Salva Artacho
17 de diciembre de 2013
Con los escándalos (supuestos de momento y hasta que no se sentencie)
que parece que la conocida juez estrella de Sevilla está destapando y que
además de afectar (siempre según el sumario que está protagonizando como
investigadora) a políticos destacados de la Junta de Andalucia y que también
salpican a los sindicatos, especialmente a la UGT, empieza extenderse un clima
cada vez más reacio al sindicalismo en nuestro país. Repito, nos movemos en el
panorama de los supuestos, por lo que no quiero que se entienda esta opinión
como un ataque a la UGT o a los sindicatos en general.
De los políticos en este país “reconstruido” sobre una monarquía
diseñada por los franquistas y consentida y abrazada por los que en teoría eran
partidos de izquierda (y por ende con raíces pro-republicanas como el PSOE y el
PCE) hemos y tenido de todo: honestos con “matices” y otros demasiados
deshonestos. Lo de los matices lo digo porque si fueran realmente honestos
hubieran denunciado desde el primer momento la corrupción que afecta desde la
más alta magistratura hasta el alguacil del pueblecillo más escondido de
nuestra geografía si se tienen conocimiento de estar afectados por tan
miserable y extendido mal que hunde y desespera a la sociedad.
Quiero romper una lanza, independientemente de la afectación de algunos
sindicalistas a nivel personal u organizativo en los abusos que se investigan,
de respeto a la idea de la sindicación.
Quiero reivindicar, entre otras cosas porque tuve un pasado sindicalista
y jamás estuve en ningún aprovechamiento o beneficio personal ni lo hubiera
consentido de mis compañeros de sección sindical, el importante papel de la
organización obrera en obtener para el conjunto de los trabajadores conquistas
sociales tan importantes, como el derecho de reunión, de organización, de la
jornada laboral de 40 horas, de negociación colectiva, de seguridad e higiene
en el trabajo, de huelga, de negociación colectiva, de conquista de la
seguridad social, del derecho laboral... Pues, sin la presencia de los sindicatos
nada de esto hubiera sido posible. Que nadie lo dude.
Otra cosa bien distinta es que en los últimos años los sindicatos se han
ido vaciando de militancia obrera y ocupando las jerarquías burocráticas que se
han ido desarrollando papeles que correspondían a las bases, a las asambleas, a
las secciones sindicales..., pero en ello todos los trabajadores tenemos una
responsabilidad por la dejación y abandono que hemos hecho unas veces
conscientes otras menos al dejarnos embriagar por los cantos de sirena del capital
y del hiperconsumo.
El papel del sindicato es fundamental mientras exista el capitalismo y
la apropiación exagerada e indebida de las plusvalías del trabajo por parte de
capitalistas enormemente miserables y explotadores con respecto a los empleados
en cualquiera de las diversas actividades de producción de bienes o servicios.
Si esto lo entendemos y lo volvemos a retomar los trabajadores los sindicatos
serán las organizaciones que necesitamos para progresar en derechos y
conquistas sociales, sino las burocracias que suplen nuestra falta de
militancia llegarán a negociaciones y acciones en las que todos los que
dependemos de un salario perderemos y pueden confirmarse situaciones tan
perversas como las que apunta la juez en Sevilla.
Por otra parte es curioso y llamativo la publicidad que se da a las
acciones presuntamente delictivas de algunos dirigentes sindicales y lo poco o
de pasada que se habla/difunde por los medios de comunicación cuando se trata
de empresarios como el antiguo número uno de la patronal o de los abusos en el
pago de horas y cuotas a la seguridad social por parte de uno de los actuales
vicepresidentes de la citada entidad empresarial
Ciudadanos si la acción política y militante con honestidad es necesaria
para llegar a la República como la mejor forma posible de gobierno y de
resolución de los problemas derivados de la convivencia nacional, es también
absolutamente necesaria en el mundo laboral la acción sindical de los
trabajadores para ampliar sus conquistas económicas, laborales y de seguridad
en el trabajo, siendo además el sindicato una escuela de compañerismo y
formación de donde pueden brotar honestos liderazgos sociales necesarios e
imprescindibles para la construcción de la justicia social y de la convivencia.
Salud y República.
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