GINEBRA (OIT Noticias) – En Filipinas, Mark Castañeda
tiene dificultades para mantener a su familia con el equivalente de poco más de
10,30 dólares al día (458 pesos), aún cuando trabaja a tiempo completo.
Él está empleado en una empresa que fabrica jabón y
recibe un salario que cubre sólo sus necesidades básicas. Si se enferma, no
tiene un seguro médico que proteja su ingreso.
“Mi esposa, mi hijo y, por supuesto, mis abuelos viven
conmigo. Ellos dependen de mí y de mi trabajo”.
Del otro lado del mundo, Lorna Chesney, una madre
soltera que vive en Irlanda del Norte y trabaja a tiempo parcial en el colegio
local.
Las Naciones Unidas
celebraron el 20° aniversario del Día de los Derechos Humanos bajo el lema “20
años trabajando por tus derechos”. Con motivo de ese día, OIT Noticias
analizaron los desafíos de los trabajadores de ingresos bajos, que están al
centro de los derechos económicos y sociales. Por un salario justo.
“La vida ha sido realmente difícil, porque mi salario
es muy bajo. Hubo un período en que abría la nevera y no encontraba
absolutamente nada que comer tampoco en la alacena… Entonces pensé: ¿qué poseo
que pueda vender? Encontré mi anillo de matrimonio y una vieja cafetera de
plata, que mi padre me había regalado, y decidí venderlos. Me dieron seis
libras por mi anillo”, explicó.
Chesney tenía su propia agencia inmobiliaria – antes
de la crisis económica – pero quebró y ahora su salario equivale a poco más de
245 dólares semanales. Antes, vivía con holgura, pero ahora no tiene los medios
para hacer lo que le gustaría con su hija.
Un derecho fundamental
“Uno de los derechos humanos fundamentales es el
derecho a una remuneración justa que permita una existencia diga. El preámbulo
de la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo identifica la
garantía de un salario vital como una de las condiciones para la paz universal
y permanente basada en la justicia social”, dice el economista principal de la
OIT, Patrick Belser.
“Si bien no existe una suma universalmente aceptada
que defina este tipo de salario, puede ser descrito como un salario producto de
un trabajo a tiempo completo, que permita a las personas tener una vida decente
considerada aceptable por la sociedad”, agrega Belser.
Estos ideales fueron formulados en 1919, pero casi
cien años más tarde millones de “trabajadores pobres” tienen dificultades para
llegar a fin de mes.
En el mundo en desarrollo, en particular, muchos trabajadores
como Mark Castañeda consideran que nunca han realmente ganado un salario
adecuado. El patrón de crecimiento económico que las economías en desarrollo y
emergentes han experimentado durante los últimos años no se ha traducido en
“trabajo decente” para todos, es decir, en trabajo que satisfaga las
aspiraciones de las personas en su vida laboral, ofreciéndoles un ingreso
decente.
Aún en las economías avanzadas, donde el salario
promedio es mucho más alto, la aspiración de un salario adecuado no siempre se
hace realidad. Muchas personas como Lorna Chesney perdieron su empleo o fuente
de ingreso durante la crisis económica mundial y cuando encontraron un nuevo
trabajo, el salario era más bajo que antes. Esta tendencia ha contribuido al
aumento de las desigualdades en muchos países.
Ahora que la recuperación ha comenzado – aunque de
manera lenta – muchos de los que ganan un salario decente temen perderlo. Se
encuentran en un delicado equilibrio que, si se rompe, corren el riesgo de caer
en la pobreza.
Paul Mansfield, de New Jersey, Estados Unidos, es una
de las muchas personas que vive con el temor de perder su empleo. Hace 25 años
que trabaja como gerente de producción para la misma imprenta. La empresa da
pérdidas y hasta el momento él ha logrado mantener su empleo, pero se pregunta
hasta cuándo.
Soluciones
En los países pobres, la capacidad de las empresas de
pagar es tan baja que los salarios con frecuencia son inferiores a los que
muchos consideran necesario para tener una vida digna. Parte de la solución,
sostiene Belser, es que los gobiernos adopten políticas que favorezcan el
crecimiento económico y el aumento de la productividad, incluyendo mejores
oportunidades de educación y formación.
“Pero el hecho de que en los países ricos haya
trabajadores pobres demuestra que el crecimiento económico por sí sólo no es
suficiente. Los sindicatos también pueden ayudar a obtener un salario justo”,
explica Belser. “Esta es una de las razones por las cuales la OIT trabaja para
fortalecer los sindicatos en todo el mundo. Son necesarios para permitir que
los trabajadores y los empleadores negocien mejores salarios y condiciones de
trabajo, y para que los salarios crezcan a la par con la productividad. Además,
la OIT estimula a los gobiernos en todo el mundo a establecer salarios mínimos
que tengan en cuenta no sólo los factores económicos sino también las
necesidades de los trabajadores y de sus familias”.
“Las iniciativas a favor de un salario vital, como las
lanzadas en el Reino Unido y Estados Unidos, así como las medidas adoptadas por
las empresas multinacionales para establecer en sus cadenas de abastecimiento,
también han sido útiles. Pero no deben ser consideradas como sustitutas de los
sindicatos, de los salarios mínimos o de la negociación colectiva”, agrega Belser.
Varios estudios han demostrado que ofrecer un salario
justo a los trabajadores puede aportar beneficios, tanto a los empleados como a
los empleadores. Motiva el personal a trabajar más y mejor, y contribuye a
crear un clima pacífico en el lugar de trabajo y una mayor productividad.
Este año se celebra el vigésimo aniversario del Día de
los Derechos Humanos de la ONU. Las Naciones Unidas han destacado, entre otros,
“los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos y el
derecho al desarrollo”. Un salario justo está en el corazón de estas
aspiraciones.
Fuente: http://bandociudadano.es/


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