Entrevista
a Darío Rivas Cando por José Manuel Oroña Pulleiro
Memoria
Histórica | La Comuna Presxs del Franquismo | 09-03-2013 |
Durante
años, existió un sentido común que anclo el Pacto de la Moncloa al ideal
transicional. Al extremo que, en todo escenario post dictatorial, con intereses
contrapuestos en pugna, resonaba como una referencia obligada en el debate
hacia una democracia formal. Sin embargo, al calor de una crisis ya histórica,
muchos ven en aquel pacto las condiciones de producción del actual descalabro.
Este es el
caso de Darío Rivas, un gallego residente en Argentina desde 1930, quien logro
destrabar el estado de amnesia colectiva, con su querella por crímenes de lesa
humanidad cometidos por el franquismo. Ahora, el hijo de Severino Rivas, un ex
Alcalde del Municipio de Castro Rei, en Lugo, asesinado por la Falange en 1936,
arremete contra el resto de los pilares del consenso transicional, a los cuales
asocia con la corrupción sistémica.
¿Qué
significó la Transición?
La
transición fue el modelo de estado que impusieron los sectores reformistas del
franquismo, una vez fallecido el dictador. En lo formal, fue un proceso de
reforma “negociada”, pero en la práctica estuvo controlado por sectores
transformistas de la falange. Una clara salida gatopardista que contó con la
complacencia del PSOE y del PC. Durante años, los Pactos de la Moncloa fueron exhibidos
por el mundo como la muestra más cabal de la convivencia democrática entre
extremos que habían dirimido sus diferencias fusil de por medio. Recordemos al
ex Secretario General del PC, Santiago Carrillo, reconociendo la bandera
tricolor y olvidando los crímenes de sus camaradas a cambio de la legalización
de su formación política. Todo eso tuvo un efecto sentido proclive a
identificar la transición española como un modelo paradigmático en aras de la
construcción de una democracia formal. Por eso mismo, adquirió prestigio en
Sudamérica durante los años 80.
Sin embargo,
ese “pacto”, que altero solo en lo superficial las estructuras de poder
existentes, hoy hace agua por todos lados. España atraviesa una crisis
histórica y su germen yace en la transición. Creo que si uno desglosara cada
uno de los pilares centrales de dicho acuerdo quedaría mucho mas explicita mi
argumentación, a partir de la posibilidad de conectar sucesos aparentemente
inconexos.
-¿Incluso
puede establecerse una ligazón entre la corrupción sistémica que aqueja a la
clase política y la transición?
Claramente.
La clase política, en su mayoría, se ha convertido en un actor social
divorciado por completo de los intereses colectivos. Es una corporación que
trabaja en pos de su afán de lucro. Que hoy las formaciones partidarias
mayoritarias no tenga un plan para superar el actual estado de las cosas y que
la represión aparezca como la única respuesta posible no es casual. En esta
cuestión, tiene mucho que ver el sistema electoral confeccionado durante la
transición. A pesar de su definición, es claramente desproporcional. Ni
siquiera se salvaguarda el mero orden en el que los votantes colocan a los
partidos: una formación con menos votos que otra puede conseguir más escaños.
Esto significa que no hay igualdad en el voto. En consecuencia, fomenta el
bipartidismo y hace imposible el surgimiento de una tercera fuerza electoral
con capacidad de veto a nivel país. Así, el juego político quedo monopolizado
en dos grandes estructuras. Y, con esa soledad absoluta en la administración de
lo público, sin participación de la sociedad civil, termino degenerando a las
elites de dichos partidos. Como lo demuestra la trama Gurtel y el Caso
Barcenas, utilizan el control exclusivo de la arena pública como mecanismo para
capturar rentas.
-¿La burbuja
inmobiliaria es un ejemplo en esta dirección?
Es un caso
testigo. La burbuja no cayo de un paracaídas, fue promovida por la dirigencia
política como un instrumento de financiación ilegal e enriquecimiento ilícito.
Comenzó durante la última presidencia de Aznar con la liberalización del precio
del suelo. Zapatero, por supuesto, no hizo nada por revertir la situación.
Aprovecho los dividendos cortoplacistas de semejante orgia del ladrillo. Hasta
que la bomba le exploto en la mano y dejo como saldo mas de cinco millones de
parados. Ahora bien, lo interesante es el mecanismo que se utilizo para inflar
la burbuja. En primer lugar, se bajo la tasa de interés a porcentajes
irrisorios. En segundo lugar, además de confeccionar los planes urbanísticos,
omitiendo prohibiciones legales en dicha materia, la clase política contaba con
el control de las fallecidas cajas de ahorro. Por ende, decidían a quien le
otorgaban financiación para proyectos inmobiliarios, previo pedido de sobornos.
En este contexto, mientras la burbuja se inflaba con un compresor, dirigentes
acudían a su cometido final y capturaban la mayor cantidad de “beneficios
posibles”, para su formación política, caso Barcenas, o simplemente para su
propio bolsillo. La trama Gurtel no es solo un caso sino, a mi juicio, un
ejemplo paradigmático de una practica repetida en casi todas las autonomías.
-Muchos
coinciden en que la monarquía esta atravesando el peor momento desde el retorno
a la democracia. El caso del yerno del Rey, Urdangarin, y algunos escándalos
protagonizados por Juan Carlos inquietan a España ¿Usted cree que están dadas
las condiciones para revisar el carácter monárquico del estado?
La monarquía
es una herencia del franquismo que adquirió estatus constitucional con la carta
magna de 1978. Sin embargo, dicha Constitución no puede asumir un carácter
ahistórico. Las nuevas generaciones no la han votado y reclaman un referéndum.
Considero que dicha institución siempre significo un absurdo, ya que se
legitima en la supuesta voluntad de un todopoderoso a la hora de designar un
representante terrenal. Dicho disparate, en un mundo secularizado y en una
España laica de hecho, le insume ocho millones de euros anuales a las finanzas
públicas. Muchos rescatan el rechazo del Borbón al golpe de estado del 23-F
como un elemento legitimador de su rol. Sin embargo, el espaldarazo a sus
camaradas respondió a una hábil jugada política que dio cuenta del carácter
inviable de un gobierno de facto en la nueva geopolítica.
Creo que hay
algo novedoso en esta crisis. La familia real esta siendo vista como parte esa
elite dirigencial alejada de los intereses del pueblo español, preocupada
exclusivamente por su acceso a lo público como medio de atesoramiento. Hay una
seria de hechos objetivos que han consolidado esa carga valorativa en torno al
Palacio de la Zarzuela. La caza de elefante en Botswana, con un coste de 40 mil
euros, mientras miles de españoles revuelven tachos de basura y otros
centenares son desalojados de sus casas, es un ejemplo de la dilapidación de
fondos públicos de alguien ajeno al destino de sus “súbditos”. La trama
Urdangarin, en honor a un chivo expiatorio al que pretenden cargarle por
completo el peso de la culpa, en una trama de corrupción que involucra a toda
la familia real, es otro caso.

Recuerdo que
el ultimo caudillo franquista dijo en una oportunidad: “Yo sólo pido perdón
ante Dios y mi confesor”, en uno de sus tantos actos de verborragia católica.
Ocurrió durante un pleno del parlamento gallego en el que un diputado de la
coalición nacionalista BNG insto a Fraga a condenar las dictaduras argentinas y
chilenas. Como todos sabemos, el ex Ministro de Turismo de Franco murió sin
sobresaltos en su domicilio de Madrid. Rodeado de sus cinco hijos y sin haber
conocido ni un solo pedido de indagatoria, en relación a su participación
protagónica en un régimen que, con el de Stalin, se disputan la mayor cantidad
de desapariciones forzosas del siglo XX. También sabemos que ese destino, que
le provocaría envidia a sus colegas contestatarios argentinos, anclados en los
tribunales de por vida, no fue gracias a una fe inclaudicable en la voluntad
discrecional de un todopoderoso a la hora de administrar justicia. Se debió a
un elemento puramente terrenal llamado ley de Amnistía, la cual se ubica en las
antípodas de la famosa frase “Memoria, Verdad y Justicia”. Dicha ley vino
acompañada de una resignificación del pasado dictatorial. La derecha española,
bajo el inmovilismo de los “progre”, supo construir un relato que permitió
darle al gobierno de facto y a sus ex altos funcionarios una carga valorativa
ajena al totalitarismo. Ahora bien, el PSOE fue cómplice de esta
resignificación y el devenir histórico le pasará una factura. Es más, jamás se
inscribió en una disputa por el sentido del pasado más reciente. Te voy a poner
un ejemplo de las contradicciones en la que se encuentra inmerso una formación
política que dice ubicarse en las antípodas del PP. En relación a Fraga ¿En vez
de acudir Rubalcaba felizmente al funeral de un hombre que la justicia
argentina investigaba por crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1936 y 1977,
no debería haber salido a remarcar la “masacre de Vitoria” como un sello
distintivo del difunto, donde la policía armada bajo sus órdenes fusilo a cinco
obreros de la capital de la provincia vasca de Álava? En síntesis, no espero
una acción decidida en pos de la derogación de ninguno de los dos partidos. Sin
embargo, la disputa por el sentido, que es donde transcurre la verdadera lucha
política, nunca se agota. Creo que en el último tiempo hubo en revés en la
apreciación del franquismo. Y esto revela el resquebrajamiento de otro pilar la
transición, me refiero al olvido del pasado dictatorial. La sociedad, que
empezó acercarse a los tiempos más oscuros de su historia contemporánea por
intermedio de la ficción, lentamente empieza reclamar justicia. En síntesis,
confió en la actuación de la Justicia Argentina y en la acción firme y decidida
de los movimientos de derechos humanos.
-¿Cómo ve el
futuro inmediato de España? ¿Cuáles serían las claves de la recuperación?
Hay varias
cuestiones. Como explicite anteriormente considero que en la transición esta el
origen de la crisis actual. Esto significa que España atraviesa la fractura
definitiva del Pacto transicional. Es más, el único pilar positivo de dicho
acuerdo, me refiero al Estado social, ha sido devorado por la crisis o, mejor
dicho, por el accionar neoliberal del PP. En consecuencia, seguir transitando
un sendero delimitado por tales reglas de juego no traerá más que penurias y el
aumento del fervor nacionalista. Es necesario promover una reforma estructural,
pero no en clave del FMI. Esto implica, previo referéndum acerca de la
continuidad de la monarquía, modificar nuestra carta magna para revertir lo
establecido durante la transición. Hay que cambiar el sistema electoral, la
dinámica de funcionamientos de los partidos y derogar la ley de amnistía.
Además, es imperioso acabar con todas las misiones militares en el exterior. La
guerra de Afganistán nos ha costado 100 muertos, 3500 millones de euros y
concreción de la tan anunciada venganza fundamentalista, con los Atentados de
Atocha. Asimismo hay una cuestión central en todo esto, España debe dejar de
ser una pieza de ajedrez al servicio de intereses geopolíticos foráneos.
También Significaría un ahorro importante. Solamente si se retiran las tropas
de Libia las finanzas públicas dispondrían de 945 millones para reforzar áreas
como educación y salud, tan castigadas por los recortes neoliberales. Y no me
quiero olvidar de los caballeros de “sangre azul”, ya que hay que trabajar en
pos de la supresión de los 2248 títulos de nobleza existentes, los cuales se ha
enriquecido de forma fraudulenta gozando de exenciones impositivas. Para
promover estos cambios es irremediable que las mayorías populares tomen la
iniciativa. Solo así podrán llevarse a la práctica. Creo que el pedido unánime
del pueblo español, en la calle, exigiendo castigo para los responsables de las
tramas de corrupción destapadas es un comienzo alentador.
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