nuevatribuna.es |Pablo
Vaamonde | Médico de familia | A Coruña |10 Febrero 2015 - 18:43 h.
De los casi 20
millones de niños europeos en riesgo de pobreza, más de un 13% son españoles
No me atrevo a
pronosticar como será la salud de nuestros jóvenes cuando pasen treinta años.
En este mundo tan cambiante y globalizado, dominado por las fuerzas oscuras del
mercado, cualquier predicción puede ser errónea. (Sólo me atrevo a predecir que
aumentarán, en gran medida, los procesos tendinosos y artrósicos en manos y
muñecas, causados por el uso compulsivo de tabletas y móviles).
Ya sabemos que
nuestra salud no depende sólo del sistema sanitario. Todos tenemos una
predisposición genética que, en buena medida, condiciona nuestra salud. Influye
el entorno y el medio ambiente, y tambien nuestros estilos de vida. Ciertos
hábitos adquiridos por amplios sectores de la juventud actual influirán en su
salud futura. La tendencia al sedentarismo, el incremento de la obesidad,
el uso compulsivo de dispositivos móviles –y la cultura de la inmediatez-, el
consumo de drogas legales e ilegales, la utilización abusiva de fármacos para
los malestares de la vida cotidiana: todos estos factores influirán en la salud
colectiva en un futuro próximo. Ya veremos en qué medida.
La actual
crisis sistémica tambien dejará huella en la salud individual y comunitaria. La competitividad, la extrema exigencia
laboral, el deterioro de los empleos y de los salarios, la deficiente cobertura
social ante las situaciones de precariedad –laboral, económica, familiar o de
salud-, la dificultad para el desarrollo personal y laboral, la incertudumbre sobre
el futuro personal y colectivo: todos estos factores, cuya evolución en el
próximo futuro ignoramos –porque depende de la interacción de múltiples
factores y de la capacidad de la juventud para oponerse a la opresión del
capitalismo especulativo-, influirán en la salud de los jóvenes en el porvenir.
Depende de todos, y tambien de ellos mismos, que podamos construir un futuro
mejor.
Lo que ya es más
preocupante es la salud y el porvenir de nuestros niños. Un 30% de la infancia
española se encuentra en riesgo de pobreza. La crisis y los recortes sociales
han agravado una situación que ya era preocupante hace 5 años, con el 25%. De
los casi 20 millones de niños europeos en riesgo de pobreza, más de un 13% son
españoles. La pobreza de los niños depende de la pobreza de los padres, “no
hay niños pobres de padres que no lo sean”, afirma Vicenç Navarro, por lo que la situación de la
infancia depende de la situación de sus familias –sobre todo de sus madres-.
También recuerda que la pobreza en los niños favorece el fracaso escolar, lo
que tiene consecuencias muy negativas para el futuro del país. La malnutrición,
las deficientes condiciones de la vivienda, la desprotección frente a las
inclemencias del tiempo y la baja resistencia ante la enfermedad hace que los
niños pobres tengan más enfermedades. La pobreza, la falta de cuidados y de
expectativas representan un severo atentado contra la salud de nuestros niños,
contra nuestro futuro.
En un informe de la Fundación 1º de Mayo se recuerda que la
pobreza infantil está fuertemente relacionada con la precariedad laboral, los
bajos salarios y la inestabilidad en el empleo de los adultos. Los recortes
en política social provocan un enorme aumento de la desigualdad y un aumento de
la pobreza en general y de la pobreza infantil en particular, y hacen más
pobres a quienes ya lo eran. La pobreza no debería ser un camino sin retorno,
pero esta infancia que crece con limitadas expectativas, con escaso apoyo
social y con dificultad de acceso a la educacion y la sanidad pueden cronificar
su situación y ver cegada su salida de la precariedad en el futuro.
Esta situación no
es exclusiva de España. Toda Europa, en mayor o menor medida, tiene el mismo
problema. Save the Children ha dado la alerta: la actual
crisis económica, financiera y social de Europa está creando un aumento de la
pobreza y la exclusión social infantil en todo el continente. Cerca de 27
millones de niños y niñas corren el riesgo de caer en la pobreza y la exclusión
social. Si queremos defender nuestro futuro colectivo tendremos que cambiar las
políticas para que los niños, todos los niños, tengan la posibilidad de
desarrollar una vida plena que les permita aspirar a ser felices.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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