La poda
del sistema de atención a la dependencia, la congelación de las pensiones y el
copago farmacéutico deterioran la calidad de vida de las personas de más edad
Las
carencias materiales y la falta de asistencia acrecienta la vulnerabilidad que
se suma a la ausencia de redes sociales y afectivas
Más de un millón y medio de personas de más de 65 años
viven solas en España, según la Fundación Amigos de los Mayores
28/02/2015 - 19:36h
“La crisis me ha afectado, claro que sí, como a todo
el mundo”, sostiene Paquita, de 86 años / Carlos Miguélez Monroy - Solidarios
para el Desarrollo
Paquita tiene 86 años y es
murciana. Vive sola en una pequeña casa de un popular barrio madrileño
"desde hace mucho tiempo". No recuerda exactamente cuánto. A la capital
se trasladó para trabajar en un hospital militar junto a otras dos mujeres de
la familia. Ella es una de las más de un millón y medio de personas mayores de
65 años que viven solas en España, según calcula la Fundación Amigos de los Mayores,
y contra las que la crisis económica y las políticas de austeridad han
impactado con mayor dureza.
Los recortes en servicios
sociales y en el sistema de atención a la dependencia, la congelación de las
pensiones y el copago farmacéutico deterioran el bienestar de los mayores y, en
mayor medida, el de aquellos que no cuentan con apoyo familiar. De quienes
viven solos y se enfrentan cada día al riesgo de exclusión.
Esa soledad que muchos
experimentan de forma más intensa por las noches, o los fines de semana –según
los últimos
datos del IMSERSO, hasta un 25% de los mayores reconoce sentirse solo en
ocasiones especiales– es una situación que no dejará de aumentar en los
próximos años, debido al progresivo envejecimiento de la población.
"La crisis me ha
afectado, claro que sí", sostiene desalentada Paquita, que se rompió el
brazo hace año y medio. Se desenvuelve con cierto grado de autonomía, pero hay
cosas que no puede hacer por sí misma. Por ello cuenta con un servicio de ayuda
y comida a domicilio y teleasistencia; prestaciones que actualmente, y por la
crisis, exigen el copago del beneficiario. "Antes no pagaba nada por la
teleasistencia, ahora pago seis euros al mes, más 40 de la ayuda a domicilio y
5,29 diarios de la comida", enumera enfadada. Las cuentas no le cuadran.
Este tipo de servicios
permiten que la persona mayor pueda continuar viviendo en su casa habitual y
consiguen satisfacer sus necesidades asociadas a la edad sin desvincularse de
su entorno. Álvaro Crespo, responsable del programa de Acompañamiento a Mayores
de la ONG Solidarios para el Desarrollo,
considera que estos recursos evitan su institucionalización, es decir, que
tenga que acudir a una residencia."Si el mayor no tuviera a nadie que le
ayudara con las tareas básicas como la comida y la limpieza, o no contase con
la seguridad que da la teleasistencia, tendría más posibilidades de tener
recurrir a ello", señala.
La
importancia de las prestaciones públicas
Sin embargo, estas
prestaciones se enmarcan en la cartera de servicios que concede la Ley de
Dependencia y la que ofrecen los Ayuntamientos, que se han venido recortando
desde el inicio de la crisis. Según los datos que maneja la Asociación de
Directores y Gerentes de Servicios Sociales, el presupuesto para esta partida
se redujo entre 2011 y 2013 en 2.200 millones de euros al año. La dependencia,
por su parte, sufre una
situación de colapso que ha provocado la pérdida de más de 47.000
dependientes solo en 2014. Las restricciones del gasto se unen ahora a una
nueva preocupación: la reforma
de la Administración Local, que según los trabajadores sociales puede
provocar la desaparición o reducción drástica de los servicios municipales.
José Manuel Ramírez,
presidente de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales,
afirma que "muchas personas ya no pueden acceder a determinadas
prestaciones porque tras el aumento del copago, no pueden permitírselo".
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las pensiones se sitúan en los tramos
inferiores, según datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social. En 2013,
el 50,67% de los pensionistas no llegaba a cobrar 650 euros.
Las personas mayores que
viven y se sienten solas carecen de las redes sociales y afectivas para hacer
frente a determinadas situaciones, por lo que la falta de condiciones
materiales óptimas las sitúa en una posición de gran vulnerabilidad. Crespo
establece un vínculo que se retroalimenta, y lo explica así: "Por un lado,
cuando las necesidades materiales no están satisfechas, el mayor tiene más
dificultad a la hora de establecer lazos sociales; y por otro, cuando existe
soledad, el mayor puede dejar de lado la satisfacción de estas necesidades y no
preocuparse por comer o tomar las medicinas que debe". De ahí la
importancia de los recursos públicos a la hora de abordar esta problemática.
Iluminada (derecha) y Anne Marie (izquierda), la
voluntaria que la visita, charlando / Carlos Miguélez Monroy - Solidarios para
el Desarrollo
La
compañía, algo imprescindible
Para paliar situaciones de
exclusión y soledad, Solidarios para el Desarrollo cuenta con programas de
acompañamiento que consisten en la visita periódica por parte de una persona
voluntaria a un mayor. A Paquita y su vecina Iluminada las visitan dos chicas
un día a la semana un par de horas, durante las cuales comparten un rato de
conversación.
"Estoy encantada con
Lidia, la voluntaria, es muy maja y la quiero mucho. Muchas veces a las 21.00
le tengo que decir que se vaya, porque es muy tarde, pero ella está en la gloria
aquí porque viene cansada de trabajar", comenta Paquita. Y es que estos
momentos fortalecen las habilidades y mantienen activos a los mayores, que se
han visto relegados por la sociedad.
Iluminada, que tiene 79
años, decidió también contar con la visita de una persona voluntaria porque
"me caí, me rompí el húmero y me ha quedado muy mal el brazo". Ambas
mujeres, que suelen visitarse todos los días, tienen miedo a salir a la calle,
por eso necesitan a una persona que las acompañe.
Paquita lleva un año sin
hacerlo, pero asegura que saldrá "cuando vaya llegando el buen
tiempo". Iluminada considera que la crisis le afecta mucho, porque
"con una paga de 634 euros tengo que hacer frente a todo: el agua, la luz,
la comida…". Cuenta con un servicio de ayuda a domicilio, sin embargo
tardó "mucho tiempo" en conseguirlo. Ahora ha presentado la solicitud
para acceder a un piso tutelado para personas mayores, pero no está convencida
de que se lo vayan a conceder. "A mí no me ha costado ser mayor, me han
importado las limitaciones y son muchas", aclara.
"Aún
siguen teniendo mucho que aportar"
Las organizaciones de
voluntariado cubren un espacio al que no llega la Administración, pero para la
mayoría de expertos se trata de un recurso que debe ser complementado con las
prestaciones públicas. Para Ana Lima, presidenta del Consejo General de Trabajo
Social, los servicios sociales cumplen una función muy importante para las
personas mayores que se sienten solas. "La teleasistencia, por ejemplo, da
tranquilidad, previene la angustia e incluso da compañía; y los centros de día
ayudan a combatir la soledad porque en ellos se generan redes de relaciones y
afectos", explica.
Los servicios sociales
promueven la calidad de vida de las personas mayores; pero además es necesario
acabar con el " edadismo": discriminación por edad que se
produce como consecuencia de los estereotipos que impregnan el imaginario
colectivo. En muchas ocasiones, a los mayores se les suele representar como una
carga o como un inconveniente. Desde Solidarios abogan, siempre que las propias
personas lo demanden, por generar espacios de convivencia, por el
fortalecimiento de las relaciones entre vecinos y por abandonar la idea de que
son personas pasivas, improductivas, dependientes y "fagocitadores de recursos".
Porque "aún siguen teniendo mucho que aportar", sostiene Crespo.
Fuente: www.eldiario.es
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