Investigadores en España detectan una de las causas que provoca la
delgadez extrema de los afectados por tumores
Manuel
Ansede / Materia
Viernes,
18 de julio de 2014
Durante
los últimos tres años, el médico italiano Michele Petruzzelli se dedicó a
recopilar despojos de ratones diseccionados en el Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid (...).
Durante los últimos tres años, el médico italiano Michele
Petruzzelli se dedicó a ir recogiendo despojos de ratones diseccionados en uno
de los mejores centros de investigación del cáncer del mundo, el Centro
Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid. Recopiló
centenares de restos de roedores a los que se les había provocado un cáncer.
“Mis colegas estudiaban el tumor y tiraban el resto del cuerpo. Pero yo quería
precisamente estudiar el resto, la carcasa”, explica Petruzzelli.
Su hipótesis de partida era innovadora. Tradicionalmente, la lucha contra el cáncer se basa en atacarlo directamente, sin más. Como si en una guerra sólo se disparara al enemigo, sin construir trincheras para defenderse o barreras para impedir su avance. “Todos los medicamentos contra el cáncer se centran en el tumor. Los únicos fármacos que no van contra el tumor son contra el dolor, simplemente paliativos”, expone.
Su hipótesis de partida era innovadora. Tradicionalmente, la lucha contra el cáncer se basa en atacarlo directamente, sin más. Como si en una guerra sólo se disparara al enemigo, sin construir trincheras para defenderse o barreras para impedir su avance. “Todos los medicamentos contra el cáncer se centran en el tumor. Los únicos fármacos que no van contra el tumor son contra el dolor, simplemente paliativos”, expone.
Encerrado con sus despojos, Petruzzelli buscaba pistas que abrieran
nuevos frentes de batalla en el entorno del enemigo, y por fin las ha
encontrado. En todos los ratones que ha analizado, se observa un proceso
desconocido hasta ahora. La llamada grasa mala, de color blanco, cuya función
es almacenar energía en lugares como los michelines, se convierte en grasa
buena, de color pardo, que se quema para generar calor. Y este proceso degenera
en la caquexia, un síndrome que deja al enfermo extremadamente delgado y débil.
Más de un tercio de los pacientes de cáncer muere por este proceso quemagrasa.
¿Grasa buena?
“Normalmente, un tumor no crece tanto como para causar la
insuficiencia de un órgano, ya sea el hígado, el pulmón u otro. Lo que mata al
paciente es la caquexia. El organismo empieza a gastar energía. El paciente
pierde peso, musculatura, se debilita. No hay nada parecido al sufrimiento que
provoca una caquexia, por eso el cáncer es tan terrible”,
detalla el médico. Según sus cifras, una persona afectada por un cáncer pierde
alrededor de un 10% de su peso, pero en los ratones este porcentaje supera el
25%. «No hay nada parecido al sufrimiento que provoca una caquexia, por eso
el cáncer es tan terrible»
“Lo de grasa buena y mala depende de a qué
enfermedad te estés enfrentando. La grasa blanca es mala para enfermedades del
corazón o para la diabetes, pero en el caso del cáncer la grasa buena es la
blanca”, afirma Petruzzelli, que a finales de
mes abandonará el CNIO para seguir investigando en la Universidad de Cambridge
(Reino Unido).
La transformación de grasa blanca en parda es un proceso
actualmente muy estudiado para combatir la obesidad, pero el médico italiano
cree que su trabajo debería impulsar la investigación del proceso inverso, para
desarrollar fármacos que inhiban la transformación o incluso la reviertan,
convirtiendo la grasa parda en blanca.
En busca de fármacos
En busca de fármacos
“Es una posible vía terapéutica para el futuro”,
opina. El hipotético fármaco serviría para alargar y mejorar la vida de los enfermos de
cáncer. “Muchas veces, cuando empieza la caquexia, los
médicos dan por terminado el tratamiento farmacológico. Envían al paciente a
casa a morir, porque apenas le quedan unas semanas de vida”,
lamenta.
Petruzzelli, miembro del grupo de Erwin
Wagner, director del Programa Fundación BBVA-CNIO de Biología Celular
del Cáncer, también ha observado el proceso en ratones vivos. Su equipo ha
cambiado genes de roedores para provocarles tumores de piel, páncreas y pulmón.
Han inyectado sustancias cancerígenas, como la dietilnitrosamina, a ratones
para inducirles cáncer de hígado. Y también han trasplantado tumores a ratones
sanos, tanto procedentes de otros roedores como de pacientes humanos. En todos
los casos ocurre el mismo proceso quemagrasa de transformación de la grasa blanca
en parda, según explican en su estudio, publicado hoy en la revista
especializada Cell Metabolism.
Tras constatar la existencia del proceso en ratones,
Petruzzelli y sus colegas acudieron a la Red Nacional de Biobancos, que
gestiona miles de muestras biológicas humanas para investigación, procedentes
de hospitales. El problema es que se toparon con muchísimas muestras de órganos
con tumores, pero pocas de otros tejidos no afectados por el cáncer. “En toda
España sólo encontramos ocho muestras de grasa de pacientes con cáncer y
caquexia. En siete de ellas detectamos la transformación de
grasa blanca en parda”, señala el investigador. En cambio, en
ninguna de las muestras de grasa de pacientes con cáncer y sin caquexia,
una veintena, apareció el proceso.
Fuente: http://canarias-semanal.org/

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