Cándido Marquesán Millán | Profesor de Secundaria. Zaragoza
nuevatribuna.es
| 18 Diciembre 2013 - 18:12 h.
Se ha
extendido en amplios sectores de la sociedad española que los destrozos a
nuestro incipiente Estado de Bienestar con la extensión de situaciones de
pobreza y miseria, así como un ataque brutal a los derechos sociales,
económicos, políticos y civiles recogidos en nuestra constitución, era el
programa oculto que tenían los populares. Es cierto que las medidas puestas en
práctica por el gobierno de Rajoy no iban en su programa. Luego mintió. Mas
solo los ingenuos o despistados pueden sorprenderse ahora por estas actuaciones
de los populares. A mí no me ha producido sorpresa alguna. Además son
plenamente coherentes con su ideología neoliberal. Lo que verdaderamente me
preocupa, es la actuación de la socialdemocracia: ¿con un gobierno del PSOE
encabezado por Rubalcaba, serían muy diferentes las políticas económicas?
Respondo con prontitud: salvo matices, en lo fundamental serían muy semejantes,
entre otras razones porque la hoja de ruta la marca la Troika. La siguen a
rajatabla tanto la derecha como la socialdemocracia europeas. Es evidente. Esto
ya viene de lejos. Fue el Gobierno socialdemócrata-verde de Gerhard Schröder el
que puso en marcha la llamada Agenda 2010. Un momento clave fue la
renuncia de Oskar Lafontaine en 1999, en todo un ejemplo de coherencia
ideológica, al ministerio de Finanzas porque le resultó intolerable el viraje
de las políticas hacia el neoliberalismo del gobierno de Schöeder.
También es cierto que de no haber renunciado hubiera sido cesado, ya que por
todo el sistema financiero Lafontaine fue considerado el político más peligroso
de Europa. Ángela Merkel, le agradeció su valor a Schöeder y convirtió la
Agenda 2010 en un mito. ¿ Y aquello de la Tercera Vía de Tony Blaire?
Hay un artículo genial de Yanis Varoufakis titulado Cuándo y por qué
se jodió la socialdemocracia europea, que explica la traición a sus
principios de esta corriente política. El PSOE siguió la misma tónica. Lo acaba
de decir con una contundencia apabullante Gerardo Pisarello “La posición
del PSOE para contrarrestar el singular patriotismo constitucional desplegado
por el PP, ha lanzado una andanada variopinta de posibles enmiendas
constitucionales. Muchas de ellas son ambiguas o irrealizables, y apenas
consiguen ocultar dos hechos. Uno, la falta de ideas o de predisposición para
avanzar alternativas sociales y económicas urgentes que, en principio, no
necesitarían enmienda constitucional alguna. Y dos, la estridente
incompatibilidad entre este reformismo sobrevenido y el triste papel que le cupo
en la consagración constitucional de la prioridad absoluta del pago de la
deuda, una regresión que excedía incluso lo exigido por el Banco Central
Europeo y que carece de parangón en el Derecho constitucional comparado.
Y la
traición de la socialdemocracia se mantiene. A pesar de que en Alemania
era factible un gobierno en una coalición tripartita, un Frente Popular del SPD
con 192 escaños, Die Linke con 64 y Los Verdes con 63, que con 319 escaños,
sobre el total de 630, es mayoría absoluta; acabamos de comprobar que el SPD ha
preferido un gobierno con la Merkel. Es todo un detalle, todo por un plato de
lentejas, la subida del salario mínimo, tímidas mejoras del sistema de
pensiones, y alguna inversión mayor en gasto social. Lo fundamental de la
política de Merkel sigue intacta. No creo sea necesario insistir más en esta
idea de la traición a sus principios por parte de la socialdemocracia. Por
ello, hoy la diferencia de políticas sociales y económicas entre la derecha
europea, la de CDU de Merkel o del PP de Rajoy, con la socialdemocracia
europea, la del SPD alemán y del PSOE son mínimas. Y en esas estamos. ¿Cómo
salimos de esta? Si seguimos en la misma dirección es la crónica de la muerte
anunciada. La única opción es que la socialdemocracia dé un paso al frente y
recupere sus principios y valores y pivote una alternativa que aglutine a todas
las izquierdas políticas, sindicales y sociales. Pero aquí hay un problema de
gran enjundia y de no fácil solución: la sempiterna desunión, cuando no guerra
a muerte, de las izquierdas, que se han matado muchas veces entre sí. Esta
circunstancia es la gran fuerza de la derecha. Lo estamos constatando en la
España actual. Por ello, es imprescindible corregir esta situación. Cabe
esperar de las distintas izquierdas un acto de generosidad y responsabilidad,
para que se olviden de las viejas rencillas. Es imprescindible. No sé qué más
puede ocurrir o qué más pueden hacernos para que de una puta vez, todas las
izquierdas se unan en un frente común, un Frente Popular. ¿Esperamos a que nos
pongan los grilletes? Las unas (IU, ERC, BNG, Amaiur)... acusan a las otras
(PSOE) de estar contaminadas por haber sido partícipes de la situación actual,
lo cual en parte no deja de ser cierto, por lo que confían en aprovecharse de
una parte de su espacio electoral. Evidentemente el PSOE ha cometido errores,
como su claudicación ante el neoliberalismo y prepotencia hacia las otras
izquierdas, pero sin él, no se puede construir ese Frente Popular, aunque
tampoco sus dirigentes, como Rubalcaba, quieren a las otras izquierdas
como compañeras de viaje, confiados en que les llegará la mayoría por el lógico
desgaste del gobierno de los populares. Tal actuación ha ocurrido en Alemania,
donde el partido socialdemócrata alemán (SPD) ha preferido gobernar con la CDU
de la Merkel.
Si las
izquierdas se presentan por separado, las unas sacarán 30 diputados, las otras
110 o 120. Si se presentan juntas es muy factible una mayoría absoluta. Los
"líderes" de las izquierdas, deberían ser sensibles ante el sufrimiento
de la ciudadanía y asumir su responsabilidad. Este paso al frente es
imprescindible, mas improbable con los dirigentes actuales.
Tendría que
elaborarse un programa, en torno al cual se unieran todas las izquierdas. En
primer lugar una defensa a ultranza de la democracia, que está
secuestrada por lo que Luigi Ferrajoli llama poderes salvajes. Las
grandes decisiones, auténticos atropellos a la ciudadanía, como la reforma
laboral y de las pensiones, o el desmantelamiento del Estado de bienestar, nos
han sido impuestas desde los grandes poderes económicos, cuando al ser
cuestiones que afectan a nuestro Estado social y democrático de Derecho,
deberían haber sido sometidas a consulta popular. Por ello, hablar hoy de
democracia es una burla. Políticas activas de fomento del empleo, anulando la
reforma laboral actual. Control del sistema financiero. Auditoría de la deuda
pública. Reforma fiscal en sentido progresivo. Implantación de la Renta Básica
Universal. Persecución implacable de la corrupción con una financiación
suficiente y transparente de los partidos políticos para independizarse de los
poderes económicos. Defensa de los servicios públicos y así recuperar, mantener
y reforzar nuestro Estado de bienestar. Control o nacionalización de servicios
básicos fundamentales como energía, telecomunicaciones. Reforma de la ley
electoral con listas abiertas. Reforma constitucional de artículos como el 135,
que prioriza el pago de la deuda sobre el gasto social, o el 8°. que dice
"Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y
el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e
independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento
constitucional". Realización de un referéndum sobre Monarquía o República.
Implantación de un Estado laico, denunciando los Acuerdos del Estado español
con la Santa Sede. En relación a la vertebración territorial del Estado español
reconocer el hecho plurinacional, sin excluir que alguna de las naciones puede
conseguir un Estado propio, si así lo manifiesta la mayoría de la población.
Estoy
convencido, que con este programa, y con el compromiso de llevarlo a la
práctica desde el poder, ese llamémosle Frente Popular ganaría las próximas
elecciones generales por goleada. Si las izquierdas siguen con sus guerras
encarnizadas, es factible un gobierno del PP con la populista Rosa Díez
y los nacionalistas del PNV, CIU y CC. Aunque no quiero llegar a pensar un
gobierno en coalición PP-PSOE, como en Alemania, aunque en política no hay nada
previsible.

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