisaba de Pacto alguno para imponer su
particular visión de la democracia. A fin de cuentas, la reforma del Código
Penal ya se tramitó fraudulentamente por la vía de urgencia para, así,
saltarse los preceptivos informes del Consejo de Estado y el Consejo Fiscal… y
ello a pesar de que el propio Alberto Ruiz Gallardón, cuando todavía era
ministro de Justicia en 2012, juró y perjuró que la cadena perpetua revisable
jamás se aprobaría por esta vía pues requería del consenso mayoritario. Una
mentira más. Pecador.
Sin embargo, la ciudadanía esperaba más del PSOE. Pedro
Sánchez quería su primer Pacto de Estado –quizás el único, antes de que le
barran del liderazgo del partido- y lo ha perseguido a toda costa, aunque
ello supusiera rozar el esperpento. Sánchez ha suscrito un pacto que no era
necesario y que, además, va en contra de los principios del PSOE. Así lo
expusieron sus dirigentes ayer mismo por la mañana, unas horas antes de cometer
la tropelía: “La cadena perpetua revisable es una línea roja que no cruzaremos
porque va en contra de nuestros principios”.
Pues bien, lo pinten como lo pinten, la han cruzado. Firmar
algo con la consigna de que “en cuanto pueda lo derogo”, es como pegarte
un martillazo en la cabeza y luego presentarse como un tipo majete porque sabes
dar puntos de sutura. Un auténtico despropósito… como despropósito es que
Sánchez asegure que se salvaguardan absolutamente todos los derechos de los
españoles, incluso en el texto se habla de “la defensa de la libertad es
asimismo expresión y referencia del pluralismo de cualquier sociedad
democrática” y, sin embargo, con el Pacto aprobado se penalice “el
uso de las redes de comunicación y tecnologías de la información” con
fines de “captación y adiestramiento de terroristas, incluido el adiestramiento
pasivo”. ¿Qué considerarán “adiestramiento pasivo”, que un
ciudadano quiera ver qué técnicas o redes sociales utilizan los yihadistas? La
subjetividad podría castigar la legítima curiosidad del panadero de nuestro
barrio y declararle peligroso terrorista.
Otro detalle democrático de este Pacto que apesta: Mariano
Rajoy y Pedro Sánchez convocaron a la prensa para salir guapos en la foto y
punto. Bueno… y para dar una rueda de prensa sin preguntas que pudieran
sacar la verdad que realmente se oculta detrás de este Pacto. Más
surrealista fue después la comparecencia de Antonio Hernando, portavoz
parlamentario del PSOE, que en su inmensa desfachatez se rodeó de
periodistas para comentar la jugada off the record, es decir, “nada de
lo que diga aquí puede salir de aquí”.
Ayer vivimos un nuevo paso atrás en esa “democracia
madura” de la que tanto presume Rajoy y que, en cambio, precisó de un acto
tan lamentable como el vivido. En realidad, escenifica el Pacto a favor del
Bipartismo. Ni más ni menos… y pone la primera piedra del pacto que
podríamos ver en noviembre si ese bipartidismo se ve amenazado tras las
Elecciones Generales. Llegado el punto, nos lo venderán como una cuestión de
Estado para salvar al país de los anti-sistema que ansían el poder.
Deplorable.
Fuente: www.publico.es
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