martes, 26 de marzo de 2013

UNIÓN EUROPEA: ¡¡AHORA VIENEN A POR NUESTROS AHORROS!!



El presidente del Eurogrupo propone el saqueo de los ahorradores para sanear las cuentas de los bancos 
 Martes, 26 de marzo de 2013 Por Máximo Relti para Canarias Semanal
       Jeroen Dijsselbloem es un holandés católico,"moderno", tecnócrata y relativamente joven. Tan solo tiene 46 años,  pero ya es nada menos que  presidente del Eurogrupo. Es un genuino representante de los intereses bancarios de su país y de las entidades financieras germanas. Hace unos días se "deslenguó” ante sus entrevistadores del  periódico británico Financial Times y la Agencia de Prensa Reuters. Aunque, en honor a la verdad, hay que decir que las procacidades  de los políticos ante los medios no son fruto de una pasajera intemperancia, sino que están diseñadas  para medir la magnitud que  su desafío provocador puede suscitar en la sociedad.
   Dijsselbloem declaró a los medios, que el reciente caso de Chipre puede representar perfectamente un modelo futuro para resolver los problemas bancarios que se
JEROEN DIJSSELBLOEM
plantean en la eurozona. Según este economista especializado en Administración empresarial, en Europa quedan países que "no han hecho sus deberes". O, dicho de otro modo, que todavía no han sido exprimidos al cien por cien. Jeroen Dijsselbloem opina que los procedimientos utilizados en Chipre, es decir, el saqueo de los depositantes – eufemísticamente conocido con la acepción argentina de “corralito”- muy bien pudieran ser un arquetipo para ejemplos similares en el territorio europeo.
AHORA, A POR LAS "CLASES MEDIAS"
       Las declaraciones del presidente del Eurogrupo han sido consideradas con toda razón como un aviso de que con el caso  chipriota se ha abierto la veda para la aplicación de "quitas" en todos los depósitos bancarios de más de 100.000 euros. Dicho de otra forma, la gran banca noreuropea está dispuesta a exigir, una vez saqueados todos los fondos públicos de los paises de la periferia del sur,  que sean los ahorradores los que paguen los problemas de sus respectivos bancos. El político holandés convirtió de repente en accionistas a los ahorradores, aunque estos no dispongan ni de la posibilidad de  olfatear los dividendos.
     Según manifestó  Dijsselbloem al órgano de expresión del capitalismo británico, éste es el momento adecuado para, aprovechando la calma actual de los mercados financieros, cambiar los expeditivos mecanismos utilizados hasta ahora para rescatar a los bancos en quiebra.
   De acuerdo con las precisiones  formuladas por el  jerarca de la UE, se trataría de dar  un giro copernicano a los procedimientos socialmente devastadores aplicados hasta la fecha. Aunque Dijsselbloem ha sugerido que en esta nueva fase deben de ser los bancos los que asuman sus riesgos, lo que en realidad  se proponen  es  que sean los depositantes, es decir, los jubilados, los mayores de 50 años, los sectores medios de la población, los profesionales,  los que terminen de pagar la factura que en su día empezaron a sufragar los millones de asalariados  que hoy engrosan  las filas del ejército de parados.  Le ha tocado el turno a la llamadas "clases medias" que hasta ahora habían  logrado esquivar los golpes más duros del tsunami de la "crisis". Con el cinismo propio de los tecnócratas, Dijsselbloem pretende enmascarar su discurso incluso con un mensaje reivindicativo: "ahora los que más tienen serán los que más pagarán". Es una mentira podrida. Los millones que menos tenían ya fueron esquilmados por la gran banca teutona a través de sus  gauleiters conservadores y socialdemócratas en los países  del sur europeo. Ahora lo que se intenta es el asalto a las alforjas de aquellas "clases medias" tan enaltecidas en otros tiempos por los ideólogos del capitalismo igualitario. Jeroen Dijsselbloem  miente deliberadamente, porque él sabe mejor que nadie en qué refugios se encuentran los grandes capitales de la UE, a cuya libre y perversa circulación especulativa  el Parlamento europeo  ha sido incapaz de imponer algo más que un microscópico impuesto simbólico.
 

      Pero esta glosa quedaría incompleta si no fuera acompañada por una reflexión acerca de lo que hoy sucede  en la UE. Los grandes capitales   se sienten confiados, seguros  y pletóricos ante la irritante debilidad mostrada  por los sindicatos y organizaciones de la izquierda europea. Ninguna de estas formaciones se ha atrevido a trazar la raya a partir de la cual estarían  dispuestas a jugarse el todo por el todo para impedir la continuidad de la arrolladora ofensiva de las clases dominantes.

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