15/07/2014
- 20:14h
El escenario de unas elecciones anticipadas en noviembre ya
no conviene a Rajoy o a Mas.
Cuando ya empezábamos a pensar que no iba a quedar más
remedio que recurrir a algún servicio de citas virtual para que Mariano y Artur
pudieran encontrar ese momento para hablar e intercambiar sensaciones y
experiencias, ellos solos se han encontrado. Como en las grandes historias
románticas, todo empezó con un inocente correo electrónico, luego vino una
llamada y ya estamos buscando día para la cita. En unas horas parecen haberse
disuelto como azucarillos esos complejos problemas protocolarios y aquellas
hostiles amenazas constitucionales que nos han tenido bloqueados durante meses.
Donde sólo reinaba la incomprensión, ahora mandan las ganas de compartir y
dialogar.
Lo bonito sería pensar que ambos han cambiado de
actitud por amor a la concordia y porque al fin han comprendido que la política
está para resolver problemas, no para inventarlos. Pero nos estaríamos
engañando. Lo hacen por puro interés. Ahora van a hablar por la misma razón que
antes no querían ni verse, por pura y simple conveniencia.
Hasta las elecciones europeas, tanto Rajoy como Artur
Más creían que el conflicto permanente les salía rentable y suponía un buen
negocio electoral. Convergencia podía mantener viva su carrera con ERC por el
predominio en el espacio nacionalista catalán marcando el paso desde la
Presidencia de la Generalitat. Al Partido Popular le daba un argumento de
batalla en el resto del Estado para mantener alerta a los suyos, señalándoles
un enemigo común y poniendo en evidencia las contradicciones de los demás. El
gran perjudicado era además el gran enemigo común como alternativa de gobierno:
los socialistas, españoles y catalanes.
Después del 25-M, las cuentas de andar todo el día
haciendo épica con el desafío soberanista ya no parecen cuadrar tan bien. El
bosque del monumental desastre electoral del PSOE ha tapado los árboles de los
malos resultados obtenidos por un Partido Popular que ve cómo su electorado más
fiel se desmoviliza y los viejos reclamos que antes servían para recuperarlo ya
no funcionan. CiU ha visto impotente cómo ERC parece escaparse definitivamente
en las encuestas mientras se siente cada vez más arrastrada por una dinámica
que ni lidera, ni controla.
La gente quiere soluciones, ya tenemos bastantes
problemas. Si los gobiernos de Madrid y Barcelona no saben suministrarlas, la
gente buscará quien sepa construirlas por cualquier medio necesario. Hay tanto
miedo en el PP ante las municipales y autonómicas que Rajoy ya no va a tener
que dar tantas explicaciones en su partido para poner en marcha una reforma
constitucional que casi todo el mundo reclama. En CiU intuyen tan imparable el
sorpaso de Esquerra si se mantienen el el carril actual que todo cuanto les
pueda permitir un cambio de dirección les parece bien.
El escenario de unas elecciones plebiscitarias en
noviembre ya no le conviene. Ni a Mariano Rajoy, ni a Artur Mas. Por eso ahora
serán todo lo razonables que deban ser, hablarán cuanto haya que hablar,
negociarán lo que haya que negociar y se pactará cuanto se deba pactar. Se
acabaron los dramas y los desafíos. Toca hacer política. No hay mejor madre
para la virtud que la necesidad.
Fuente: www.eldiario.es

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