miércoles, 27 de marzo de 2013

EL MINERAL PREDILECTO DE LAS GUERRAS SE EXTRÍA EN ARTEIXO (A CORUÑA)



REPORTAJE M.R.N. | Actualizado 27 Marzo 2013 - 02:31 h.
mineros de barbeito de “o mar de arteixo e os seus naufraxios”
“Os obreiros e veciños, non souberon nunca a importancia que tiña para os nazis o mineral que extraían. Non imaxinaban  que os tanques do Afrika Korps estaban reforzados co volframio de Arteixo”, resume Xabier Maceiras en su libro “O mar de Arteixo e os seus naufraxios”.
El citado libro indica que unas cuatrocientas personas trabajaron entre 1940 y 1968 en la extracción del mineral. La II Guerra Mundial y la Guerra de Corea supusieron los dos momentos álgidos de la explotación del wolframio.
La más importante se ubicaba en monte Barbeito con una plantilla de doscientas personas. Pero este no es el único lugar en el que había wolframio. En Figueiroa, en el entorno de lo que hoy es el polígono de Sabón, otra explotación arrancaba en 1944 con 67 obreros y sus dueños dejaron este negocio en 1952 con 146 personas, como explican en un estudio los profesores de la Universidad de Santiago Ruiz Mora y Ameixeiras López. También en Uxes, Barrañán, Loureda o Morás existieron explotaciones.
La última de estas minas fue la bautizada como “Lunes” en Vilarrodís, indican las mismas fuentes. La concesión para extraer el material caducaba en 1968 y desde entonces, el wolframio pasó a ser parte del recuerdo de los vecinos.
Mientras los empresarios extraían este “oro negro”, los propios mineros se sacaban un sobresueldo recolectando de las galerías algún que otro pedazo del material.
Adolfo Vázquez es uno de esos vecinos de Arteixo que todavía recuerda cómo iban “á roubeta”, para vender el material en el mercado negro. Cuenta Maceiras en su obra que la pobreza de la época (década de los 40), muchos optaban por ir al monte y buscar con sus propias manos un poco de esta riqueza.
Una gran riqueza
Parte del “skyline” arteixán está definido por las explotaciones a cielo abierto, que compiten con la ladera creada para el polígono de Morás y la industria definida en lugares como Sabón.
La riqueza del suelo arteixán es de sobra conocida. Aunque a día de hoy los áridos triunfan por encima de otros materiales, el municipio incluso llegó a contar con minas de hierro.
A finales del siglo XIX, un diario ya desaparecido “El Telegrama” daba cuenta de la puesta en marcha de la mina “Gervasia”. Ubicada en la parroquia de Barrañán, aunque el negocio no prospero demasiado. La prensa de la época vuelve a hacer referencia a una mina de hierro que en 1902 ya había echado el cierre.

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