Considera que para el "sentir
popular" es un apellido, pese a que fue un seudónimo, y obliga a los Lenin
sudamericanos que se registran en España a cambiarse el nombre
ANDRÉS MUÑIZ
Madrid 10/03/2013 08:00 Actualizado: 10/03/2013 09:19
Llamarse
Lenin de nombre de pila en España está prohíbido. La razón es que invita a
confusión, porque el "sentir popular" -errado- piensa que es un
apellido, aunque en realidad fue el seudónimo del líder de la revolución rusa
de 1917.
Este
rocambolesco argumento es el que esgrime el Gobierno en una respuesta
parlamentaria por escrito que ha enviado al diputado de IU Gaspar Llamazares,
que se había interesado por los motivos por los cuales los jueces del Registro
Civil prohíben en España la inscripción del nombre Lenin, frecuente en América
Latina, a un extranjero que obtiene la nacionalidad española, obligándole así a
cambiar su denominación de origen.
El Ejecutivo
destaca que los que se llaman Lenin deben sustituir su nombre en el
registro por "otro ajustado a derecho", ya que el mote del líder
bolchevique infringe las normas del Registro Civil. En concreto, añade la
respuesta, "según doctrina reiterada de la Dirección General de los
Registros y del Notariado, están prohibidos los nombres que hagan confusa la
identificación de las personas".
Esta
circunstancia concurre "cuando el nombre pretendido puede ser confundido
con un apellido". Pero la realidad es que Lenin no era el apellido de Vladimir
Ilich Ulianov, sino su sobrenombre.
Pero para
este contratiempo impuesto por la realidad tiene también contestación el
Gobierno: "Esta doctrina --la de que un nombre se confunda con un
apellido-- se extiende por identidad de razón a los supuestos de hecho donde el
nombre pretendido se identifica con un seudónimo que para el sentir popular se
puede entender como apellido --independientemente de qué personaje en concreto
ostentase tal seudónimo--".
Como
alternativa, el Ejecutivo permite que se adopte el nombre de "Vladimir
Ilich"
Así sucede,
continúa la respuesta, con Lenin, que "es identificado con el
apellido de un personaje histórico aunque el mismo correspondiera sólo al
seudónimo con el que fue conocido dicho personaje". O sea, que el sentir
popular manda, aunque esté completamente equivocado como es el caso.
Además, el
Ejecutivo da una salida a los admiradores del revolucionario ruso:
"Cuestión distinta sería que lo que se tomara del personaje histórico en
cuestión fuera el nombre, en cuyo caso no habría obstáculo legal".
Llamarse Vladimir Ilich, entonces, sí es correcto, o lo que es lo mismo, no
está amenazado por algún sentir popular.
El diputado
Llamazares recordó que en la actualidad son aceptados nombres de fantasía o
históricos, por lo que no entendía lo de Lenin. Desde 1977, la Ley suprimió
la referencia al nombre impuesto en el bautismo católico, y estableció la
libertad de imposición de nombres con el límite del "respeto a la dignidad
de la propia persona". O lo que es lo mismo, se prohibían los nombres que,
"por sí o en combinación con los apellidos, resulten contrarios al decoro
de la persona".
También
están vetados los que induzcan en su conjunto a confusión en cuanto al sexo del
nacido; poner el mismo nombre que ostente uno de los hermanos, a no ser que
hubiera fallecido; y los que hagan confusa la identificación, que es a lo que
se agarra el Gobierno para prohibir llamarse Lenin.
Llamazares
también reclamaba en su pregunta que se unificaran en la práctica los criterios
del Registro Civil, "a la luz de la realidad social y cultural de un mundo
globalizado", y se evitaran casos, como ha ocurrido, en que un juez
conceda la inscripción de un nombre que por otro juez se prohíbe.
En este
terreno, la respuesta dice que el Ministerio de Justicia es consciente de los
problemas derivados de esa disparidad de resoluciones que pueden producirse, y
de la importancia de la inscripción del nombre elegido, entre otras cosas, al
afectar al derecho al libre desarrollo de la personalidad. Por ello, anuncia
que está clarificando y unificando criterios que plasmará en el futuro
en una instrucción.
La
imposibilidad de llamarse Lenin ya estaba instalada en España en los años
treinta del siglo XX, como le ocurrió a un vecino de Lugo que quiso llamar a un
hijo como el líder ruso, y a la hija, Igualdad. El resultado, que Público contó en junio de 2011, es
que el cura se negó a refrendar con agua bendita este bautizo.
Fuente: www.publico.es
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