martes, 19 de marzo de 2013

LOS NUEVOS KEYNESIANOS O LA "RESURRECCIÓN" DEL CAPITALISMO


Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón
Lunes, 18 de marzo de 2013
   Hace unas semanas nuestro colaborador Manuel Navarrete publicó un documentado artículo en la revista "Laberinto" en el que, que bajo el título "No hay alternativas. Otro capitalismo es imposible", el autor hace un conjunto de valoraciones sobre lo que él denomina el intento de "resucitar a la socialdemocracia keynesiana en el Estado español". El trabajo de Navarrete es extenso. Por ello, en lugar de publicarlo como un artículo - lo que dificultaría su lectura - intentaremos ofrecérselo a nuestros lectores en forma de ebook en el curso de la presente semana.
  No obstante, el  próximo martes, día 19 de marzo, tendrá lugar en el Club de Prensa Canaria, en Las Palmas, una conferencia a cargo del conocido economista  socialdemócrata Torres López. Dado que el folleto de Navarrete realiza justamente  una crítica de libro de Torres, Vicenç Navarro y el diputado de IU Alberto Garzón  titulado "Hay alternativas" nos ha parecido oportuno adelantar aquí un breve resumen del trabajo de nuestro colaborador.
NO HAY ALTERNATIVAS (OTRO CAPITALISMO ES IMPOSIBLE)
(Breve resumen)
Por Manuel Muñoz Navarrete
       "El  keynesianismo es  la  doctrina   común a Zapatero,  a  IU, a CC OO y UGT y a ciertos sectores del 15M. Todos ellos, con matices, ofrecen una misma explicación a la crisis que padecemos: se debe a la codicia de los especuladores y de la banca, a causa de una insuficiente regulación. "Hay alternativas", un libro de moda que ya cuenta con más de diez ediciones, expone una alternativa para "salvar" el capitalismo que (insistamos) aparte
MANUEL NAVARRETE
de irrealizable, es también reaccionaria,  ya que implica salir en apoyo de un sistema en bancarrota.

       Lo primero que llama la atención es que los autores  de esta obra  no reconocen  el carácter de clase del Estado. En consecuencia, todo lo quieren "democratizar": la UE, el BM, el FMI, la ONU (pág. 209). Aunque no la citen, probablemente también  deseen democratizar  la OTAN, porque  no ven la esencia burguesa, al servicio del capital, de todas estas instituciones  (esencia que, para ellos, desaparecerá  con un par de cambios formales).
      Hablan, literalmente, de regular la banca privada para que sea "ética" (pág. 149). Es decir que, ante la catástrofe que padecemos, nuestros autores  no  plantean  abolir  la  banca  privada, sino simplemente reconstruir un sector público funcional a la acumulación  privada de capital. Por  supuesto,  aspiran  a  que  Europa  retome la senda del crecimiento  (pág. 179), a pesar de que, como les contestó  Carlos Taibo, "el crecimiento sólo puede llevar al colapso económico, social y ecológico", por tener  bases extractivistas y consumistas  de crecimiento  exponencial (imposible, como hemos visto, a causa de los límites ecológicos del planeta).
“En un alarde sin precedentes, el trío nos informa que su programa no sólo beneficia a los trabajadores,  sino también a la patronal”
"Hay alternativas" plantea  abiertamente también  una nueva economía  en la que colaboren   la  inversión   privada   y  la  banca pública,   pidiendo   sin  complejos   un   "pacto capital-trabajo" (pág. 177), defendiendo la colaboración  entre  clases y obviando que, paradójicamente, las reformas no se consiguen siendo  reformistas,   sino  siendo  revolucionarios, ya que, como la propia historia demuestra, la burguesía no está dispuesta a conceder  nada por acuerdo y de buen grado.
      Así pues, el trío aspira a resolver la crisis a través de medidas políticas, pero, eso sí, sin tocar las relaciones sociales capitalistas ni la propiedad privada de los medios de producción.  Y, naturalmente, el sujeto político que ha de generar el cambio no es para ellos la clase trabajadora, sino la "ciudadanía" (pág. 15). Por ello, no sorprende que el trío se lamente de que los "emprendedores" no encuentren  crédito (pág. 68), ya que, como dicen con ingenuidad, "la búsqueda de beneficio debe hacerse compatible con la justicia social y el interés colectivo" (pág. 99).
   En un  alarde  sin  precedentes,   el trío  nos informa  de que su programa  no sólo
beneficia a los trabajadores,  sino también a la patronal (pág. 137), sólo  que  ésta  no  lo comprende  a causa  de  su  "ceguera"  neoliberal  (pág.  123). Así pues, con un utopismo  mucho  mayor que el de cualquier  comunista  o incluso que el del más radical anarquista, este trío de expertos en economía nos explica que la patronal  aceptaría sin  problemas   una   subida   de  impuestos   al capital (pág. 178). ¿De verdad? Más adelante (IV.2) analizaremos  qué harían  en realidad los empresarios  en dicha situación.
2. ¿De verdad "España" lo necesita?
    "Lo que España necesita", segunda obra conjunta del trío, nos devuelve a idénticos problemas. Tanto "Lo que España necesita" como "Hay alternativas" cometen, a mi juicio, terribles errores que no tengo espacio para continuar glosando aquí. Me limitaré, pues, a trazar  una panorámica global de los más destacados: en primer lugar, leyéndolos, parece como si lo natural  en el capitalismo fuera lo vivido en los países centrales  durante  tres  décadas  aisladas del siglo XX, y lo que vivimos ahora una extraña desviación. La cosa es más bien al revés y el capitalismo tiene una historia ligeramente más amplia (cronológica y geográficamente)...
        ... Estos autores  hablan  como  si el problema no  fuera  la existencia  de la banca  privada  en sí misma,  sino el hecho  de que no financie  a los "emprendedores"; como  si el
“Los autores de esta obra no reconocen el carácter de clase de Estado. En consecuencia, todo lo quieren ‘democratizar’: la UE, el BM, el FMI, la ONU (pág.209). Aunque no la citen, probablemente también deseen democratizar la OTAN”
problema  no fuera  competir   sino  "la forma"  de  competir y, de hecho, como si el Estado español debiera mejorar su posición y su competitividad dentro del mercado  mundial  (a costa, cabe pensar, de otros países que pierdan posiciones en dicha competición).  También hablan como si durante la época del keynesianismo no muriera nadie de hambre en los países subdesarrollados; como si hubiera que incrementar la supuesta "cooperación al desarrollo" (en lugar de dejar de saquearlos); como si EE UU, efectivamente,  tuviera multinacionales explotando  al Tercer Mundo, pero no así su querida Suecia, supuestamente keynesiana. Hablan como si el sistema funcionase mal y hubiese que sustituir algunas piezas, cuando,  en realidad, esta maquinaria  funciona a la perfección,  pero  fabrica lo que fabrica. Y, sorprendentemente, a pesar  de  su insistencia en estimular el consumo, luego critican, en sangrante incoherencia,  el consumismo.
      Navarro, Torres  y Garzón distinguen  constantemente entre  los  capitalistas  buenos  (los que invierten,  los industriales,  los éticos) y capitalistas malos (los especuladores, los admi-nistradores codiciosos, los inmorales). Como Keynes, el trío quiere  favorecer al capitalismo industrial,   frente   al  capital   financiero.   Con ello, estos expertos ignoran una evidencia económica  elemental: las finanzas y la especulación no se desarrollan  aparte del capitalismo "normal", sino para satisfacer necesidades del sistema en un momento determinado. Superficialmente, la crisis estalló en la esfera más especulativa, pero la especulación tenía una función dentro  del sistema: garantizar  los préstamos  a los hogares y las empresas para que prosiguiera el consumo.


      Como escribió Marx, lo que al observador superficial le parece ser la causa de la crisis no es la sobreproducción, sino el exceso de especulación. Sin embargo, este exceso no es más que un síntoma de la sobreproducción.
3.  La  ambigüedad   de  estos   libros  con respecto  al PSOE
       Sobre todo, los autores incurren  en un error absolutamente imperdonable: incluir al PSOE dentro de la izquierda (pág. 206 de Hay alternativas), olvidando aquello que escribiera Anguita en su artículo "Las lentejas de Esaú": Se piensa que existe una derecha esencial y otros agentes políticos innominados que pueden hacer políticas de derechas, aunque  no lo sean. Se olvida con notoria e interesada ofuscación que con el tiempo el hacer determina, configura y clasifica al ser.
        De hecho, observamos en ambos libros cierta complacencia para con el PSOE que nos llama mucho la atención. Y no sólo en ellos. Aquí debe mencionarse  el declarado apoyo de Navarro al tripartito  catalán (véase su artículo "En general, el tripartito  catalán lo ha hecho bien"), o su ambigüedad en relación al PSOE, cuyo declive, al parecer, "sería negativo para el país", o eso decía el autor en su artículo "¿Es el gobierno de Zapatero socialdemócrata?". Por otro lado, ¿debe parecernos saludable que Navarro haya trabajado como asesor para la Casa Blanca, a instancias de la genocida Hillary Clinton?
    Juan Torres, por su parte, anda empeñado en llamar sectario a todo aquel que no esté de acuerdo con su idea de una "Izquierda Abierta" hacia el PSOE, e incluso a todo aquel que no defienda el pacto de gobierno PSOE-IU en el parlamento andaluz.
       Visto lo visto, no es de extrañar que, por ejemplo, critiquen  el copago sanitario "del PP" (Lo que España necesita, pág. 70) olvidando que la Ley 15/97 (que permite  la entrada  masiva de empresas privadas en la gestión de la sanidad pública)  fue  aprobada  conjuntamente  por PSOE y PP.  Igualmente,  tampoco  extraña  lo que sucede en la página 68 de ese mismo libro. Primero  alaban  la subida  del Salario Mínimo por  Zapatero.  En el siguiente  párrafo,  critican al PP porque, aunque había concedido ventajas fiscales  a  las  familias,  había  permitido   una subida de precios mayor, que dejaba la anterior medida sin efectos reales.


   
“Hay alternativas” plantea abiertamente una nueva economía en la que colaboren la inversión privada y la banca pública, pidiendo sin complejos un ‘pacto capital-trabajo’ (pág.177), defendiendo la colaboración entre clases y obviando que, paradójicamente, las reformas no se consiguen siendo reformistas…”
Por desgracia, el problema es evidente para cualquier lector: ¿por qué, en el párrafo inmediatamente anterior,  no se le aplicaba el mismo rasero a Zapatero? La respuesta es fácil: porque, entonces, se habría llegado a la conclusión de que el Salario Mínimo no subió, sino que bajó en términos reales, si se tiene en cuenta el IPC (y curiosamente,  Alberto Garzón ha escrito interesantes artículos en solitario donde  sí desarrolla esta idea… Mayor contradicción,  dicho sea de paso, encontramos en Juan Torres, que cuenta con escritos cibernéticos en los que renuncia parcialmente a Keynes, abrazando   el  "poskeynesianismo",   que,  a  la luz de estos libros, más bien debería  llamarse "neokeynesianismo").
        Tampoco  es de extrañar  que, en la primera edición de la última obra conjunta de Vicenç Navarro y Juan Torres, Los amos del mundo, se diga que Zapatero "retiró las tropas de Afganistán" (pág. 18), en una errata verdaderamente freudiana.  Más allá de la anécdota,  encontramos una verdadera incomprensión del papel histórico del PSOE, al menos desde el Congreso de  Suresnes  (1974). Ya decía  Marx  en  el  18 Brumario de Luis Bonaparte que, bajo el capitalismo, la forma perfecta de dominación  no es la dictadura autoritaria, sino la república democrática. A esto podríamos agregar que el bipartidismo, establecido en el Estado español ya en el siglo XIX por Cánovas y Sagasta, es un método perfecto para generar apariencia de diversidad.
    Otro  ejemplo paradigmático  es la supuesta oposición entre "republicanos" y "demócratas" en EE UU. De igual modo que tras Aznar vino Zapatero  en el Estado español, tras Bush vino Obama  en  los Estados  Unidos.  Un  lavado de cara necesario para reciclar el sistema y superar la mala imagen generada por el "poli malo", tranquilizando a los "progres  de la ceja" para que, finalmente, todo siga igual.
     Hay que  superar  el mito  de que  debemos "apoyar al PSOE para que no gobierne  el PP". En ese caso, pensará  la gente, ¿para qué votar a la copia, si puedo votar al original? Caso parecido  es el de la llamada "Cumbre Social" liderada  por  CCOO  y UGT,  que  no  oculta su voluntad de buscar una suerte de "unidad contra el PP" que no cierra las puertas al propio PSOE  y que,  en  consecuencia, no  habla  del tema de la deuda, sino de la vuelta a la "Europa Social" y de los "aspectos  progresistas" de la Constitución Española.
       Pensemos   en  Latinoamérica,   la  vanguardia antiimperialista  del mundo.  ¿Acaso Hugo Chávez, al asaltar los cielos en Venezuela, optó por apoyar al partido "progresista" Acción Democrática  para  "ni por  activa ni por  pasiva" (por usar la expresión de Valderas y Cayo Lara) dejar gobernar  al neoliberal  COPEI? ¿No hizo más bien otra cosa: ignorar esa trampa bipartidista  y crear  una  tercera  opción  totalmente al margen de la falsa alternancia?  En el Estado español, nos costó mucho tiempo y esfuerzo conseguir que la gente comprendiera que, como dice ese célebre cántico de todas las manifestaciones, "PSOE y PP la misma mierda es". Diego Valderas lo destruyó en unas semanas.
   Es hora de cambiar los términos  del debate. No  parece  posible  que  gentes  que  se llaman a sí mismas "comunistas" nos digan que en Andalucía se ha "frenado al neoliberalismo" o se ha hecho un "pacto de progreso" y "de izquierdas". La realidad es que IU  acaba de constituir, junto  al PSOE, un gobierno  que va camino de ejecutar los recortes sociales más drásticos de la historia del país andaluz. Nada incoherente,  por otro lado, con lo que viene siendo la orientación política del PSOE desde los primeros tiempos de Felipe González hasta la actualidad.


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