Manuel lago
27 de febrero de 2015. Actualizado a las 05:00 h.
Desde el 2009, las trabajadoras y trabajadores españoles
hemos sufrido una devaluación generalizada de nuestros salarios, aunque con
formas distintas e intensidad desigual. Para los que han tenido la suerte de
mantener su empleo, la norma es la congelación, aunque también se da, en no
pocas ocasiones, una reducción de conceptos salariales no incluidos en el
salario base.
Sin embargo, para quienes han perdido el empleo o han
accedido por primera vez al mercado de trabajo, el batacazo ha sido descomunal
porque los denominados «salarios de entrada», los que se cobran cuando alguien
se incorpora a un nuevo empleo, se han desplomado.
Poder adquisitivo lo hemos perdido prácticamente todos, pero
en grados diferentes, y así lo refleja el Instituto Nacional de Estadística
(INE) al distribuir por deciles a los asalariados. Según los últimos datos
disponibles, los del 2013, en España había 14,1 millones de asalariados que el
INE agrupa en 10 tramos según el nivel de ingresos.
En el primer decil está el 10 % de los trabajadores con
los salarios más bajos; aunque sea difícil de creer, están en este tramo 1,4
millones de trabajadores por cuenta ajena que cobran un salario medio de 414
euros brutos al mes. Un salario de miseria en el que, por encima, se cebó la
devaluación salarial: entre el 2009 y el 2013, los salarios de este decil
perdieron el 26 % de su poder adquisitivo. En el segundo peldaño más bajo,
el decil 2, no les ha ido mucho mejor, pues con un sueldo medio de 812 euros
han perdido el 16 % de su salario real.
Estamos hablando de pobreza laboral, de un deterioro
inaceptable de los ingresos de las personas situadas en la parte baja en la
escala salarial. Son el 20 % de los trabajadores, casi 3 millones de
personas, con sueldos muy bajos -entre 400 y 800 euros al mes- que padecen la
mayor pérdida de poder adquisitivo en la crisis, lo que las deja por debajo del
umbral de pobreza.
Son, fundamentalmente, personas que trabajan a tiempo
parcial, jóvenes, mayoritariamente mujeres; personas empleadas desde hace poco
en una empresa con menos de 10 puestos de trabajo que se dedica a los servicios
de bajo valor y en la que tienen un contrato de temporal. Además, una de cada
cuatro es inmigrante. Es pobreza laboral y desigualdad porque la crisis está
degradando la situación de las personas más precarias y aumentando la distancia
con las que están en lo alto de la escala. Los 1,4 millones de personas del
decil 10, las que tienen mayores ingresos, también han perdido poder
adquisitivo pero mucho menos, el 4 %; pero sobre todo siguen manteniendo un
salario medio elevado: 4.575 euros brutos mensuales.
El cálculo es simple, pero el resultado es abrumador: el 10
% que cobra más multiplica por más de once veces el salario de los que cobran
menos. España ya es uno de los países más desiguales de la Unión Europea y esta
evolución de los salarios solo agrava la desigualdad de la peor forma posible:
con la pobreza laboral, hundiendo a los que menos cobran, empujando a millones
de personas al borde de la exclusión social. Ya están ahí una de cada cinco
personas asalariadas, los trabajadores y trabajadoras pobres.
Fuente: www.lavozdegalicia.es
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