miércoles, 5 de junio de 2013

KEYNES, LA IZQUIERDA Y EL CAPITALISMO CON "ROSTRO HUMANO"

El keynesianismo, ¿una enfermedad infantil del neoliberalismo?
Miércoles, 5 de junio de 2013
Por M.Relti - Canarias-semanal.org

[Img #18612]
     
       Agustin Morán  es un politólogo, investigador y escritor  que comparte esas dedicaciones profesionales   con el  activismo social. Morán es, asimismo, cofundador del Centro de Asesoría y Estudios Sociales de Madrid, (CAES), que es una red de colectivos, creada a principios de la década de los 80, cuando se pudo constatar que que en lugar de entrar las fuerzas de la izquierda en el Estado, fu el Estado en que entró en la izquierda. Agustín Morán es también colaborador del Centro "Marie Langer", de Madrid, y autor de numerosos artículos y coautor varias publicaciones.

      En un extenso e interesante artículo títulado "El keynesianismo, enfermedad infantil del neoliberalismo?" , Moran analiza las condiciones que posibilitaron en el curso de las últimas décadas la existencia de un capitalismo con apariencia humana. Resumimos del texto original las ideas que nos han parecido más relevantes

       En opinión de Agustin Morán  las circunstancias que posibiltaron  25 años de capitalismo con rostro humano en Europa finalizaron a mediados de la década de los setenta del pasado siglo XX.   No obstante, el aumento del precio del petróleo, la mejora de las condiciones laborales y el aumento de la composición orgánica del capital, en un entorno de apertura de las economías y competitividad creciente,  desequilibraron el modelo de acumulación keynesiano basado en la centralidad de la demanda y el pleno empleo como motores del crecimiento económico.


       A partir de ese momento, las estrategias del capital europeo evolucionaron hacia la incorporación de nuevas tecnologías,   la descentralización y deslocalización de la producción y la "flexibilización" del mercado de trabajo. 

        Por otra parte, el creciente déficit público derivado del estancamiento económico y el aumento del gasto estatal justificaron los recortes en protección social y privatización de empresas y servicios públicos.   Estos procesos fueron acompañados por   cambios organizativos y productivos, de diferente ritmo e intensidad en cada país, propiciando la segmentación laboral y el aumento de las diferencias entre la  población asalariada. La debilidad de los sindicatos fue una premisa  y a la vez  resultado de esta dinámica.


        Según Moran "la izquierda mayoritaria y la derecha europeas se hicieron keynesianas". Como se sabe, Keynes defendía un modelo basado en la regulación administrativa del mercado de trabajo mediante un pacto entre gobierno y sindicatos como garantía del respeto empresarial a dicha regulación. "Durante veinticinco años del llamado "estado de bienestar"- dice Moran -  en Europa, los sindicatos disciplinaban a cada empresario, interesado en que todos - menos él - pagaran buenos salarios para que la economía prosperase y poder vender sus productos".

 

       La contrapartida a esa función sindical venia dada por  la intervención del Estado en la protección social. El Estado   garantizaba "de la cuna a la tumba"  los derechos sociales amenazados por un mercado cada vez más grande y libre. "Keynes teoriza el funcionamiento del capitalismo en un ciclo económico de crecimiento sostenido, aumentos de productividad, pleno empleo, baja inflación y estabilidad presupuestaria".



       Por el contrario, bajo el modelo neoliberal  en objetivo principal consiste en  potenciar la oferta. Son los sindicatos los que  deben disciplinar a los trabajadores para que acepten los sacrificios que exigen la competitividad y la permanencia en el euro. Keynesianismo y neoliberalismo tienen en común la subordinación - en distintos escenarios - de la izquierda al sistema capitalista.



       Al quebrarse el círculo virtuoso de la economía de mercado, se produce un cambio de paradigma. En la economía de oferta, el buen funcionamiento del ciclo económico exige mejoras en la competitividad, lo que requiere producir con menor coste que los competidores. Quien impida que los costes salariales varíen según las leyes del mercado, deteriora la competitividad y con ello, las expectativas de beneficio del capital que  reducirá o deslocalizará sus inversiones destruyendo puestos de trabajo.



          Hoy, la economía de oferta en su versión neoliberal está en plena descomposición. El mundo enteramente capitalista resplandece de una triunfal calamidad.  Cambiar a la  chaqueta keynesiana ya  no funciona porque han desaparecido sus condiciones de posibilidad. En una economía globalizada no funciona el keynesianismo en un solo país y, el estado nación, necesario para el dominio político, es incompatible con la gobernanza de la economía a nivel universal.



 
¿"OTRA ECONOMÍA ES POSIBLE"?



         Por eso, los programas electorales de la "izquierda", cuando proclaman desde la oposición que "otra política económica es posible", entran en contradicción con el apoyo al proceso de unidad monetaria europea y a las políticas de flexibilización, recortes sociales y privatización cuando está en el gobierno. En los períodos de depresión económica bajo gobiernos socialdemócratas, se ha generado el estado de necesidad y la indefensión jurídica que explican por qué millones de trabajadores aceptan "libremente" condiciones laborales por debajo de leyes y convenios colectivos. El consentimiento por parte de la "izquierda" mayoritaria en el fraude de ley de millones de contratos eventuales para tareas fijas y en la violación sistemática de los derechos de los sectores precarizados, constituyen la condición para que éstas políticas funcionen.


         Las reformas laborales, impulsadas desde los gobiernos y aceptadas por los grandes sindicatos han ido convirtiendo en legal los abusos ilegales que ya eran moneda corriente. La inseguridad jurídica y la alarma social se hcen crónicas  en una economía de mercado global que tiende a manifestarse como una injusticia armada. 


¿EN QUÉ HA CONSISTIDO LA CRISIS DE LA IZQUIERDA?



         No se puede hablar de "Estado de Bienestar" sin tener en cuenta las condiciones políticas,  económicas y geoestratégicas en las que surgió. El capitalismo con un rostro de apariencia humana en Europa duró veinticinco años por las oportunidades de reconstrucción económica que se dieron en la postguerra mundial, pero también por el poder constituyente de las revoluciones obreras europeas y su triunfo en la Unión Soviética dando paso a un bienestar social garantizado por la planificación económica y no por el mercado.



        La construcción política e ideológica de la clase obrera por parte de la izquierda europea consistió en la emulación de los valores de la burguesía;  individualismo, mercado, propiedad privada, competencia, consumismo, derroche y descompromiso político, incluyendo la dominación sobre los países  colonizados por las potencias europeas. Este proceso explica por qué, hoy,  la fuerza política, social y moral de la izquierda depende del consentimiento de los poderes fácticos.


LA CRISIS ECONÓMICA Y LA IZQUIERDA


        "Al llegar la crisis - escribe en su artículo Agustín Morán el verdadero activo de la izquierda mayoritaria era su integración en la lógica del capital a través  del consumismo irracional de masas y la democracia delegada. Cuando,  a manos de la propia socialdemocracia, desaparecen las condiciones económicas y políticas que posibilitaban el pacto social, la población  integrada en el modo de producción y consumo capitalista, carece de conciencia para ni siquiera desear una vida diferente a la producción y el consumo de mercancías. La mayoría de la clase obrera, pastoreada electoral y sindicalmente por la izquierda social-demócrata,  confunde trabajo con empleo y consumo con despilfarro. Se mofa de la austeridad, considera arcaicos a los campesinos y desconsidera la esquilmación de los países empobrecidos  y la contaminación del aire, el agua y la tierra producida por su propia forma de vida".



           Con la crisis, se disuelven el empleo y el consumo como modo de pertenencia social para millones de personas. Estos daños carecen de palabras en el imaginario popular. Por eso los políticos culpables se postulan como la solución. Sin que se pueda identificar al  enemigo las necesidades de la población no se pueden expresar mediante  políticas de izquierda transformadora, lo que genera desconfianza, individualismo y lucha entre los de abajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario