Los españoles
tienen muchos menos hijos y mueren más mayores, lo que pone al sistema de
pensiones entre la espada y la pared, así como el propio reemplazo de la
población. La fundación Renacimiento Demográfico pretende dar la voz de alarma
para que la tendencia cambie: es cuestión de vida o muerte.
Todos somos
testigos del cambio que, a velocidad de vértigo, afecta a los hábitos
familiares en las sociedades occidentales. Los españoles jovenes (y casi todos
los europeos) cada vez se casan más tarde o no se casan, rompen sus relaciones
de pareja con más facilidad de la que las crean y retrasan más el momento de
ser padres y madres, muchos de ellos lo retrasan tanto que nunca lo son.
La consecuencia es que cada vez nacen menos niños: en 2012 fueron 454.000, un
32% menos de los que nacieron en 1976 pero teniendo en cuenta que la población
es un 30% superior. En realidad, la tasa de hijos por mujer se ha quedado en
menos de la mitad: si tras la muerte del dictador Franco nacían 2,8 niños por
cada fémina, el año pasado fueron 1,32 en todo el país, contando a la población
inmigrante (con una mayor fertilidad).
Por su parte,
la crisis económica que ha arrojado al mileurismo a la mayoría de jóvenes,
cuando no los ha desahuciado definitivamente, está haciendo crecer
exponencialmente esta tendencia, y muchos piensan “si apenas tengo para
mantenerme yo a flote, ¿cómo podría pensar en traer un niño al mundo?”.
La fundación Renacimiento Demográfico propone
favorecer en los impuestos de la renta, sociedades y las pensiones a los que
traigan más hijos al mundo
Si la
tragedia demográfica tendrá pésimas consecuencias sociales, sus efectos
económicos van por delante, manifestándose en un sistema público de pensiones
sobre cuyo futuro cada vez hay más dudas: se creó con un modelo de pirámide de
Ponzi (similar en lo básico al que inspiró estafas multimillonarias como la
de Bernard
Madoff) por el cual las nuevas entradas en el sistema (los
cotizantes actuales) pagan a través de sus empresas las pensiones de la parte
alta del mismo (jubilados). Para ser sostenible, requiere de una pirámide de
población digna de tal nombre. Si la pirámide se invierte y los pensionistas
son mayoría, como de hecho ya va a pasar en España en la próxima década (con la
jubilación de los baby-boomers de los 60) el sistema colapsa.
Atajar el
problema, ¡ya!
Alejandro
Macarrón es director general de la nueva Fundación Renacimiento
Demográfico. ”Nos encontramos ante un problema social que
producirá un tremendo problema económico. Tenemos tan pocos niños que no está
garantizado el reemplazo de la población. La esperanza de vida es muy alta y
sigue creciendo y eso es muy bueno, pero no es sostenible la conjunción de
ambas cosas y sólo se piensa en traer inmigrantes para reemplazar”. ”Los
pensionistas ya controlan entre el 30% y el 50% del voto, vamos a una sociedad
con lobbies interesados en que la población activa les transfiera rentas”
Vivimos más y
nacemos menos, porque la mujer se ha incorporado en plenitud al mercado de
trabajo. “Es bueno para la economía que la mujer trabaje fuera, pero eso hay
que equilibrarlo con algo más de natalidad”, asegura Macarrón, que sin embargo
reconoce que las empresas no están especialmente interesadas en la maternidad
de sus empleadas: “que sea madre es un beneficio para ella y para el país, pero
no para la empresa”. Macarrón considera que en España hay bastante protección a
la mujer embarazada y con hijos, “pese a lo cual se siguen sin tener”. Según
asegura, la tendencia a no engendrar no es tanto debida a un problema económico
como de mentalidad: “En Suiza, que es un país rico, la tasa de natalidad es
prácticamente la misma que en España”, contrasta.
Se trata de
una tendencia universal de occidente, si bien es cierto que en algunos países
(concretamente, en Suecia y Francia) las políticas pronatalidad han surtido
efecto y la situación no es tan desesperante. En España “hasta ahora no han
hecho caso pero lo van a empezar a hacer. En Galicia, una de las autonomías más
envejecidas, su presidente Alberto Núñez Feijóo va a iniciar
una campaña de concienciación de que la región necesita niños”. Un Feijóo, por
cierto, que no tiene hijos.
Pero las
políticas de natalidad cuestan un dinero y sus resultados no se ven en el corto
plazo, sino a la larga. Es decir, están totalmente alejados en su postulado de
los intereses de los políticos: “Cuando íbamos a constituirnos como fundación,
tanto en el Estado como en la comunidad autónoma (Madrid) se nos cuestionó que
el fomento de la natalidad fuera de interés general”.
Ayudas
económicas
Pero además de
la concienciación en lo necesario y bonito que es traer un niño al mundo, las
ayudas económicas a los que decidan tener más hijos deben introducirse,
penalizando por tanto (sin desgravaciones) a los que no tienen hijos. El motivo
es que estas personas son las que realmente ayudan a la reposición de la
población, y crean futuros cotizantes. Macarrón apuesta por un sistema
inspirado al sueco, en el que cada persona va ahorrando su propia hucha de las
pensiones. En este momento, asegura, los pensionistas se han conformado en un
lobby poderoso, son 9 millones de votantes, pero en realidad son más, porque
“otros que no son pensionistas también se mueven por los intereses de estos,
por ejemplo no votar a un político si le baja la pensión a mi padre”. Al final,
asegura, los jubilados son determinantes en entre un 30% y un 50% del voto
total, interesados como están en que el traspaso de rentas del sector
productivo hacia ellos siga en aumento o se mantenta.
“Si lo único
que cuenta es la carrera profesional y el materialisimo, si lo único que cuenta
es el dinero, la sociedad se come el futuro porque no invierte en reponer su
capital humano”, asegura este hombre de negocios, que ha decidido emplear parte
de su tiempo y energía en este cometido, después de haber traído al mundo a
tres hijos, el primero de ellos con más de 40 años. “Aún estamos a tiempo, sólo
necesitamos llegar al nivel de 2,1 hijos por mujer, por lo que bastaría con que
ocho de cada diez mujeres españolas tuvieran un hijo más que ahora”.
vozpopuli.com
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