"Con
esta ley se abre una nueva etapa política"
Por Máximo Relti - Canarias-Semanal.org
Lunes, 14 de julio de 2014
Si
alguien tenía dudas acerca de si nos encaminamos o no hacia la consolidación de
un Estado autoritario, el Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes
dio cumplida respuesta a las dudas que pudieran existir al
respecto. En efecto, en su última reunión el gabinete ultraconservador de Mariano
Rajoy ha dado carta de legalidad a lo que hasta ahora venía siendo una
práctica cotidiana - aunque no legalizada - de los Cuerpos represivos del
Estado. La nueva "Ley Mordaza", en efecto, viene a
otorgar reconocimiento institucional a lo que ya sucedía en las calles desde
hacía tiempo, aun con la resistencia de unos pocos jueces que
tercamente se negaban a aceptar exclusivamente el testimonio policial.
A partir de ahora, las sanciones económicas contra los llamados
delitos de "orden
público" sufrirán
un astronómico incremento. Por ejemplo, convocar manifestaciones sin
comunicarlo previamente a la policía - lo que hasta el momento presente no era
ilegal, aunque la policía actuara como si lo fuera - , podrá ser drásticamente
sancionado. El texto de la ley dice, textualmente, "que podrán ser sancionadas con hasta
600.000 euros las manifestaciones sin autorización en torno a las consideradas
infraestructuras críticas".
QUEDA
FUERA DE LA LEY TOMAR TESTIMONIOS FOTOGRÁFICOS DE LA REPRESIÓN POLICIAL
La llamada "Ley Mordaza" consagra
también la impunidad ante los desafueros policiales,
considerando como faltas graves la toma de fotografías y vídeos a los
integrantes de los llamados Cuerpos de Seguridad del Estado. El "delito" de
tomar testimonio mediante una cámara fotográfica o de vídeo de lo que sucede en
la calle durante una acción de represión policial puede ser condenado
hasta con 30.000 euros. Es decir, con cinco millones de las antiguas
pesetas. En una expresión de cínico descargo, en el apartado de la
ilegalización de los testimonios fotográficos los legisladores del Ministerio
del Interior han añadido que ello se producirá "sin menoscabo
del derecho fundamental a la información".
De esta forma, a partir de la puesta en marcha de la ley tomar
testimonio gráfico de la represión policial estará más duramente reprimido
que en los años de la dictadura franquista, en los que atreverse a tomar una
fotografía de una manifestación o de la represión policial consiguiente no
implicaba otra consecuencia que la pérdida de la cámara, un sonoro
bofetón o pasar tres días en los sórdidos calabozos de las comisarías de la
época. Esa eventualidad no estaba prevista durante la dictadura, entre otras
razones porque las límitaciones técnicas impedían la rápida difusión de las
imágenes. Los legisladores herederos de la dictadura han venido a poner remedio
a ese vacío legal mediante las nuevas disposiciones, con las que tratan de
cortocircuitar la libre circulación de la información.
Con esta insólita medida, el régimen monárquico se
autoprotege del impacto que en el exterior estaban teniendo los
duros testimonios de la represión policial en España. En el interior del país,
la "Ley Mordaza" contribuirá, por otra parte,
a que la ciudadanía disfrute de la sensación de que, pese a las
manifestaciones y protestas, las "fuerzas
del orden público" son incapaces de traspasar los límites que
impone la existencia de la Constitución y el
"Estado democrático". Pero sobre todo el
sistema politico pretende blindarse contra contra la creciente marea de
indignacion social que crece incontenible en la sociedad española.
LA
POSIBILIDAD DE "DISOLVER Y DETENER" PASA A MANOS DE LOS CENTURIONES
DEL SISTEMA, SIN INTERVENCIÓN JUDICIAL ALGUNA
En otro orden de cosas, y como también sucedía en tiempos
pretéritos, los supuestos por los que una persona podrá ser conducida a
comisaría para proceder a su identificación, en el caso de que no porte el DNI,
son generosamente ampliados. El cacheo y los minuciosos registros corporales
tendrán, asimismo, a partir de ahora, 'barra
libre" legal.
Según la nueva ley, las fuerzas policiales también podrán dar la
orden de disolución de una manifestación de manera verbal y sin
motivarla, si estiman que puede existir una "situación de
urgencia".
Así, la policía tendrá en sus manos una amplísima discrecionalidad a la hora de disolver manifestaciones en el momento que lo deseen. Serán ellos los administradores que decidan cuándo nos encontramos ante una "situación de urgencia". Las posibilidades que se abren a la arbitrariedad policial son infinitas. En un momento determinado, la policía podrá alegar que dio la orden de disolver sin que ello se pueda acreditar en ninguna parte, ya que el único testimonio válido, como se ha constatado hasta la fecha, será el de los propios agentes. Ahora, no será ni siquiera el juez, sino la propia Administración - arte y parte en el contencioso - la que determine si corresponde o no imponer una sanción.
Así, la policía tendrá en sus manos una amplísima discrecionalidad a la hora de disolver manifestaciones en el momento que lo deseen. Serán ellos los administradores que decidan cuándo nos encontramos ante una "situación de urgencia". Las posibilidades que se abren a la arbitrariedad policial son infinitas. En un momento determinado, la policía podrá alegar que dio la orden de disolver sin que ello se pueda acreditar en ninguna parte, ya que el único testimonio válido, como se ha constatado hasta la fecha, será el de los propios agentes. Ahora, no será ni siquiera el juez, sino la propia Administración - arte y parte en el contencioso - la que determine si corresponde o no imponer una sanción.
OLEADA
DE CRÍTICAS
Apenas fue conocido el texto de la Ley
Mordaza, las reacciones de rechazo no se hicieron esperar.
Estas han partido no sólo desde diferentes movimientos sociales - más de
sesenta, por el momento - sino, incluso, desde organismos y
organizaciones como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el
Consejo de Estado, el Consejo Fiscal, la Agencia Europea de Protección de
Datos, la FEMP, Amnistía Internacional, Intermon Oxfam y Greenpeace,
para los que la que chapuza legal inspirada por el opusdeísta ministro
Fernández Díaz resulta intragable. Aunque los leguleyos del Ministerio del
Interior se empeñaron en maquillar con diversas modificaciones el
increíble borrador inicial, la parodia del retoque resultante no es
digerible tampoco para aquellos grupos e instituciones que pretenden aparecer
ante la opinión publica como distantes de los dislates gubernamentales.
La plataforma ciudadana "No Somos Delito",
por ejemplo, rechazó de plano "una
Ley cuya justificación se basa en la existencia de una supuesta creciente
demanda de seguridad y prevención del delito por parte de la ciudadanía.
Tal demanda no existe sino que "consideramos que se
trata de una legislación innecesaria que viene motivada por criterios
claramente políticos".
Por su
parte, el presidente del Consejo General de la Abogacía Española,
Carlos Carnicer, manifestó que este proyecto de ley tiene aspectos
"inconstitucionales" y que la entidad a la que representa velará por
los derechos de los ciudadanos.
"Con leyes de este tipo, Rajoy y
los suyos no hacen más que lo que otros, en su misma situación, han hecho a lo
largo de la Historia en circunstancias similares:tratar de preservar con vida
al monstruo que los parió".
El portavoz de la asociación socialdemócrata "Jueces
para la Democracia", Joaquim Bosch, calificó como
"innecesario" el proyecto, asegurando que lo único que
pretende es impedir determinadas críticas que son "especialmente
incómodas" para el poder político a costa de "restringir
libertades". Afirmó, además, que el texto "no está justificado por la realidad social",
puesto que "no existen problemas relevantes de seguridad ciudadana".
Asimismo, el portavoz de la Unión Progresista de Fiscales, Álvaro García Ortiz, rechazó el "marcado carácter represivo" de la ley y estimó como "insuficientes" los cambios incluidos en la propuesta del Ejecutivo para proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos, unidos a la modificación del Código Penal y la Ley de Seguridad Privada. En la nueva ley - dijo - "hay una confusión entre seguridad ciudadana y orden público", así como "una tendencia policial muy acentuada", en lugar de una "visión garantista de los derechos fundamentales de los ciudadanos". García Ortiz advirtió que la evaluación de determinadas actuaciones policiales, como por ejemplo un caso de insultos a un policía, dejará de ser investigada o sancionada en el ámbito penal y pasará a la jurisdicción contencioso-administrativa. Subrayó, además, que en el ámbito de lo contencioso-administrativo, el ciudadano tendrá que pagar tasas judiciales, además de abogado y procurador, y perderá garantías, puesto que habrá una presunción de veracidad de los actos del funcionario público que no existe en el caso de un juez de instrucción.
Asimismo, el portavoz de la Unión Progresista de Fiscales, Álvaro García Ortiz, rechazó el "marcado carácter represivo" de la ley y estimó como "insuficientes" los cambios incluidos en la propuesta del Ejecutivo para proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos, unidos a la modificación del Código Penal y la Ley de Seguridad Privada. En la nueva ley - dijo - "hay una confusión entre seguridad ciudadana y orden público", así como "una tendencia policial muy acentuada", en lugar de una "visión garantista de los derechos fundamentales de los ciudadanos". García Ortiz advirtió que la evaluación de determinadas actuaciones policiales, como por ejemplo un caso de insultos a un policía, dejará de ser investigada o sancionada en el ámbito penal y pasará a la jurisdicción contencioso-administrativa. Subrayó, además, que en el ámbito de lo contencioso-administrativo, el ciudadano tendrá que pagar tasas judiciales, además de abogado y procurador, y perderá garantías, puesto que habrá una presunción de veracidad de los actos del funcionario público que no existe en el caso de un juez de instrucción.
BAJO
LA PROTECCIÓN DEL "ESTADO AUTORITARIO"
En síntesis, y aunque pocos parecen haberlo advertido, el
Estado español inaugura con esta nueva ley lo que históricamente se ha
caracterizado como "un estado autoritario". Es
decir, aquel en el que la delimitacion de los límites del ejercicio de las
libertades formales queda al arbitrio de la discrecionalidad del Poder
Ejecutivo. No es este un hecho nuevo. Es simplemente una línea de
continuidad con nuestro pasado más inmediato. La novedad viene dada, en
cualquier caso, por el hecho de que el desvencijamiento del
aparato montado sobre los cimientos de la institucionalidad franquista ha quedado
al descubierto, con todas sus lacras y corruptelas . Y el hedor de sus
excrecencias pestilentes empieza a resultar insoportable para todos. Con
leyes de este tipo, Rajoy y los suyos no hacen más que lo que otros, en su
misma situación, han hecho a lo largo de la Historia en circunstancias
similares: tratar de preservar con vida al monstruo que los parió.
Con esta ley se abre, pues, una nueva etapa política.
Sus características vendrán definidas no solo por lo que haga el poder
sino, sobre todo, por la audacia e inteligencia que mostremos aquellos que nos
oponemos a él.
Fuente: http://canarias-semanal.org/

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