Por Luisa
Lores Agüin | El Gobierno
de la Comunidad de Madrid ha aprobado la privatización de la gestión de
las donaciones de sangre, que ceden a la Cruz Roja a cambio de 9,3 millones de
euros (67 euros por donación).
nuevatribuna.es
| Luisa Lores Agüin | 17 Diciembre 2013 - 11:41 h.
La crisis económica disparará la afluencia de
personas sin trabajo, que necesitarán vender su sangre como último recurso
Realizar
cualquier crítica a la gestión de la donación y del uso de la sangre humana
conlleva gran responsabilidad, ya que la sangre es un bien imprescindible
y gracias a su donación altruista muchas personas logran recuperar su
salud y salvar su vida, pero precisamente por eso debemos exigir la mayor
transparencia y evitar cualquier suspicacia.
A finales de
la década de los 80 y principios de los 90 las empresas privadas que
comerciaban con sangre humana contrataron a donantes de alto riesgo en EEUU,
incluyendo presos y consumidores de drogas inyectables y trataron con productos
derivados de estas donaciones a personas afectadas de hemofilia en muchos
países, entre ellos España, sin realizar los controles pertinentes, provocando
miles de contagios de hepatitis y VIH.
Las compañías
farmacéuticas implicadas lograron acuerdos extrajudiciales para evitar
la mayor parte de las demandas, pero la alarma creada impulsó la prohibición
de comerciar con sangre humana y la generalización de las donaciones
voluntarias y no remuneradas.
A pesar de
estos graves hechos y de que la OMS sigue alertando sobre la inseguridad
asociada a la mercantilización de la sangre y se ha marcado el objetivo de que
todos los países obtengan sus suministros de sangre de donantes voluntarios no
remunerados entre 2014 y 2020, Ignacio González y Javier
Fernández-Lasquetty caminan en dirección opuesta y acaban de aprobar la
privatización de la gestión de las donaciones de sangre en la comunidad
madrileña, que ceden a la Cruz Roja a cambio de 9,3 millones de euros (67 euros
por donación)
La Cruz
Roja es una institución privada patrocinada por grandes empresas españolas y aunque
las personas voluntarias son merecedoras de gran respeto no sucede lo mismo con
su presidente, Juan Manuel Suárez del Toro Rivero, un banquero que
compatibilizaba hasta hace unos meses su cargo retribuido en esta ONG con
la presidencia de Caja Canarias y con su pertenencia al Consejo de
Administración de BFA/Bankia.
Por otra
parte, al contrario de lo que sucede en otros países de nuestro entorno como
Francia y Holanda, donde la fabricación de hemoderivados corre a
cargo del sistema público, en España este proceso está en manos de la compañía
farmacéutica (CF) Grifols, Multinacional catalana vinculada a fondos de
inversión, que además de recibir gratuitamente el plasma donado por la
población española, importa plasma de USA para elaborar hemoderivados para el
mercado Europeo.
Esta CF
tiene gran interés en disponer de cantidades suficientes de plasma sin
necesidad de importarlo desde el otro lado del atlántico, así que su presidente
Victor Grifols ha solicitado al gobierno de España la legalización del
comercio de la sangre “me comprometo a pagar 60 o 70 euros por donante a la
semana, lo que sumado al paro es una forma de vivir”.
La
privatización iniciada en Madrid abre las puertas a este mercado y facilita el
acuerdo comercial entre Grifols y la Cruz Roja. Tanto el gobierno madrileño
como las empresas privadas saben que estos hechos pueden generar
desconfianza entre los donantes y disminuir su número, pero las nuevas
tecnologías permiten incrementar la producción por donante, ya que la
reintroducción de los hematíes tras la extracción de la sangre evita la anemia
y posibilita realizar dos donaciones semanales y hasta 24 anuales, frente a las
3 ó 4 permitidas con el método convencional. Además, la crisis
económica disparará la afluencia de personas sin trabajo, que necesitarán
vender su sangre como último recurso, como ya ocurrió en épocas a las que
creímos no regresar, posibilitando una gran oportunidad de negocio para
la industria privada, a costa de desgajar otro servicio esencial del SNS
y de una enorme pérdida para la credibilidad y la seguridad de la gestión de la
sangre en España, que costará mucho recuperar.
Se da la
circunstancia de que el presidente de Cruz Roja no ha dimitido ni tampoco ha
sido destituido por la cúpula de su organización a pesar de su imputación
en el caso Bankia, el mismo banco que ha hecho perder sus casas y sus ahorros a
los mismos madrileños a los que ahora se les conmina a vender su sangre para
sobrevivir.
Hay que
exigir el cumplimiento de las recomendaciones de la OMS, la paralización del
convenio de la Comunidad de Madrid con la Cruz Roja y la gestión pública
de la totalidad de las donaciones de sangre.
Por Luisa
Lores Agüin | Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad
Pública.
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