Día 4.9.13
Joaquín
Ortíz - Secretario de Organización ALTER-Madrid
Ninguna huelga, ninguna
manifestación puede cambiar las decisiones que se tomen en Bruselas, pues,
estas, vienen de otro lugar: el lugar en donde está el poder económico y por
tanto el poder político.
Las movilizaciones son buenas.
Son protestas, son luchas, sirven para hacer ver el descontento, para crear
conciencia de los problemas existentes y para demostrar la fuerza que se tiene
frente al poder, así como para templarse, pero sin una alternativa y desenlace
político siempre se pierden.
Las huelgas, cuando son
laborales, sirven para la negociación de un convenio, para presionar a un
empresa a que ceda en esta o aquella reivindicación, las manifestaciones sirven
para hacer visible la fuerza de los trabajadores. Sólo para eso.
En los últimos tiempos estamos
acostumbrados a tener noticias de huelgas y manifestaciones cuando se cierra
una empresa, cuando hay un ERE en marcha, sin embargo, en muy pocos casos, por
no decir ninguno, hemos visto que la empresa o el centro de trabajo diera
marcha atrás en el cierre de la empresa por la fuerza de una huelga o por la
presión de una manifestación. Todo lo más la empresa ha suavizado las
condiciones del cierre.
También hemos visto en los
últimos tiempos, sobre todo a partir del 15 M en España y de las primaveras
árabes, estas últimas con cientos de muertos, que la mayoría de esas
movilizaciones, muy masivas en ciertos momentos en algunos países, han servido
de bien poco. Los Hermanos Musulmanes en Egipto participaron en las
movilizaciones que echaron a Mubarak, pero donde obtuvieron el poder fue en las
urnas y aún así, tampoco les a servido de nada, pues, al igual que Hitler,
pretendieron hacer una revolución islamista, contraria a una gran parte de los
deseos democráticos del pueblo egipcio, pero sobre todo contraria a los
intereses de Israel y Estados Unidos, aprovechando su triunfo electoral y al
final, el ejército ha vuelto al poder, con una represión bestial. Un ejercito
que lo que realmente defiende son los intereses del imperialismo
norteamericano.
Otro ejemplo es el griego,
aunque con otro desenlace. En Grecia, las movilizaciones contra los deseos de
la troika fueron enormes. De aquellas movilizaciones, nació la esperanza de un
gobierno al servicio de los trabajadores de todas clases: Syriza. La traición
del Partido Socialista Griego, ha hecho posible que la derecha, tan extrema en
Grecia como en España, lleve a buen puerto la política que el poder económico
les dicta a través de Merkel, pero la gran victoria de Syriza, da esperanzas de
que en próximas elecciones se pueda formar un gobierno de izquierdas que no
esté al servicio de la oligarquía griega y los intereses imperialistas sino de
una nueva república al servicio de la ciudadanía.
Nada habrá sin la República
Fuente: www.idearepublicana.com

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