Crónicas congresuales V. Gallardón: las desvergüenzas
de un ministro
Memoria
Histórica | * Sabino Cuadra Lasarte | 03-07-2012 |
Lo afirmó
Peces-Barba, uno de los siete santos padres de la Constitución. Después de
espetar su marcado acento conservador a José Mª Ruiz-Gallardón, mano derecha de
Fraga Iribarne en Alianza Popular, aquel le contestó: “¿Conservador yo?
Tendrías que conocer a mi hijo. Ése sí que es conservador”. Se refería a
Alberto, su vástago, el hasta hora alcaldísimo
de Madrid y ahora ministro de Justicia. No sabemos si el suegro de éste, José
Utrera Molina, ministro de Franco y Secretario General del Movimiento durante
la Dictadura, compartía también la misma opinión. Es posible que sí.
La pasada
semana, en el Congreso, Amaiur preguntó al Gobierno si tenía “intención de
realizar alguna actuación tendente a determinar las responsabilidades derivadas
de los sucesos acaecidos durante los Sanfermines de 1978 en Pamplona”. Le
recordamos los hechos. La Policía, tras finalizar la corrida de toros del 8 de
julio, entró en el redondel de la plaza –la disculpa fue una pancarta pidiendo
la amnistía- golpeando y disparando pelotas contra quienes allí estaban. La
agresión fue respondida y entonces disparó fuego real, de forma indiscriminada,
contra la gente de los tendidos, resultando siete heridos de bala, algunos de
ellos graves.
Los
enfrentamientos se extendieron después por toda la ciudad. Un informe oficial
habló de que fueron utilizadas 5.000 pelotas de goma, 1.000 botes de humo y
otros tantos de gases. De la emisora policial se grabó lo siguiente: “Tirar con
todas las energías. NO OS IMPORTE MATAR”. La orden fue obedecida y la Policía
disparó más de ciento cincuenta proyectiles de fuego real. Una ráfaga asesina
acabó con la vida de Germán Rodríguez. Días más tarde, en las manifestaciones
de solidaridad que se extendieron por toda Euskal Herria, la Policía mató en
Donostia a otro joven, Joseba Barandiaran.
Ningún
policía fue expedientado, procesado, ni condenado. La justicia no halló
culpable alguno. Martín Villa, ministro del Interior, afirmó: “Lo nuestro son
errores, lo de ellos son crímenes”. Esa fue su vara de medir: hay víctimas de
primera y segunda. En resumen, políticos cínicos, crímenes impunes, justicia
servil. Las muertes matadas de Germán y Joseba no computaron.
El ministro
contestó de forma marrullera. Me echó en cara, en primer lugar, que hubiéramos
hecho la pregunta justo el día después del “25º aniversario de Hipercor, donde
fueron asesinadas veintiuna personas, entre ellos cuatro niños”. Gallardón
sabía que nuestra pregunta, hecha inicialmente al Gobierno por escrito, llevaba
dos meses sin ser respondida, olvidada en vaya a saber vd. que cajón; sabía
también que el orden del día de cada sesión, lo fija la Mesa del Congreso,
donde su partido, el PP, tiene mayoría absoluta, y sabía también, por último,
que tras haber sido negado a Amaiur su derecho a tener grupo parlamentario
propio, nuestros poderes y derechos en el hemiciclo son de risa. O sea, el
ministro ofició de trilero y jugó sucio mezclándolo todo,
Gallardón
afirmó que “aquel año de 1978 además de éste se produjeron otros
sobreseimientos por delitos terroristas… fueron cuarenta los asesinatos de ETA
que quedaron impunes porque no se conoció a su autor”. Es decir, en un evidente
lapsus linguae, el ministro reconoció que las muertes de Germán y Joseba fueron
asesinatos, delitos terroristas impunes. Pues bien, si esto es así: ¿a qué
espera su Ministerio para atender las exigencias de verdad, justicia y reparación
negadas durante estos treinta y cuatro años?
La doctrina
de Martín Villa sigue hoy plenamente vigente: “Lo nuestro son errores. Lo de
ellos son crímenes”. Tras la legalización de Sortu, Gallardón nos ha recordado
que ellos serán la “sombra” de esta organización y que “no ha llegado, de
ninguna de las formas, el día de la impunidad”, añadiendo que nadie debe
esperar que “los condenados por la ley y por los tribunales… vayan a recibir
ningún tipo de conmutación de pena, indulto o excarcelación”. Obviamente, no se
refería a Barrionuevo, Vera, Galindo, San Cristobal…, condenados a varios
cientos de años de cárcel por la comisión de crímenes del GAL (secuestros,
torturas, asesinatos,…), los cuales no llegaron a cumplir, de promedio, ni la
décima parte de las penas impuestas, sino a los actuales setecientos presos y
presas vascas, o a las más de doscientas personas que esperan juicio por
realizar actividades estrictamente políticas o sociales.
Gallardón, a
quien le crecen las desvergüenzas en su propia casa y en lo más alto de su
querida judicatura le brotan guinness del pelo de Carlos Divar (¿qué sentencias
habrá podido hacer semejante especimen?), ha afirmado en relación con este
último escándalo que es preciso “mirar hacia delante”. O sea, más de lo mismo. En
unos casos, hay que olvidarse de todo: borrón y cuenta nueva; en otros, el
pecado cometido exigirá penitencias eternas.
La justicia
del ministro Gallardón no es ciega, sino tuerta. Por un ojo no ve nada. Con él
analiza casos como el de Sanfermines-78; el del 3 de marzo de Gasteiz; los de
Gladys del Estal, en Tudela; Mikel Arregi, en Lakuntza; Mikel Zabalza, en
Intxaurrondo-Bidasoa...; es el ojo ciego a los informes de malos tratos,
torturas y violaciones policiales de derechos humanos hechos por Amnistia Internacional,
la Unión Europea y la propia ONU. El otro ojo, por el contrario, tiene vista de
lince y, no solo eso, sino que usa lentes de aumento. Con él mira a Sortu, a
Amaiur, a Bildu; a los cientos de presos y presas vascas; a Miren, Arnaldo,
Sonia, Rafa y Arkaitz; a la juventud vasca; al sindicalismo contestatario y los
movimientos sociales rebeldes,…
Hasta un
ministro de Justicia del PP puede entender que todas las víctimas han de tener
una misma consideración y trato al ser valoradas y juzgadas, sin que puedan
hacerse distinciones entre ellas. Es lo normal, ¿no? De ahí que nuestra
pregunta terminaba así: “Sr. Ministro: tras 34 años de desvergüenza
administrativa, política y judicial exigimos tan solo verdad, justicia y
reparación. ¿Es mucho pedir?”. Insistimos, ¿es mucho pedir?
(*) Sabino
Cuadra Lasarte es diputado de Amaiur
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