Pionero del uso de la lengua gallega en la
liturgia, Xosé Pumar Gándara escribe a sus 82 años tratados de etnografía
después de dar misa, donde echa en falta la presencia de mujeres sacerdotes. La
monarquía, ni verla: "Es un sistema que genera corrupción"
HENRIQUE
MARIÑOMadrid09/04/2013 07:50 Actualizado: 09/04/2013 08:15
El cura ilustrado Xosé Pumar Gándara.
Apoya la
vida en su bastón, un caballete de madera donde ultima el cuadro de su
existencia. En él, priman los óleos, nada extraño en un encargado de difundir
la palabra sagrada. Tiene 82 años y se cuestiona, antes de retrotraerse en el
tiempo, el porqué de esta entrevista. A Xosé Pumar Gándara (Val do
Dubra, 1931) le cabe la enciclopedia en la cabeza, pero no se explica que
alguien llame a su puerta para preguntarle sobre lo divino y lo humano.
Ya ha
escrito todo lo que tenía que decir: este sacerdote coruñés dio profusa fe de
los usos y costumbres de las parroquias por las que ha pasado. "La Historia
de Bastavales son once tomos", puntualiza sin inmutarse. Manuscritos:
tinta y pluma. Esboza una sonrisa pícara y previene: "No se asuste".
Son las
cuatro de una tarde intranquila. Pumar recibe solo en el despacho parroquial de
Carballo, su último destino, donde sigue oficiando misa. Usa gafas oscuras en
una tierra donde nunca se sabe si el sol sale o se esconde. Anda corto de
vista, pero el faro de su cerebro es de largo alcance. Detrás del portón, un
cura erudito que quiso dar cuenta de la idiosincrasia y la cultura de los
rincones donde ejerció el sacerdocio, tomando como referencia la obra del
canónigo del cabildo compostelano Antonio López Ferreiro, quien había
escrito en once tomos la Historia de la Santa Apostólica Metropolitana
Iglesia de Santiago de Compostela.
"La
corrupción es un descrédito para los políticos y una mala educación para la
ciudadanía"
"Fue mi
forma de rendirle homenaje", explica Pumar, quien repitió ese "número
sagrado" para narrar la Historia de Seavia, una parroquia del Concello
de Coristanco que cobijaba el tesoro de la fraseología. El arcano de la lengua
gallega, "herida por la radio y la televisión". Bastavales tal vez
les suene por sus campanas. "Allí noté que había un gran desconocimiento
de Rosalía de Castro, ya que la gente pensaba que era una mujer que
cantaba por las ferias".
Habla de la
madre nutricia de la poesía en lengua vernácula, la que llamó viudas de los
vivos a las mujeres que ofrecieron las cabezas de sus padres, maridos e
hijos a la emigración, el sacrificio que aún a estas alturas se sigue cobrando
el dios de la necesidad. "Yo traté de darle otra dimensión y también
escribí sobre ella".
Quién le iba
a decir al niño labriego Xosé que, tras dejar su casa con cuatro años para irse
a Santiago, con el tiempo iba a terminar escribiendo en latín. "No el de Cicerón
sino el de Jerónimo", el santo que tradujo la Biblia al cristiano
para que la entendiese el pueblo, de ahí la Vulgata. "En mi diario,
a quien le confieso mis secretos, escribo en latín con cierto hipérbaton para
que, si algún día cayese en manos ajenas, nadie lo entienda". Escribir
para sí, la forma más reflexiva de narrar. "Luego dejo que pasen los meses
y observo qué angustias, cuitas, dudas y aflicciones tenía en el pasado".
El suyo fue
el de una Galicia mísera. De cepa "clerical, piadosa y cristiana",
eligió el camino del seminario "de forma instintiva". A su piso de la
rúa Nova de Santiago llegaban paquetes, esas voluminosas cartas de amor
dirigidas al estómago de los ausentes: patatas, queso, caza... "Vivíamos
subvencionados por la aldea". La cartilla de racionamiento proveía de pan,
azúcar y aceite. "Éramos una familia de cuatro vacas, dos bueyes y un
caballo", cuyo poderío venía marcado por la matanza: tres cerdos cada invierno.
"En el campo no había futuro y, para promocionarnos, nos mandaron a
estudiar a Santiago". Lo acompañó su hermana, quien se matricularía en
Filosofía y Letras, hasta que el matrimonio la alejó de la Facultad.
La sotana de
Pumar sería pionera en dar misa en gallego. "En Padrón, después de
Rosalía, sólo la hablamos Camilo Agrasar Vidal [el ángel custodio de la
casa de la poetisa] y yo". Las lenguas vernáculas eran aptas para el culto
desde el Concilio Vaticano II, pero "los curas se resistían porque
pensaban que degradaba la liturgia". El arzobispo de Santiago Fernando Quiroga
Palacios había abierto la veda y su sucesor, Ángel Suquía, puso una
pica en Pontedeume cuando celebró la eucaristía en gallego. "Fue más
comprensivo con nuestro idioma que muchos de nosotros".
"La mujer
en la Iglesia no está aceptada como debería"
Claro que
Suquía era vasco, se crió en euskera y hablaba alemán, francés, italiano y
gallego. "Aquella homilía marcó época", rememora. El que luego sería
presidente de la Conferencia Episcopal pastoreó en la lengua del pueblo, a
quien invitó a escribirle y hablarle en gallego, y de paso le mandó un mensaje
a la curia local, todavía reacia aquel primero de noviembre de 1974 a los
latinajos.
Pumar no es
un cura moderno, pero sí contemporáneo. Tampoco es conservador sino
conservacionista: de la tradición, la cultura y el idioma, "que es la
patria donde nos educamos todos". Obviamente, entronca con el galleguismo
histórico, pero se ha sacudido los tics atávicos propios de otra época. Por
ejemplo: "La mujer en la Iglesia no está aceptada como debería".
¿Quiere decir que deberían poder ordenarse sacerdotes? "Claro,
claro". Habla de los homosexuales con respeto, incluso de los apóstatas.
Cree que la institución debería autofinanciarse. Y aboga por un golpe de timón
en el Vaticano aprovechando la elección del Papa Francisco, aunque
"deshacer lo que está hecho cuesta mucho".
"La
monarquía es una isla dentro de la democracia que genera corrupción"
Hay una
España que desprende un olor pestilente, como el de aquel residuo de petróleo
que compraba en la taberna de Buxán, donde nació hace muchos tomos, para
alumbrarse. "La corrupción es un descrédito para los políticos, un
desánimo para la ciudadanía y una mala educación para la gente". Un
mensaje poco ejemplar: "Si ellos roban, ¿por qué no robar?".
Entonces,
sin que medie pregunta alguna, le saca brillo al tabú de la corona. "Es
una isla dentro de la democracia. Un padre le puede dejar en herencia a su hijo
un piso, pero no el gobierno del Estado, algo que debe decidir la gente. La
monarquía es un sistema que genera corrupción, porque los reyes están expuestos
a que un día los echen. Por eso, acaparan lo que pueden para poder vivir
después". Y se saca de la manga la profecía del rey Faruq de Egipto:
"Dentro de poco sólo quedarán cinco reyes: el de Inglaterra y los cuatro
de la baraja".
Claro y
meridiano. "Bueno, nos estamos metiendo en política", tercia Pumar,
como quien desembarra las botas con la punta del bastón. ¿Pero se considera un
cura progresista? "Hombre, yo... yo creo que sí", balbucea, como
zancadilleado por la risa. Hablamos pues de su inminente libro, Viaje por el
corazón de Bergantiños, donde incide en el paisanaje y el paisaje de su
tierra, hasta hace nada quebrado por las grúas. "La construcción se
desbocó". Luego vino todo esto. Anotado queda en uno de tantos cuadernos
de este cura etnógrafo, que llegó a presidir el Instituto de Estudios
Bergantiñáns. ¡Dios, qué buen cronista si tuviese buen editor! Con once Pumares
se reescribiría la historia de Galicia. No la de los vencedores, sino la de los
que nunca se dieron por vencidos.

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