LA RESPONSABILIDAD DE
SYRIZA
nuevatribuna.es | Rafael
Simancas | Sistema Digital | 01 Febrero 2015 - 15:56 h.
Tsipras haría bien en atender antes a la mano tendida de los
socialistas Shultz, Hollande y Renzi, que a los cantos de sirena del peligroso
zar de las rusias
Syriza ha asumido una gran responsabilidad con el gobierno
griego. No solo carga con el compromiso de devolver dignidad y calidad de vida
a la ciudadanía de Grecia. El resultado de su desafío al
establishment europeo repercutirá sobre el conjunto de la ciudadanía en el
viejo continente. Veremos si para bien o para mal.
El partido de Tsipras obtuvo un respaldo electoral masivo en
Grecia al conectar con el rechazo popular a las imposiciones bárbaras de la
Troica. También se benefició por la incomparecencia de la socialdemocracia en
la oposición al gobierno nacional que aplicaba aquellas imposiciones. La
alianza contra natura del PASOK con la derecha de Nueva Democracia ha
dejado expedito para Syriza el campo de la contestación popular al
austericidio.
La coalición de izquierda radical Syriza, que así reza la
traducción literal de su nombre, protagonizó una campaña muy emocional. Condena
sin paliativos a Merkel, a la nomenklatura de Bruselas, al BCE, a sus
“delegados” en el Gobierno griego… Garantía contundente de acabar con la dura
condicionalidad de las ayudas europeas. Negativa tajante a pagar las deudas
pendientes en los términos pactados. Recuperación automática del gasto público
y las políticas de bienestar….
La emocionalidad de la campaña ha empujado al éxito en la
jornada electoral, pero limita mucho el margen de negociación con los
acreedores, y arriesga una pronta frustración entre la ciudadanía griega con
consecuencias imprevisibles.
Los primeros pasos del Gobierno de Syriza han sido
contradictorios. El primer Consejo de Gobierno confirmó todas las promesas de
campaña, desde la subida drástica del salario mínimo hasta el aseguramiento
sanitario de 300.000 griegos sin cobertura, pasando por la recontratación de
miles de funcionario. Eso sí, sin aclarar el origen de los fondos con que pagar
todo esto. Pero, al mismo tiempo, Tsipras tardó apenas unas horas en firmar una
coalición de Gobierno difícil de explicar y de entender con un partido de
derechas, nacionalista, xenófobo, clerical y antiturco, al que otorgó nada
menos que el crucial ministerio de Defensa.
Un Gobierno integrado exclusivamente por hombres, sin una
sola mujer, tampoco resulta coherente con las expectativas de radicalidad
democrática. De entrada, ha dejado fuera a más de la mitad de la población. Con
todo, preocupan sobremanera sus coqueteos con la Rusia filo imperial de Putin,
y el boicot a los consensos europeos para frenar la escalada expansiva y
belicosa del Kremlin.
Resulta previsible cierta resistencia en las instituciones
de la Unión Europea para ceder de entrada a los planteamientos del Gobierno de
Syriza, cuando se presentan de forma dura y exigente, junto al chantaje
implícito de su acercamiento al adversario común en Rusia. Alguien puede
interpretar en Bruselas que cualquier margen ofrecido a las posturas exigentes
del populismo griego supondría un aliento para otros movimientos populistas en
el resto de Europa.
En consecuencia, sería razonable que el nuevo Gobierno
griego, con una legitimidad democrática incontestable, actuara con
responsabilidad dentro y fuera de su país. Reclamando con firmeza un marco
viable de relaciones con los acreedores financieros, compatible con las
posibilidades de desarrollo y la recuperación de la dignidad de los nacionales
griegos. Y, a la vez, ofreciendo colaboración a las instituciones europeas para
contribuir a la estabilidad y el desarrollo común. Tsipras haría bien en
atender antes a la mano tendida de los socialistas Shultz, Hollande y Renzi,
que a los cantos de sirena del peligroso zar de las rusias.
A muchos nos ha sorprendido también que el empeño lógico de
Syriza por reformar el sistema de gastos en Grecia, reestructurando el pago de
las deudas y atendiendo necesidades sociales de la población, no se haya
acompañado por un propósito público tan decidido para mejorar su sistema de
ingresos, con planes de activación económica y con estrategias firmes contra el
fraude fiscal. El futuro de Grecia no depende tan solo de la recuperación del
gasto, sino también de la recuperación de los ingresos públicos.
Respecto a los paralelismos interesados entre la situación
de Grecia y de España, cabe parar los pies a los oportunistas. Ni España ha
sufrido el rescate brutal de Grecia, a pesar de nuestros muchos problemas. Ni
el PSOE es el PASOK, porque aquí no hay pactos contra natura, y los socialistas
somos referencia clara de alternativa. Ni Podemos es Syriza, aunque solo sea
porque estos últimos se califican de izquierdas, sin indefiniciones populistas,
y tienen una experiencia institucional, de oposición y de gobierno, que les
faculta para gobernar. Esperemos que para bien…
Fuente: www.nuevatribuna.es
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