El historiador Francisco Moreno Gómez rinde
homenaje a la cualificación y combatividad de los soldados republicanos en su
libro 'Trincheras de la República. La gesta de una democracia acosada por el
fascismo'
RAFAEL
GUERRERO Sevilla 20/12/2013 08:15 Actualizado: 20/12/2013 08:15
Soldados y campesinos cordobeses atrincherados en
agosto de 1936 en el frente de El Carpio en la provincia de Córdoba.
Treinta y
cinco años de dedicación continuada a la investigación hacen de Francisco
Moreno Gómez uno de los historiadores españoles más solventes y rigurosos a lo
largo de sus múltiples trabajos sobre los maquis, sobre la guerra y la
represión en su provincia natal de Córdoba y ahora sobre la guerra pura y dura
en un libro denso -Trincheras de la República. La gesta de una democracia
acosada por el fascismo, editorial El Páramo- donde rinde homenaje a la
cualificación y la combatividad de los soldados republicanos.
Moreno Gómez
es catedrático de instituto ya jubilado y pertenece a esa importante saga de
investigadores que ha tirado del carro de la historiografía al margen del
academicismo universitario. Considera que las estimaciones sobre las víctimas
tanto de la guerra en los combates como de la represión se quedan cortas porque
sigue sin aflorar la cifra exacta de desaparecidos. "En los frentes de
batalla pudieron morir no menos de 300.000 combatientes en toda España y,
tan sólo en la provincia de Córdoba, he podido documentar casi 12.000 víctimas
de esa catástrofe humanitaria causada por el golpe militar franquista. Pero son
datos mínimos, el máximo no se sabrá nunca. De ahí la enorme importancia de
investigar, como sugiere el Comité de Desapariciones Forzadas de la ONU".
No es
habitual en la historiografía actual que se reconstruyan batallas, pero
Francisco Moreno lo hace aportando mucha información, incluso planos de
situación que facilitan el entendimiento sobre la evolución de las campañas
bélicas. Una de ellas -no muy conocida- es la última gran batalla de la
contienda española, que se libró entre las provincias de Córdoba y Badajoz,
entre enero y febrero de 1939, cuando nadie dudaba ya de que la guerra
civil estaba perdida para la República. En efecto, en la batalla de
Córdoba-Extremadura intervinieron más de 160.000 combatientes (92.500 del
ejército republicano y 72.000 del bando franquista). Hubo 30.000 bajas y 10.000
muertos: 8.000 militares republicanos y 2.000 sublevados. Moreno Gómez explica
así el sentido de aquella postrera gran batalla: "Los republicanos
rompieron el frente, lo que causó gran alarma en el cuartel general franquista.
La República quiso demostrar que no se rendía dando ejemplo de coraje y
dignidad". El historiador cordobés recuerda la clave de la victoria
franquista y se muestra categórico: "Cuando las fuerzas se equiparaban, la
ayuda extranjera de Hitler y Mussolini deshacía el empate. De no haber sido por
la ayuda del Eje Roma-Berlín, Franco no gana la guerra. La cualificación y la
combatividad de los republicanos no ha sido valorada en su justo término".
El autor se
detiene en determinados episodios de la guerra civil como el que sigue a la caída
de Málaga en poder de las tropas franquistas en febrero de 1937. La ciudad se
convirtió en una auténtica ratonera, donde decenas y decenas de personas
eran fusiladas cada noche en las tapias del cementerio de San Rafael, que
alberga el segundo conjunto de fosas comunes más importante de Europa con casi
5.000 esqueletos, después de Sebrenica, en Bosnia Herzegovina. "Se
organizaban matanzas de prisioneros todas las noches. Decían: A ver que
salgan los de la celda 21 y cargaban el camión rumbo al cementerio".
Pero no sólo eran asesinados los malagueños, sino también los andaluces
llegados semanas y meses antes a una ciudad colapsada que duplicaba su
población por la presencia masiva de refugiados huyendo de la represión
rebelde. Moreno documenta bastantes ejemplos de llegadas de grupos de
falangistas de pueblos del occidente andaluz en manos golpistas "que iban
a cazar a sus paisanos", para detenerlos, llevárselos a sus localidades de
origen y allí matarlos. "O por el camino de vuelta, como pasó con un grupo
de republicanos de Morón, que fueron fusilados en La Puebla de Cazalla".
La "carretera de la muerte"
Las cien mil
personas, en su mayoría civiles, que se encaminaron apresuradamente hacia
Almería por la carretera de la Costa durante los días siguiente a la toma de
Málaga, tenían plenamente justificados sus temores y padecieron el ataque
continuado de los sublevados: por aire bombardeados y ametrallados por la
aviación italiana y desde el mar cañoneados por la marina rebelde. El
médico canadiense que auxilió con su ambulancia a cientos de huidos por aquella
"carretera de la muerte" considera que aquello fue el mayor crimen de
guerra en España, más que las matanzas de Badajoz y que el bombardeo de
Guernica. "Estamos hablando de casi cinco mil muertos", comenta
Francisco Moreno, aclarando que "en la República nunca se ametralló a
los civiles que huían de los pueblos por miedo a la represión, cosa que el
franquismo hizo masivamente en Málaga, pero también en 1938 en el cierre de la
bolsa de La Serena y en Don Benito (Badajoz), y durante la evacuación de de
Tarragona en enero de 1939, como bien recogió Robert Capa en sus fotos. Es la
criminalidad de guerra de que se ocupa la justicia universal".
Otro aspecto
de la guerra escasamente abordado en el que se detiene moreno Gómez es el de los
"niños o hijos de la noche", un original fenómeno de grupos de
guerrilleros que hacían peligrosas incursiones nocturnas al otro lado del
frente, en la retaguardia enemiga para realizar acciones de sabotaje, para
liberar detenidos, para robar ganado y víveres y para ataques sorpresa.
"Formaron en todo el frente -dice Moreno Gómez- el 14º cuerpo guerrillero,
estructurado y comandado por el jienense Domingo Hungría, que tenía su sede
principal en Villanueva de Córdoba, con sedes también en Granada, Badajoz,
Alcalá de Henares, y un centro de entrenamiento en Benimámet (Valencia)".
Estos grupos de guerrillas, que progresivamente fueron recibiendo apoyo de
técnicos extranjeros, principalmente soviéticos, efectuaron acciones de guerra
importantes, como la voladura de un tren militar cargado de soldados italianos
y la liberación de 300 presos republicanos en el fuerte de la localidad costera
granadina de Carchuna. Los guerrilleros del frente sur (entre Córdoba y
Extremadura) sumaron durante la contienda 239 sabotajes, 17 emboscadas, 6
incursiones, 87 trenes descarrilados, 112 vehículos destruidos y 2.300 bajas
enemigas, entre muertos y heridos, con tan sólo 14 muertos propios, según
precisa el investigador Francisco Moreno en su libro Trincheras de la
República. Asegura que la voladora de un puente en la carretera de
Peñarroya y Córdoba inspiró al mismísimo Hemingway para el argumento de su
novela Por quién doblan las campanas.
Fuente: www.publico.es

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