Pactando con CiU, que
vota con el PP leyes regresivas, el partido heredero del PSUC abandona el
catalanismo popular
Comencemos por estas palabras. Este
“acuerdo”, sobre la Ley de Seguridad Privada, “es fruto del diálogo, fruto de
las propias negociaciones en las que han intervenido también desde el propio
Ministerio del Interior hasta la Consejería del Interior de la Generalitat de Cataluña
(…)”. Son las palabras del diputado de CiU Jordi Jané expresando su apoyo a una
de las leyes más regresivas y represivas de nuestra historia. Para CiU, el
enemigo de aquí, el PP, es en el Parlamento español el gran aliado. Dos días
después, ICV se alinea con CiU y demás acólitos para convocar, con más retórica
que otra cosa, un referéndum sobre las relaciones de Catalunya y España.
Mientras en Madrid CiU negocia y
acuerda con el PP la aprobación de una ley antidemocrática, aquí, en Catalunya,
consigue el apoyo de ICV que legitima la incorporación de la izquierda a sus
planes soberanistas. Naturalmente, ICV, en la medida en que apoya esa consulta,
va perdiendo posición como partido de la izquierda para la defensa de los
intereses populares y de clase. Pues resultará engullido por los intereses de
los partidos, como la coalición gobernante en Catalunya, claramente derechistas
y corruptos. El primer ejemplo lo acabamos de describir. ICV no presenta reparo
alguno en pactar con una coalición que acaba de aprobar la ley que privatiza la
seguridad pública hasta límites muy graves. Una ley que viola el artículo 17 de
la Constitución sobre el derecho a la libertad personal y suspende la vigencia
del régimen democrático de la detención de las personas contenido en la Ley de
Enjuiciamiento Criminal. Un verdadero atropello a las garantías democráticas de
los ciudadanos.
Pese a todo ello, ICV pacta con
quienes están de acuerdo con ese atropello. Y no parece querer enterarse del
reciente Informe del Tribunal de Cuentas que atribuye a CiU un “patrimonio neto
negativo” superior a diez millones de euros, es decir, un elevadísimo grado de
insolvencia. Lo que quiere decir que ambas formaciones, que se proponen salvar
a Catalunya de una supuesta catástrofe financiera, están sumidas en un
cataclismo económico a causa de su desastrosa gestión de la que solo salen
adelante gracias a su privilegiada alianza con los poderes financieros. ¿Estos
son los aliados de ICV?
El problema es que hace tiempo que
ICV sufre una grave desorientación. Un día de estos, Joan Herrera se refería al
derecho a decidir “como elemento troncal del catalanismo”. ¿De qué catalanismo?
O es que el catalanismo de ICV es el mismo que el de ERC y CiU? Con
independencia del escaso rigor con que hablan del derecho a decidir, es
inadmisible que un partido que se define de izquierda, ante la crisis colosal
que sufren las personas y familias de las clases medias y bajas, anteponga, por
razones tácticas, su alianza con los partidos responsables de esa crisis a la
creación de una nueva identidad catalana, que debe tener su eje en las clases
populares y que se fundamenta en la solidaridad con los pueblos de España que
padecen la misma crisis que los trabajadores catalanes.
En su página web se define como una
opción política “compromesa amb totes les persones que volen transformar el
món, superar el capitalisme i que comparteixen els valors de la justícia
social, la pau, la igualtat, la radicalitat democràtica, la llibertat, la
laïcitat i la solidaritat i que vol construir una societat basada en la
democràcia i el socialisme”. El pacto identitario, que acaban de suscribir y
que va a condicionar plenamente su política, nada tiene que ver con ese
programa. Luego, al menos, han obrado deslealmente con sus principios.
Creo que es un buen momento para
rememorar a quienes, dirigentes del PSUC, formularon otro catalanismo que ICV
ha olvidado. Nos referimos al ‘catalanismo popular’ tan bien definido por
Antonio Gutiérrez Díaz en 1980, sí, hace mucho tiempo, pero mucho mas coherente
con una política de izquierdas. Por otra parte, ¿no estamos releyendo a Marx?
Decía así: “La Catalunya de hoy es la Catalunya de todos y no dejaremos que nos
la arrebaten aquellos que con nacionalismos extremos y provocadores quieren
utilizar la bandera catalana para esconder sus intereses de clase. (…) No
debemos caer en la trampa de dejarla en manos de aquellos que la quieren para
disimular que las tienen sucias. (…) Y frente al catalanismo instrumental de la
derecha opondremos un catalanismo popular de progreso. (…) Frente a la retórica
gesticulante y vacía de la derecha catalana — una derecha estrechamente ligada
con la derecha española— haremos avanzar Catalunya por la vía de un catalanismo
popular que evite las divisiones de nuestra colectividad, que acabe con las
provocaciones interesadas del ultranacionalismo chauvinista”.
Esta es la senda que ICV debe
recuperar urgentemente. Para dicho fin, debe plantearse seriamente abandonar el
pacto suscrito, mas que discutible democráticamente y, en cualquier caso,
claramente independentista.
Carlos Jiménez Villarejo es
jurista y miembro de Federalistes d'Esquerres
Fuente: www.elpais.com
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