Entrevista con el autor de 'los últimos
españoles de Mauthausen'
LUIS DíEZ | Publicado: 31/1/2015 08:46
El periodista Carlos Hernández de Miguel (Madrid,
1969) es un hombre curtido en bastantes riesgos y no pocas batallas como
corresponsal de guerra en Afganistán, Irak y otras zonas de conflicto. Él y
otros compañeros sacaron a José Couso gravemente herido del hotel
Palestina de Bagdad, donde fue alcanzado por el cañonazo de un carro de combate
de los invasores estadounidenses, pero nada pudieron hacer ya para salvarle la
vida. Ahora se ha ocupado de los republicanos españoles que fueron hechos
prisioneros en Francia por las tropas alemanas y trasladados a los campos nazis
de exterminio. Su labor de reportero le ha llevado a escribir un libro tan
impresionante y apasionante como oportuno sobre los más de 9.000 republicanos españoles
que sufrieron y la mayoría perdieron la vida en aquellos campos de la muerte.
“Nunca se repetirá bastante que fueron deportados y exterminados por orden de
Franco”, afirma. Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B) deja
claro quienes fueron los culpables: el dictador Franco y su cuñado Serrano
Suñer. Y denuncia el desprecio y el olvido por parte del Estado dizque
democrático español. La iniciativa de Hernández no termina ahí, ya que hoy
lanza el portal deportados.es con
vídeos, fotos y documentos de los españoles en los campos de la muerte.
– ¿Cómo te surgió la idea y la motivación de ocuparte de
aquellos españoles del éxodo y el llanto por utilizar las suaves palabras del
poeta León Felipe?
— Surge por un tema familiar; un tío abuelo mío que era como
mi abuelo (de hecho, mis dos abuelos habían muerto muy jóvenes), venía a Madrid
todos los veranos y solía estar un mes conmigo. Él vivía en Francia, tenía
nacionalidad francesa. Era un hombre muy abierto y tolerante, una de esas
personas con una forma de ser distinta a las que conocía aquí. Yo era un chaval
de poca edad y cuando murió, en 1992, se me quedó clavada la espina de no
haberle preguntado lo que vivió y cómo logró sobrevivir en Mauthausen. Hace año
y medio me plantee investigar su historia para que la conociera nuestra familia
y eso me llevó a conocer a otros supervivientes.
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“Hubo
más de 9.000 personas, hombres, mujeres y también niños con nacionalidad
española en los campos nazis de exterminio”
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– Surgió así el libro, como un cesto de cerezas.
— Así ha sido. He tenido la suerte de poder conocer y
entrevistar todavía a 18 supervivientes, hombres y mujeres ya de avanzada edad,
he escuchado sus testimonios y también les he visto llorar, sus ojos rojos,
vidriosos… He completado sus testimonios con escritos y notas de muchos
familiares y con una amplia consulta bibliográfica y de archivos oficiales. Los
periodistas tendemos a ocuparnos de contar la realidad que descubrimos y que
conocemos directamente, y en este caso he considerado necesario aportar una
visión de conjunto.
– Por lo que conocemos hasta el momento, están
documentadas unas 8.700 deportaciones a los distintos campos de exterminio; sin
embargo, aseguras que fueron más de 9.000.
— Esto se debe a que en los últimos años ha habido muchas
personas que se han puesto en contacto con las asociaciones de Amical en
Francia y en España para aportar datos. Hoy podemos decir que hubo más de 9.000
personas, hombres, mujeres y también niños con nacionalidad española en los
campos nazis de exterminio. No sólo en el complejo de Mauthausen-Gussen, sino
en Dachau, Buchenwald, Sachsenhausen, Treblinka y varios más.
– ¿Qué ocurrió con los supervivientes? ¿Pudieron volver a
España?
— No, la gran mayoría de los que sobrevivieron adoptaron la
nacionalidad francesa y se quedaron para siempre en el exilio. Solo en muy
contados casos, como el de Neus Català, que regresó a Tarragona, consta
que hayan vuelto. Hay un caso como el de Josep Figueras, también de
Tarragona. A este hombre le venía bien para su delicada salud el clima
mediterráneo, de modo que después de cerciorarse de que no había ninguna causa
contra él, decidió regresar, pero tenía que presentarse regularmente en el
cuartel de la Guardia Civil. Me decía que toda la vida se había sentido
vigilado. La primera orden que recibió del jefe del cuartel de la Guardia Civil
fue: “Pórtate bien y ve todos los domingos a misa”. Pasado el tiempo, algunos
pudieron regresar de visita con pasaporte francés.
Hernández, con un ejemplar de su libro, el pasado lunes, en
el acto de presentación. / Fernando Alvarado (Efe)
– ¿Qué testimonios te han impresionado más?
— Yo creo que el destrozo vital. Date cuenta de que muchos
liberados no pudieron resistir las pesadillas y el sentimiento de culpa de
haber salido vivos mientras sus amigos, compañeros y familiares murieron de una
forma atroz, la mayoría de hambre y enfermedad, y tiempo después de la
liberación se acabaron suicidando. El caso del escritor judío sefardita Primo
Levi es bien conocido. Hoy parece claro que no pudo resistir las heridas
abiertas por los diez meses que pasó en el campo de exterminio de Auschwitz,
liberado por el Ejército Rojo. Todos me dicen que todavía, setenta años
después, sufren pesadillas. “Carlos, los SS resucitan por la noche y vuelven a
torturarme”, me decía un superviviente. El caso de Siegfried Meir me
impresionó vivamente. Él era un niño de corta edad, hijo de una familia judía
deportada a Auschwitz. A sus padres los mataron, pero como era rubito y muy guapo
se lo quedaron y lo dieron a un español para que lo cuidara. Acabó en
Mauthausen. Él vive ahora en Ibiza y cuando escucha a alguien hablar alemán se
pone malo, pero no porque aborrezca ese idioma ni a los alemanes, sino por una
angustia, una secuela psicológica de por vida. Paco Griéguez no puede
dormir por la noche: todavía siente pánico a la oscuridad.
–¿Se sienten los más ignorados en España de cuantos
lucharon por la libertad?
— Lo que dicen es que en Francia y en otros países europeos
son héroes –han sido condecorados, han recibido la Legión de Honor– y en
España son olvidados. El Estado español les ha ignorado completamente, y no sé
yo si las autoridades tendrán a bien aprovechar la efemérides del 70º
aniversario de la liberación de Mauthausen y el 40º de la desaparición del
dictador para rendirles homenaje y que su historia y su lucha por la libertad
se conozca.
– No parece que así sea si tenemos en cuenta que en el
homenaje a las víctimas del holocausto que presidió el rey Felipe VI el día 27
en el Senado, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo,
ni siquiera mencionó a los españoles.
— Eso me parece un desprecio y una indignidad, una
demostración de que somos una anomalía democrática. Es obvio que todos los 27
de enero hay que recordar a los millones de judíos asesinados, pero creo yo que
habría que aprovechar estos actos para realizar una discriminación positiva de
los españoles, porque mientras toda la sociedad es consciente del holocausto y
conoce lo que ocurrió, el 90% de los españoles todavía desconoce que miles de
republicanos fueron deportados y murieron en aquellos campos de lo que los
criminales del III Reich llamaban “la solución final”.
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“El
homenaje en
el Senado a las víctimas del Holocausto me pareció una indignidad y un desprecio a miles de republicanos que fueron deportados y murieron en aquellos campos” |
– En el libro aportas pruebas concretas de que Franco y
su cuñado Serrano Suñer pidieron a Hitler que exterminara a los demócratas
españoles.
— La orden clave por la que los prisioneros españoles son
enviados a los campos de exterminio fue cursada el 25 de septiembre de 1940
desde Berlín a las SS. Lo que les ocurrió a los prisioneros españoles que
combatían a los nazis junto a algunas unidades del Ejército francés no les
ocurrió a los franceses ni, mucho menos, a los británicos. ¿Por qué? El mismo
día que Berlín dio la orden de deportar a los españoles a los campos de la
muerte, Ramón Serrano Suñer estaba en la capital alemana y se había
reunido con Hitler y con Himmler, el jefe de la Gestapo. Otra
prueba bastante macabra y miserable de la lealtad de los jefes nazis hacia el
dictador español, hasta el punto de hacer lo que Franco les pedía, fueron las
peticiones de que se sacaran de Mauthausen a determinadas presos cuyos
familiares había conseguido que algún preboste franquista abogara por ellos.
Hay telegramas pidiendo la liberación de zutano o de mengano. En algún caso
llegaron a tiempo. En otros, las respuestas de Berlín fueron que ya habían
muerto. Es decir, que incluso después de ordenar el exterminio, Franco y
Serrano Suñer decidían a quién podían librar de la muerte.
– Parece claro quiénes fueron los culpables de aquellos
crímenes de lesa humanidad.
— Franco y Serrano Suñer. En el libro queda meridianamente
claro. Hay asesinos, culpables y también cómplices. En el libro hablo de las
empresas que se lucraron de los trabajos forzados de los prisioneros españoles,
de la responsabilidad de Stalin y del mal papel de los aliados, que
conociendo lo que ocurría en los campos de exterminio no tuvieron ninguna prisa
en adelantar la liberación porque no había británicos ni estadounidenses.
– ¿Te consta que en estos años de democracia haya habido
algún gesto del Estado para reconocer a aquellas víctimas?
— Ninguno, cero. A los militares republicanos les
reconocieron una pensión a mediados de los años ochenta. En 2005, el entonces
presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó Mauthausen. Eso
ha sido todo. Lo mínimo que cabría solicitar es una petición de perdón y una
reparación moral. Nada de eso se ha producido en un país con más de cien mil
muertos en las cunetas y nueve mil en los campos nazis.
Trece deportados aportan su voz y su rostro para rendir
homenaje a los más de 5.000 españoles que fueron asesinados en los campos
nazis. Un vídeo breve y emotivo con motivo del 70 aniversario de la liberación
de los campos y del 75 aniversario de la llegada de los primeros españoles a
los campos nazis. / deportados.es
Fuente: http://www.cuartopoder.es/


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