Creado por Lucas León Simón.
La humedad
calaba hasta los tuétanos la esencia de la democracia. El Partido de la
Podredumbre impedía preguntas, mociones, comisiones e investigaciones sobre su
corrupción desinhibida y profesional. Y llovía, sobre los tejados del
Congreso, de la Democracia y de la Verdad. Y sus goteras empapaban de mentira
los escaños, los sueldos y las dietas. Y la honestidad se quedaba humedecida de
mentiras.
“Su historia
es una patraña envuelta en una mentira que, finalmente, desemboca en un
embuste”, dijo —parafraseando al dirigente británico Winston Churchill- uno de
los “mojados” por aquella gotera chapucera.
Un gran
embuste que quería tapar un gran robo, masivo y reincidente en el tiempo, que
destruía pruebas, ordenadores, discos duros y agendas de secretarias compradas
al precio de sobre y que mentía, con empacho, en el Parlamento, en la prensa y
en los plasmas.
Era eso, una
plasma, un escombro, una reverencia al latrocinio, del mal llamado “gobernante”
de aquel país de chorizos y morcillas. Una democracia chapucera y goterosa,
contemplada desde afuera; maloliente y desvirtuada, hasta el límite del Golpe
de Estado, desde dentro.
Tal era la
fuerza de aquella fatalidad que arrastraba su basura por todo la desgracia de
País, e inundaba Autonomías, Ayuntamientos, Fiscales, Jueces y Medios de
Incomunicación, y el abismo se asomaba en forma de marhuendas, cospedales y
florianos, que tomaban su inspiración desde sus propios zapatos, manchados de
barro y agua corrupta de sus goteras.
Era un
circuito obsesivo: el partido, la donación, el sobre, la dieta y la mentira
parlamentaria. Que aplastaba la cabeza de los vencidos por el Gran Robo: los
asalariados, los pensionistas, los probos funcionarios de sueldo recortable.
Una maquinaria de destrucción que se retroalimentaba de recortes y ladrones.
Por igual.
Pero entre
jeroglíficos y cenefas ocurrió lo inesperado. A fuerza de goteras, de mentiras
y fraudes repetidos, se hundió el techo de aquel Congreso y perecieron,
ahogados en la gran ola cenital que se formó, el Gran Mentiroso, sus Acólitos
de la Fraudulenta Mayoría, la Oposición Mojada, los Conserjes y Secretarias,
sus Gin-Tonics de módico precio.
Todas sus
horas estaban –están- contadas.

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