Homenaje en Londres a los veteranos británicos que lucharon en la Guerra Civil Española
Amanece un día gris en Londres. La lluvia del pasado 7 de julio moja la hierba de Jubilee Gardens, a los pies del London Eye; el mismo lugar donde, ese día, suena una guitarra española mientras ondean banderas republicanas. Se trata de la ceremonia anual que se celebra en Londres para conmemorar a los 2.500 veteranos de Gran Bretaña e Irlanda que se unieron a las Brigadas Internacionales para luchar junto al frente republicano durante la Guerra Civil Española. Del total de voluntarios de las islas, 526 murieron en España.
Este año es especialmente emotivo ya que coincide con el 75 aniversario de las batallas clave en la cruel contienda, como la del Jarama, Brunete y Quinto, que se cobraron la vida de 260 personas del batallón británico. Dado que la fecha es significativa, The International Brigade Memorial Trust, asociación organizadora del evento, preparó una placa conmemorativa que ahora cualquier ciudadano puede observar si pasea por los jardines de South Bank.
Uno de los últimos supervivientes, David Lomon,
descubre una placa en South Bank |
El encargado de descubrir la placa fue David Lomon, uno de los últimos supervivientes de los veteranos británicos de la guerra. Ahora suma 93 años de edad, pero todavía le quedan fuerzas para recordar el motivo que le empujó a enrolarse en un conflicto bélico que, en realidad, no estaba relacionado con su país. “Quería ayudar para detener los fascismos, como el de Hitler y Mussolini”, explica junto a la placa que acababa de descubrir. “Dejé atrás mi familia, mi país… Cuando lo decidí, no tuve el valor de decírselo a mi madre. Así que simplemente, me marché”, recuerda. Viajó clandestinamente a través de Francia, cruzó los Pirineos en diciembre de 1937 y fue capturado en Aragón junto con otros miembros del batallón británico. Pasó seis meses en campos de prisioneros en San Pedro de Cardeña, cerca de Burgos y Palencia antes de ser liberado en un intercambio de prisioneros entre tropas italianas. “¿Se arrepiente?”, se le pregunta. “No. En absoluto”, contesta rápidamente sin titubear. El parlamento de España concedió en 2007 la nacionalidad española a los veteranos supervivientes que formaron parte de las Brigadas Internacionales. “En aquel momento me sentí parte de ese país”, confiesa Lomon.
El grito en español “No pasarán” encabeza la placa, de 40 centímetros de diámetro, y en ella se lee en inglés que durante la Guerra Civil Española de 1936-1939 fueron 35.000 personas, entre hombres y mujeres, procedentes de 53 países, las que se unieron a las Brigadas Internacionales.
Conny Fraser es la viuda de Harry Fraser, uno de los voluntarios británicos. Conny, desde la primera fila, escucha atenta los armónicos de la guitarra española. “Me siento profundamente emocionada. Estoy muy orgullosa de mi marido porque luchó contra una situación terrible”, explica. Paco Marín vive en La Riojay voló expresamente hasta Londres para tocar y cantar durante el acto. “Ver la bandera tricolor en Londres me demuestra que el romanticismo republicano sigue vivo”, relata. El grupo musical Na-Mara, formado por Roberto García y Paul McNamara, también amenizó la ceremonia. El padre de García fue uno de los niños vascos refugiados que partieron en un barco rumbo al Reino Unido. “Mi padre volvió mucho después a España, pero de turista”, puntualiza.
La Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales de España también estuvo presente e hizo entrega de una bandera republicana a David Lomon, quien depositó flores junto a la nueva placa. Le siguieron en el gesto, entre otros, representantes dela Embajada Española, del exilio español y de los grupos de refugiados, así como dela Asociación de exmilitares judíos y de las mujeres.
“Me llamo Dolores por La Pasionaria”, asegura la señora Wild. “Mi padre, Sam Wild, fue el último comandante en el batallón británico en la Guerra CivilEspañola. Afortunadamente, volvió… vivo”, matiza en inglés.
Millones de historias encontraron consuelo, apoyo y empatía en una ceremonia donde se guardó un minuto de silencio, se leyó poesía y en la que la lluvia dio una tregua mientras sonaba La Internacional. Enese momento todos los asistentes, muchos de ellos ancianos, se pusieron de pie y alzaron el puño hasta el final.
Lorena Padilla
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