miércoles, 8 de abril de 2015

TOXO Y MAQUIAVELO



08 de Abril de 2015 (17:26 h.)
Lo que ha planteado el secretario general de Comisiones Obreras es la propuesta más importante de los últimos treinta y cinco años de su historia: una propuesta -«repensemos el sindicato»- que llevaría a la organización a su refundación. Porque repensar es una condición previa que llevaría a la refundación. Es decir, de lo abstracto del pensar a su concreción física. O, si se quiere, del tránsito de la idea al «acontecimiento».
Los reformadores siempre hayan sido vistos como extravagantes o peligrosos, a veces como alocados y visionarios, en el peor de sus sentidos
Sin embargo, sorprende que tan formidable propuesta (en ella viene insistiendo desde hace unos tres años) no suscite los suficientes comentarios y reflexiones de acompañamiento de los grupos dirigentes de Comisiones Obreras. Francamente, no entiendo tan rotundo silencio. Seguramente hay excepciones pero no los veo publicados tanto en los medios sindicales como en los demás. Las preguntas serían: ¿se ha percibido la importancia de la propuesta? ¿se considera una exageración? ¿se entienden las razones que justifican la reiterada idea de Ignacio Fernández Toxo?
Por lo general las grandes organizaciones tienen una tendencia a la rutina y al autocontentamiento. De ahí que los reformadores siempre hayan sido vistos como extravagantes o peligrosos, a veces como alocados y visionarios, en el peor de sus sentidos. No son cosas de hoy, esto viene de los tiempos de María Castaña. Fue Maquiavelo quien dio en la tecla sobre este paprticular: «Porque el que introduce innovaciones tiene como enemigos a todos los que se beneficiaban del ordenamiento antiguo, y cómo tímidos defensores a todos los que se benefician del nuevo», El Príncipe (Colección Austral). Como es sabido, Napoleón hizo muchos comentarios a esta obra. Sobre esa cita escribió su famosa nota 114: «El buen hombre [Maquiavelo] no sabía cómo uno se proporciona entonces acalorados defensores, que hacen amollar a los otros».  En apretada conclusión de esa cita de Maquiavelo: los adversarios de una reforma son los más y sacan provecho de ella; los partidarios son pocos y tímidos, que se benefician del nuevo orden. El Príncipe, pues, debe poner en vereda a los adversarios.
¿Está pasando eso mismo en Comisiones? De un lado, no tengo datos que me lleven a pensarlo; de otro lado, trasladar mecánicamente el planteamiento maquiaveliano a lo que estamos comentando (la propuesta de Ignacio) sería imprudente por mi parte. Digamos, por tanto, que Maquiavelo tiene razón en el noventa y nueve por ciento de los casos. Más todavía, Toxo debería releer a Maquiavelo, tal vez el más importante estudioso de la ciencia política que ha parido madre. Especialmente, porque el secretario florentino no fue sólo un intelectual encerrado en su torre de marfil sino un hombre de acción política cotidiana desde los círculos de poder de la Segnoria de Florencia. 
Ignacio se ha empeñado hasta las cejas con su propuesta de repensamiento que conduce a la refundación del sindicato. No lo ha dicho sólo en el interior del sindicato. Lo ha hecho público en los medios externos a la organización. Este blog, con sus modestísimas posibilidades, le apoya a fondo. Más todavía mientras se mantenga el silencio del sindicato.
La última vez que Ignacio ha hablado sobre el particular ha sido en El Pais. Una importante entrevista que acaba de una manera “un tanto gallega”.
Pregunta. ¿Se va a presentar al siguiente mandato?
Respuesta. Esta pregunta la responderé primero en mi casa.
Pregunta. O sea, que no me dice ni que sí ni que no.
Respuesta. En esto sí hago de gallego.
Nada que objetar a que su familia sea la primera en saberlo. Al fin y al cabo, Ignacio (como tantos otros) ha hizo una opción de vida hace ya muchos años dándolo todo por los trabajadores. Ahora bien, desde la fría relación entre refundación del sindicato y su continuidad como secretario general, la incógnita -«en eso sí hago de gallego»- debe despejarla asumiendo (y haciéndolo saber al sindicato) que va a continuar en su actual puesto de dirección.  En caso contrario, se corre el peligro de que la refundación pase al baúl de los recuerdos dejando paso a la zahúrda tradicional de hereda el metafórico bastón de mando.

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