Cuesta creer que las
fechorías de Blesa se hicieran sin aprobaciones
Artículos
de Opinión | Juan Torres López | 16-06-2013 |
Es
posible que las más altas instancias consigan que el encarcelamiento del ex
presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, termine cuanto antes y que su proceso
quede en agua de borrajas, o al menos en una condena de poca monta. Pero, en
todo caso, me parece un hecho muy significativo, al menos, por tres razones.
En
primer lugar, porque es el primer banquero al que más seriamente se le piden
responsabilidades por las pérdidas y los daños de todo tipo y tan tremendos que
la gestión financiera y el manejo del dinero público y privado han provocado en
los últimos años.
La
democracia es incompatible con la impunidad. El ejemplo y los incentivos que se
trasladan a las personas normales y corrientes cuando se deja que los que
tienen dinero y poder puedan hacer lo que quieran y cometer atropellos sin
pagar por lo que hacen son demoledores. Ninguna sociedad puede sobrevivir a
ello, pues la responsabilidad y la rendición de cuentas son prerrequisitos de
la confianza y la seguridad, imprescindibles para que las personas podamos
convivir en paz y cooperar en la forma tan estrecha que siempre se precisa para
satisfacer nuestras necesidades.
España
no puede seguir permitiéndose que los delitos de los delincuentes financieros
sigan prescribiendo tan habitualmente, o que los gobiernos indulten como si
nada a los que son condenados, como ha hecho en más de 17.600 ocasiones desde
1977, preferentemente con políticos y jueces corruptos o prevaricadores, con
grandes empresarios y banqueros o con defraudadores y narcotraficantes.
En
segundo lugar, el encarcelamiento de Blesa es significativo también porque no
es un banquero cualquiera sino de partido, y más concretamente uno de los
hombres de confianza de su amigo el ex presidente José María Aznar, que lo aupó
a un cargo que está completamente vedado para quien no cuente con el poder
político e institucional de las más altas instancias del Gobierno y el estado.
Por
eso cuesta mucho trabajo creer que todas las fechorías financieras que Blesa y
otros muchos como él han podido realizar en estos últimos años se hayan
cometido sin el conocimiento o incluso sin la aprobación o colaboración de
quienes los colocaron en sus puestos. Hay ya muchos testimonios que prueban la
estrecha complicidad de las autoridades de todos los países con quienes
cometieron las estafas que provocaron la crisis. En el nuestro, sin ir más
lejos, se puede leer en Internet sin ninguna dificultad la carta que la
Asociación de Inspectores de Entidades de Crédito del Banco de España dirigió
el 26 de mayo de 2006 al entonces vicepresidente del Gobierno socialista, Pedro
Solbes. En ella se denunciaba, entre otras cosas, la “actitud pasiva”, “falta
de determinación”, “ausencia de medidas”, “complaciente actitud”, “cándido
optimismo” o “falta de voluntad para adoptar las medidas necesarias para hacer
posible la reconducción de la delicada situación actual” del Gobernador Jaime
Caruana, nombrado en su día por el Partido Popular.
Por
eso es imprescindible que la persecución de los delitos financieros vaya
acompañada de una investigación rigurosa que permita determinar el apoyo y la
complicidad que se haya podido producir desde el poder político e institucional
(incluyendo el judicial), pues lo lógico es pensar que sin ellos no se podrían
haber cometido.
Finalmente,
no me parece menos significativo que el encarcelamiento de Blesa haya sido
consecuencia de las denuncias presentadas por un sindicato cuyos dirigentes
desprecian a menudo la institucionalidad democrática. Aunque “la verdad es la
verdad, dígala Agamenón o su porquero”, como escribió Machado, resulta
lamentable que los resortes institucionales que deben combatir el delito no
hayan actuado con diligencia, o que otras fuerzas políticas y sindicales no se
sintieran igualmente concernidas por lo que estaba sucediendo. En gran parte,
es de suponer, porque son corresponsables, bien es cierto que en desigual
medida, de todo lo sucedido.
Fuente: www.tercerainformacion.es
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