miércoles, 29 de enero de 2014

EL AYUNTAMIENTO EXTRAVÍA 200 OBRAS DE ARTE

Las Artes ignora el paradero de cuadros, esculturas y objetos con siglos de historia
Algunos de los bienes más valiosos llevan desaparecidos más de una década

Depósito de muebles y enseres en el Almacén de la Villa, donde el Ayuntamiento guarda sus bienes, además de objetos obtenidos por embargos. / SAMUEL SÁNCHEZ
El Ayuntamiento de Madrid ha perdido el rastro a cerca de 200 objetos registrados en el inventario municipal de bienes de carácter histórico y artístico, de los que se sabe prácticamente todo al detalle, incluido su valor económico, excepto el lugar en el que se encuentran. Estos objetos (cuadros, estatuas, mobiliario, tapices, etcétera) forman parte de un catálogo de 6.700 bienes catalogados. Según fuentes municipales, no se trata de obras pertenecientes a las colecciones museísticas del Ayuntamiento sino de objetos que, por su antigüedad o naturaleza artística, fueron incluidos en ese inventario. Este catálogo está siendo sometido ahora a revisión, con vistas a su publicación actualizada el próximo mes de marzo.
El área municipal de Las Artes, de quien depende, asegura que para entonces habrá localizado todos los objetos cuya ubicación ahora desconoce. Sin embargo, y pese a que el inventario se renueva de forma periódica, muchos de estos bienes, los más valiosos, llevan en paradero desconocido por lo menos desde 2003.
Lissavetzky: “El PP incumple su deber”
El líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky, cree que “el Ayuntamiento está incumpliendo su obligación de custodiar los bienes de todos los madrileños”. “Exijo que en el plazo de un mes se hagan constar todos los bienes pendientes de comprobación en el inventario. Es obligado dar de alta y de baja los bienes en cada momento que se producen”, añade.
“El grupo socialista lleva tiempo ya alertando sobre la necesidad de cuidar el patrimonio. Hace cuatro años colaboró en mejorar el control del inventario. Ahora vuelve a comprobar que el PP se salta sus deberes con los madrileños”, zanja Lissavetzky.
La edil socialista Ana García d’Atri añade: “Si constata que faltan bienes, el Ayuntamiento debe denunciarlo. Tiene que caer toda la responsabilidad política y, en su caso, penal sobre los encargados de la vigilancia del patrimonio. En este Ayuntamiento parece que solo está presente la cultura cuando se trata de agredirla o mercadear con ella”.
“No puede haber obras de arte que no sepamos dónde están. Me temo lo peor dado que el cuadro de Antonio de Felipe ni siquiera está inventariado, algo inconcebible, y por lo que cuanto antes alguien debería responder. Esto es un episodio más del desinterés del Gobierno del Partido Popular por la cultura”, considera el portavoz municipal socialista, Jaime Lissavetzky.
La alusión a un cuadro de Antonio de Felipe se corresponde con la presunta desaparición de una obra de ese autor cedida en 1996 a la Junta de Distrito de Retiro. El cuadro, valorado en 12.000 euros, no fue incluido en el inventario de bienes de carácter histórico y artístico. Colgó del despacho del concejal durante años, hasta que un día sencillamente dejó de estar allí y ahora nadie sabe dónde se encuentra.
Algo similar puede haber ocurrido con los cerca de 200 objetos (198, según el Ayuntamiento; 209, según el recuento realizado por este periódico) que figuran catalogados en una localización “pendiente de comprobación”.
Pudieron ser trasladados de lugar sin que se apuntara adónde, por ejemplo. Así, ahora descansarían en un almacén a la espera de volver a su ubicación original o a cualquier otra. O pudieron ser distraídos hace tiempo por amigos de lo ajeno sin que el Ayuntamiento se percatara de ello. En cualquier caso, se trata de bienes de todos los madrileños que el Consistorio ha extraviado. Algunos tienen, además de su supuesto valor histórico o artístico, un presunto valor económico.
En este caso, la cuantía fijada en el inventario debe tomarse con cautela porque se trata del valor de adquisición (una lámpara de techo estilo araña comprada en 1945 por un millón y medio de pesetas, cuando por ese dinero se podía adquirir una buena casa, figura ahora por ese mismo valor, 9.000 euros) o el que se le diera en el momento de inclusión en el catálogo. No se tiene así en cuenta ni el efecto de la inflación ni la apreciación o depreciación del bien por su valor artístico e histórico intrínseco a lo largo de los años. Hecha esa salvedad, la suma del valor de los objetos extraviados roza los 600.000 euros, según su precio en el inventario.
¿Qué objetos están en paradero desconocido? Hay, por ejemplo, dos cuadros provenientes del Museo Municipal; salieron de allí en abril de 1992, y no se sabe nada de ellos al menos desde 2003.
Hay objetos como un candelabro de plata neogótico de medio metro de altura, o dos relojes de pared de madera del siglo XIX. Una lámpara de techo de bronce y cristal del siglo XIX de más de dos metros de altura, o una alfombra de 12 metros de longitud. E, incluso, una mesa de sesiones con 15 sillones a juego valorada en su momento en 60.000 euros.
Hay esculturas, como las 27 piezas de estilo neoclásico del siglo XVIII procedentes del palacio de los Duques de Osuna. Hay pinturas, como un grabado y un dibujo de Eduardo Arroyo, o un retrato del exalcalde Enrique Tierno Galván realizado por José Luis de Palacio y valorado en 18.000 euros. Y arte sacro, como un Cristo crucificado o una copia del famoso cuadro de la Virgen de la Paloma, ambos del siglo XVII. Esas dos obras (de 30.000 euros cada una), como muchas de las más valiosas, ya estaban en paradero desconocido en 2003.
Alberto Ruiz-Gallardón (PP) relevó ese año en la alcaldía a José María Álvarez del Manzano. Inició entonces un meticuloso proceso de inventario de bienes inmuebles y muebles del Ayuntamiento, incluidos los de valor histórico y artístico. En 2008, elaboró una instrucción sobre altas y bajas y gestión del inventario.
Ahora, con Ana Botella en la alcaldía desde enero de 2012, el Ayuntamiento se ha comprometido a localizar esas obras. Algunas llevan tanto tiempo extraviadas, sin embargo, que quizá lo más factible sea aceptar la pérdida. Y reflejarla en el inventario.



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