El mayor problema de la economía no es la falta de conocimiento, sino los bajos salarios
Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 4 de mayo de 2012
COMEDOR SOCIAL
Este artículo señala que uno de los problemas mayores de la economía estadounidense que se reproduce también en España es la extensión del sector laboral con bajos salarios que está creando un problema grave de falta de demanda, tema apenas debatido en los mayores medios de información del país.
Existe un debate en EEUU sobre las causas de las
desigualdades y de la polarización social (ver mi artículo “¿A qué se debe la
polarización social?”. Sistema Digital. 16.03.12), que es relevante a las
discusiones que han existido en España sobre la sociedad del conocimiento. En
realidad, ha habido casi consenso en el establishment económico, político y
mediático español, de que el futuro de España dependerá primordialmente del
nivel de educación académica existente entre la población. La imagen que se ha
promovido es que la sociedad del futuro requerirá elevadas cualificaciones, que
se obtendrán en centros de educación superior. De ahí que la estrategia del
desarrollo se haya basado en optimizar el número de estudiantes que fueran a la
universidad o a un nivel de formación superior.
Creo haber sido de los pocos autores que han criticado esta
concepción en España (ver mi artículo “Por qué existe un elevado desempleo: el
error de la tesis de ‘la sociedad del conocimiento’“. Sistema Digital.
04.03.11, expuesto en mi blog www.vnavarro.org), sin que mis escritos hayan
tenido ninguna resonancia o aceptación. El término de sociedad de conocimiento,
como motor del desarrollo, continúa siendo parte de la sabiduría convencional.
Y recientemente el Gobierno PP lo ha promovido de nuevo.
El problema con tal postulado y con tal estrategia es que la
mayoría de puestos de trabajo en EEUU (y en España), hoy y en el futuro, no
requieren elevadas cualificaciones. Según los datos de la Agencia de
Estadísticas Laborales del Gobierno estadounidense (‘U.S. Bureau of Labor
Statistics’ -BLS-) sólo el 20% de los puestos de trabajo existentes en EEUU
requieren educación universitaria. El grupo mayor, el 43%, requiere educación
secundaria, y un 26% educación primaria. El porcentaje de personas con
educación universitaria, sin embargo, es un 31%, un número mayor que el número
de puestos de trabajo que requieren tal cualificación. La consecuencia de ello
es que se está educando a personas que estarán trabajando en puestos de trabajo
que requieren menor educación, creando una gran frustración (que es lo que está
pasando ahora).
Ni que decir tiene que hace falta personal especializado con
formación universitaria. Según el BLS, faltan seis millones de profesionales
con master o doctorado. Pero estos seis millones representan menos del 5% de
toda la fuerza laboral. Las categorías laborales más extensas (más de un tercio
de toda la población laboral, es decir 49 millones de personas) están
constituidas por personal administrativo de nivel medio (con un salario de
30.710 dólares); personal en comercio y en ventas (con un salario de 24.370
dólares) y personal en restaurantes y lugares de ocio (18.700 dólares). El otro
tercio lo constituye personal de ayuda en las escuelas de infancia (19.300
dólares), trabajadores de asistencia domiciliaria (20.250 dólares), personal de
seguridad (23.920 dólares), asistentes técnicos de la docencia (20.310
dólares), y trabajadores de la construcción (29.830 dólares). Estos
trabajadores continuarán siendo la mayoría de trabajadores en EEUU (y en
España).
De ahí que estos puestos de trabajo requieran su propio
conocimiento (distinto al universitario) y sus propias condiciones de trabajo.
Un cambio fundamental es la revalorización de estos puestos de trabajo, sus
condiciones laborales y su valoración. El clasismo dominante de la sociedad española
explica el excesivo número de universidades, cuyo desarrollo era para
garantizar a los hijos de las clases dominantes una educación universitaria que
les garantizara mantenerse en lo que se define como clase alta. El descuido,
cuando no discriminación, hacia los otros sectores y clases sociales, explica
la escasa valoración de los puestos de trabajo que no requieren educación
llamada superior. De ahí la necesidad de movilizar a los colectivos de tales
sectores para conseguir mayores salarios y mejores condiciones de trabajo. Y
esto no se conseguirá mediante aumento de su educación, sino con su capacidad
de acción, incluyendo su sindicalización. Es fundamental para este grupo que se
aumente el salario mínimo. En EEUU, tal salario es 7,25 dólares por hora, que
significa al año (trabajando 44 horas semanales) unos ingresos anuales de
15.080 dólares, que es ligeramente superior al umbral de pobreza (11.000
dólares). En España la situación es incluso peor: el salario mínimo es
aproximadamente 10.110 dólares al año, sólo 230 dólares más que el umbral de
pobreza (9.879 dólares). Tal trabajador necesita trabajar todo el año para
pagar el coste del coche más económico de la gama estadounidense (un Ford
Fiesta, 13.200 dólares). En la época de Henry Ford (el fundador de la Ford que
promovió salarios altos para sus empleados para que se compraran sus coches),
un trabajador de la Ford tenía que trabajar (en 1914) cuatro meses para pagarse
un coche. Hoy tiene que trabajar un año. Y ahí está el enorme problema de
demanda que se basa en los escasos y bajos salarios de la clase trabajadora
estadounidense. De ahí que comience a haber preocupación, incluso entre algunos
sectores del establishment empresarial de EEUU, que algo no está funcionando
bien en la economía estadounidense, y este algo recae no en la supuesta
ausencia de conocimiento de la fuerza laboral, sino en su limitada capacidad
adquisitiva, motor de toda la economía.
Una última observación. No existe una plena realización en
España del extremismo de la derecha española. El comprensible deseo de ver a
España entre los países avanzados llega a una situación que en inglés se llama
“wishful thinking”, que vive de la ilusión de homologar a las derechas
españolas a las existentes en otros países. Y ello no es cierto. Un ejemplo. El
señor. José Mª Aznar quiere identificarse con el candidato republicano a la
Presidencia de EEUU, el señor. Mitt Romney. Le visitó en Boston y como era de
esperar apareció la fotografía y fue promovida por el PP. Tal candidato ha ido
adaptando posturas más y más derechistas durante las primarias del partido
Republicano, adoptando el programa del Tea Party, que es lo más derechista que
existe en aquel país. No es, pues, santo de mi devoción. Pero es justo
reconocer que, consciente del problema que describo en este artículo, ha
sorprendido a muchos indicando que está a favor de que aumente sustancialmente
el salario mínimo y que éste se incremente anualmente para adaptarlo a la
inflación, posturas que serían impensables en el señor Aznar. En realidad, éste
ha repetido ‘ad nauseam’ que elevar el salario mínimo destruiría empleo,
ignorando u ocultando que la experiencia internacional no avala tal postulado.
Antes al contrario. Tal como ha indicado James Galbraith “subir el salario
mínimo quiere decir que aumenta el consumo, y con ello la necesidad de tener
más trabajadores para aumentar la producción de los productos consumidos”. El
incremento más reciente del salario mínimo fue en Australia, donde aumentó a 16
dólares por hora y, sin embargo, el desempleo continuó siendo uno de los más
bajos del mundo, un 5%. En España hemos ido viendo como el descenso de la
capacidad adquisitiva de la clase trabajadora ha creado un enorme problema de
demanda y de endeudamiento. De ahí que la solución exige un cambio de rumbo muy
sustancial, con aumento de los salarios, incluyendo el salario mínimo, y con
una gran creación de empleo por parte del sector público, lo opuesto a lo que
está ocurriendo.
Vicenç
Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona.
Actualmente es Catedrático
de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra
(Barcelona, España).
Es también profesor de Políticas Públicas
en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia
durante 35 años. Dirige
el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado
conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University.
Dirige también el Observatorio
Social de España
Fuente:http://www.vnavarro.org
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