domingo, 1 de febrero de 2015

LOS SOCIOLISTOS DE LA UE NOS QUIEREN CONVENCER CON OTRA MILONGA



LA RESPONSABILIDAD DE SYRIZA
nuevatribuna.es | Rafael Simancas | Sistema Digital | 01 Febrero 2015 - 15:56 h.
Tsipras haría bien en atender antes a la mano tendida de los socialistas Shultz, Hollande y Renzi, que a los cantos de sirena del peligroso zar de las rusias
Syriza ha asumido una gran responsabilidad con el gobierno griego. No solo carga con el compromiso de devolver dignidad y calidad de vida a la ciudadanía de Grecia. El resultado de su desafío al establishment europeo repercutirá sobre el conjunto de la ciudadanía en el viejo continente. Veremos si para bien o para mal.
 El partido de Tsipras obtuvo un respaldo electoral masivo en Grecia al conectar con el rechazo popular a las imposiciones bárbaras de la Troica. También se benefició por la incomparecencia de la socialdemocracia en la oposición al gobierno nacional que aplicaba aquellas imposiciones. La alianza contra natura del PASOK con la derecha de Nueva Democracia ha dejado expedito para Syriza el campo de la contestación popular al austericidio.
La coalición de izquierda radical Syriza, que así reza la traducción literal de su nombre, protagonizó una campaña muy emocional. Condena sin paliativos a Merkel, a la nomenklatura de Bruselas, al BCE, a sus “delegados” en el Gobierno griego… Garantía contundente de acabar con la dura condicionalidad de las ayudas europeas. Negativa tajante a pagar las deudas pendientes en los términos pactados. Recuperación automática del gasto público y las políticas de bienestar….
La emocionalidad de la campaña ha empujado al éxito en la jornada electoral, pero limita mucho el margen de negociación con los acreedores, y arriesga una pronta frustración entre la ciudadanía griega con consecuencias imprevisibles.
Los primeros pasos del Gobierno de Syriza han sido contradictorios. El primer Consejo de Gobierno confirmó todas las promesas de campaña, desde la subida drástica del salario mínimo hasta el aseguramiento sanitario de 300.000 griegos sin cobertura, pasando por la recontratación de miles de funcionario. Eso sí, sin aclarar el origen de los fondos con que pagar todo esto. Pero, al mismo tiempo, Tsipras tardó apenas unas horas en firmar una coalición de Gobierno difícil de explicar y de entender con un partido de derechas, nacionalista, xenófobo, clerical y antiturco, al que otorgó nada menos que el crucial ministerio de Defensa.
Un Gobierno integrado exclusivamente por hombres, sin una sola mujer, tampoco resulta coherente con las expectativas de radicalidad democrática. De entrada, ha dejado fuera a más de la mitad de la población. Con todo, preocupan sobremanera sus coqueteos con la Rusia filo imperial de Putin, y el boicot a los consensos europeos para frenar la escalada expansiva y belicosa del Kremlin.
Resulta previsible cierta resistencia en las instituciones de la Unión Europea para ceder de entrada a los planteamientos del Gobierno de Syriza, cuando se presentan de forma dura y exigente, junto al chantaje implícito de su acercamiento al adversario común en Rusia. Alguien puede interpretar en Bruselas que cualquier margen ofrecido a las posturas exigentes del populismo griego supondría un aliento para otros movimientos populistas en el resto de Europa.
En consecuencia, sería razonable que el nuevo Gobierno griego, con una legitimidad democrática incontestable, actuara con responsabilidad dentro y fuera de su país. Reclamando con firmeza un marco viable de relaciones con los acreedores financieros, compatible con las posibilidades de desarrollo y la recuperación de la dignidad de los nacionales griegos. Y, a la vez, ofreciendo colaboración a las instituciones europeas para contribuir a la estabilidad y el desarrollo común. Tsipras haría bien en atender antes a la mano tendida de los socialistas Shultz, Hollande y Renzi, que a los cantos de sirena del peligroso zar de las rusias.
A muchos nos ha sorprendido también que el empeño lógico de Syriza por reformar el sistema de gastos en Grecia, reestructurando el pago de las deudas y atendiendo necesidades sociales de la población, no se haya acompañado por un propósito público tan decidido para mejorar su sistema de ingresos, con planes de activación económica y con estrategias firmes contra el fraude fiscal. El futuro de Grecia no depende tan solo de la recuperación del gasto, sino también de la recuperación de los ingresos públicos.
Respecto a los paralelismos interesados entre la situación de Grecia y de España, cabe parar los pies a los oportunistas. Ni España ha sufrido el rescate brutal de Grecia, a pesar de nuestros muchos problemas. Ni el PSOE es el PASOK, porque aquí no hay pactos contra natura, y los socialistas somos referencia clara de alternativa. Ni Podemos es Syriza, aunque solo sea porque estos últimos se califican de izquierdas, sin indefiniciones populistas, y tienen una experiencia institucional, de oposición y de gobierno, que les faculta para gobernar. Esperemos que para bien…
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