05
septiembre 2013
Jordi Calvo Rufanges
En el contexto actual
de profunda crisis económica, en el que los presupuestos públicos sufren una
importante disminución es de gran interés revisar a qué se están dedicando los
escasos recursos económicos de las administraciones públicas y qué impacto
tiene la elección presupuestaria, indudablemente política, sobre le economía
española. El endeudamiento público español supera ya el 90% del PIB, lo que
hace que la presión sobre el control del déficit es mayor. Todo ello alimenta
la teoría, verdadera o falsa, del rescate de las finanzas públicas españolas
por parte de Europa, lo que lleva a un endurecimiento de los recortes que hasta
ahora han recaído sobre los pilares del Estado del bienestar (sanidad y
educación).
Sin embargo, no
aparece en el debate sobre el control del déficit, del endeudamiento y de los
recortes el impacto del gasto militar, cuando probablemente sea la partida
presupuestaria que recibiría con mayor consenso social un recorte. Por otra
parte, la dificultad en el acceso al crédito y a la financiación en general de
las pequeñas y medianas empresas es identificada como un factor clave que
impide la recuperación económica. La actividad industrial militar consume buena
parte de los ahora escasos recursos destinados a la financiación de la
actividad económica. La banca española, pública y privada, dedica ingentes
recursos a financiar la producción y venta de armas. Veamos a continuación el
peso del gasto militar y la financiación de la industria armamentística en la
economía española y su papel como freno de la recuperación económica.
El gasto y la deuda
militar española
Dentro de las partidas
de gasto más relevantes de los Presupuestos Generales del Estado (PGE)
encontramos cada año la dedicada al gasto militar. Su cálculo es siempre una
cuestión controvertida ya que hay diferentes criterios para considerar qué
partidas deben conformar el cálculo del gasto militar. El criterio del Gobierno
español es el más restrictivo, con la clara intención de mostrar un gasto
militar mucho menor del que realmente es efectuado, para su justificación de
cara a la opinión pública. Otros criterios, como el de la OTAN incorporan otras
partidas que hacen que el gasto militar de cada año sea realmente el doble del
que podemos identificar según los datos facilitados por el gobierno. Más allá
de lo que indica la OTAN hay partidas que podrían considerarse gastos
militares, que debemos contabilizar para calcular con mayor exactitud el
montante final dedicado a este concepto en los PGE. En el ejercicio de 2012 el
gasto militar alcanzó el 1,80% del PIB y el 5,22% de los PGE, lo que supuso un
incremento respecto al ejercicio anterior. Entre 2011 y 2012 el presupuesto de
Defensa se convierte en quizá el único que aumenta.
Por otra parte, es
importante mencionar uno de los elementos de mayor incidencia en el presupuesto
militar, tanto por el volumen de recursos que consume cada año de las arcas
públicas, como por la incidencia que tiene como grupo de presión en las
políticas gubernamentales. Nos referimos a la industria militar, que consume
cada año un cantidad ingente de recursos públicos no solo en lo que se refiere
a la compra con dinero público de armamento sino también en lo que respecta a
las ayudas a la I+D a través de la concesión de, créditos blandos, que desde
que comenzaron a realizarse también desde el Ministerio de Industria en 1997
han acumulado solo de este ministerio 15.777,30 millones de euros. A lo que hay
que añadir las medidas de apoyo de carácter comercial, económico y político de
varios ministerios e incluso de las más altas instancias del Estado,
difícilmente cuantificables. Por otra parte, la industria militar española e
internacional recibe cada año importantes cuantías presupuestarias dedicadas a
la compra de nuevos armamentos. España tiene firmados contratos que deben
hacerse efectivos los próximos años por un valor de 30.728,51 millones de
euros, lo que consumirá una buena parte de los escasos recursos públicos en detrimento
de los necesarios gastos sociales, lo que bien puede denominarse como “la
burbuja armamentística española”. El caso del año 2012 es especialmente
controvertido, ya que durante el mes de septiembre se aprobó un crédito
extraordinario de 1782 millones de euros, no contabilizados inicialmente, para
la adquisición de nuevo armamento para el ejército español. En 2013 Defensa
planea pedir un crédito de 1000 millones para pagar armamento.[1]
Finalmente, para
aproximarnos al verdadero gasto militar realmente liquidado, a esta partida hay
que sumarle el presupuesto destinado a las operaciones militares en el exterior
que son prácticamente en su totalidad imputadas al Fondo de Contingencias. Solo
en 2012 fueron 769,08 millones de euros. Defensa presupuesta anualmente un
irrisorio montante de 14,36 millones de euros y al final del año añade una
partida similar a la de 2012 proveniente del mencionado Fondo de Contingencias.
En 2013 con toda probabilidad ocurrirá algo similar.
Como vemos existen
unas nada despreciables diferencias entre el gasto militar inicialmente
presupuestado y el efectivamente liquidado al final del ejercicio, que
recurrentemente aumentan cada año los recursos públicos que consume la
actividad militar, haciendo que el gasto militar un más que relevante peso en
las cuentas públicas.
La financiación
militar
Además, debemos tener
en cuenta los recursos que consume el gasto militar que generan deuda y, por
tanto, intereses de la deuda pública. La parte proporcional al gasto militar
debe ser, por tanto, incluida en el gasto real militar español. Cada año
se destinan más de mil millones de euros a pagar los intereses de la deuda
pública generada por el gasto militar.
A ello hay que añadir
el apoyo financiero de la banca española, que contribuye al desarrollo y
expansión de la industria militar mediante la concesión de créditos, emisión de
bonos y pagarés, participaciones accionariales, gestión de fondos de inversión
y financiación de exportaciones. Hay que tener en cuenta que en un contexto en
el que el crédito a las Pymes está fuertemente restringido, la decisión de
destinar el dinero de un banco a apoyar la industria militar, afecta
indudablemente a la disponibilidad de estos recursos para la economía
productiva.
Según el informe
realizado por el Centro Delàs para Setem, al menos 30 empresas de armamento
españolas recibieron apoyo financiero de 42 grandes bancos (españoles y
extranjeros), bancos de tamaño reducido o mediano, cajas de ahorros ahora
convertidas en bancos, con algunos grupos de cooperativas de crédito, con
empresas de seguros y con intermediarias financieras. En el informe se revela
que las maneras de financiar a la industria militar no son únicamente las que
resultan más evidentes, por su relación directa entre el banco y la empresa de
armas, sino que la industria militar recibe apoyo de los bancos a través de
grandes transnacionales, empresas de capital riesgo, inversores particulares,
infinidad de intermediarias financieras y SICAV.
El apoyo financiero
que ha recibido el complejo militar-industrial español mediante participaciones
accionariales, fondos de inversión y créditos desde 2007 muestra que se han
desviado al menos 1.372.366.441 de euros al sector armamentístico
(2.291.857.330 de euros, si contamos la participación de la SEPI en EADS). En
concreto se identifican 736,60 millones de euros concedidos en créditos a la
industria armamentística, 231,87 millones de euros en fondos de inversión y
1.323,38 millones de euros en participaciones accionariales (contabilizando
solo aquellas de las que conocemos su valor real). Los bancos que han
participado en el negocio armamentístico con mayor volumen de negocios y mayor
presencia en empresas de armas españolas en el periodo 2007-2011 son, por orden
de importancia: Bankia y Liberbank (cuya estimación según este informe en la
industria militar es de cerca de más de 300 millones de euros para Bankia y de
cerca de 90 millones de euros para Liberbank, debido principalmente a sus
elevadas participaciones en Indra). A continuación aparece el Banco Santander,
Caixabank, BBVA y Catalunya Caixa (cuya actividad dedicada en los últimos años
a la industria militar española se puede estimar entre los 30 y los 40 millones
de euros), seguidos por Banco Popular, Banco Sabadell, Ibercaja y Bankinter
(que se encontrarían en la horquilla entre 20 y 30 millones de euros en
armamento español).
En conclusión: la
economía de Defensa es un lastre para la salida de la crisis
El sector militar
depende principalmente del gasto militar que cada año es computado en los PGE.
Sin embargo, al tratarse de un gasto socialmente controvertido sus partidas se
encuentran ocultas en diversos ministerios. El criterio de gasto militar de la
OTAN lleva a que en España se duplique cada año el presupuesto militar
fácilmente computable a Defensa. Si además esperamos a saber el presupuesto
finalmente liquidado, observamos que hay créditos extraordinarios y
transferencias del Fondo de Contingencias que todavía aumentan más el gasto
militar español. Con la situación de recortes en sanidad, educación, cultura,
infraestructuras y otros gastos sociales que cuentan con el apoyo de la
ciudadanía, es especialmente criticable que alrededor del 5% del presupuesto
sea dedicado a menesteres militares.
Por otra parte, el
gasto militar y la industria militar tienen un protagonismo ineludible en la
generación de deuda pública, con el consiguiente impacto en el déficit de las
cuentas públicas. Porque no hay que dejar de contabilizar los interés de la
deuda pública destinados a financiar el gasto militar, porque las empresas de
armas deben miles de millones al propio Estado en concepto de créditos de I+D,
porque más de 30.000 millones de euros van a destinarse los próximos años a
comprar nuevo armamento.
Finalmente, los bancos
(públicos y privados) también juegan un relevante papel en el mantenimiento de
la industria militar. Solo desde el año 2007 han apoyado financieramente con
cerca de 2.300 millones de euros a las 9 principales empresas de armas de
España. Si tenemos en cuenta la dificultad de acceder a esta información,
podemos afirmar que esta cantidad tan solo es la punta del iceberg del apoyo de
la banca española a la industria militar.
Por tanto, el
estamento militar y la industria de armas reciben un trato especial por parte
del gobierno y de las entidades financieras públicas y privadas. Miles de
millones de euros son desviados cada año de la necesaria inversión social al
gasto militar y a la producción de armas. El gasto militar se convierte, de
este modo, en un lastre para la recuperación económica española. Salir de la
crisis sin acabar con el Estado de bienestar requiere ineludiblemente un
drástico cambio en las políticas de gasto militar y de apoyo a la industria de
armas en España, que reduzca sensiblemente y de forma urgente los recursos
económicos que el armamentismo y el militarismo consumen.
[1]
según informa El País (28/03/2013)
Artículo
publicado en Solidaridad Global (N8/AGO/2013)
Fuente: www.publico.es

No hay comentarios:
Publicar un comentario