Una noche de mediados del mes de
junio de 1940 la vida se le torció de manera definitiva al ser detenido en una
taberna de Malcocinado por varios miembros de la organización local de Falange
Española, parece ser que por proferir, en estado de embriaguez, «que había que
fusilar a todos los fascistas del pueblo».
Memoria
Histórica | José Antonio Jiménez Cubero | 11-11-2014 |
Juan Manuel
García Martínez, el Chato
de Malcocinado, nació en la localidad pacense de dicho nombre el 14 de marzo de
1906. Primer hijo varón del bracero Joaquín García Parrales y de su esposa,
Brígida Martínez, a muy temprana edad —como casi todos los niños de su
condición social y época— tuvo que ponerse a trabajar en el campo, para ayudar
a la familia. Tras el advenimiento de la II República, cuando aún era conocido
en su pueblo como el Chato de Joaquinillo —un apodo que no se ajustaba a la
realidad física de su naturaleza, antes bien, le fue adjudicado por todo lo
contrario, es decir, por tener un apéndice nasal mayor de lo común— se afilió a
la recién creada organización local del sindicato anarquista de la CNT.
Días antes
de la ocupación de Malcocinado por las tropas franquistas abandonó el pueblo
para incorporarse en Castuera a las milicias republicanas que se estaban
organizando en dicha localidad. En la primavera de 1937, tras la creación y
puesta en marcha del XIV Cuerpo de Guerrilleros por parte del Gobierno
republicano se incorporaría al mismo. Finalizada la contienda en 1939 regresó a
su pueblo sin que, en un principio, fuese molestado más de la cuenta por las
nuevas autoridades franquistas.
Una noche de
mediados del mes de junio de 1940 la vida se le torció de manera definitiva al
ser detenido en una taberna de Malcocinado por varios miembros de la
organización local de Falange Española, parece ser que por proferir, en estado
de embriaguez, «que había que fusilar a todos los fascistas del pueblo».
Torturado y amenazado de muerte por sus captores, a finales de ese mismo mes se
fugó del depósito carcelario de la localidad donde se hallaba recluido. Semanas
más tarde se le uniría su novia, Josefa Bermejo Grueso —Paquita o Paco en la
guerrilla— junto a la que toma contacto con varios de los huidos de su pueblo y
otros que, evadidos de la cárcel de Azuaga y del campo de concentración de
Castuera, merodeaban por la zona.
A partir de
entonces y hasta su muerte en 1944 se convertirá, bajo el alias de Chato de
Malcocinado, en referente de una de las partidas de guerrilleros más numerosas
y activas de las que actuaron por las sierras limítrofes del sur de Badajoz y
el norte de Sevilla. Aunque no puede saberse con certeza cuántos fueron los
componentes de la misma, dado que la documentación al respecto es bastante
parca y confusa, sí podemos aventurar una cifra que estaría cercana a los
treinta guerrilleros para todo el periodo comprendido entre los años 1940-1944.
El radio de
acción de sus actuaciones estuvo enmarcado por la campiña extremeña de Llerena
al norte; al este por los términos municipales de Fuente Obejuna y Hornachuelos
en la provincia de Córdoba; las localidades sevillanas de Cazalla de la Sierra
y El Pedroso al sur y, por el oeste, los municipios del Real de la Jara (Sevilla)
y La Puebla del Maestre (Badajoz). Si bien algunos autores hablan de su
presencia en los términos de Fuentes de León, Segura y Calera, ya en la linde
de la provincia de Huelva, nosotros no hemos encontrado referencia documental
alguna al respecto.
Apoyándose
en una amplia red de enlaces para las cuestiones de avituallamiento,
información y suministro, logró sobrevivir durante cuatro años al acoso tenaz
de las fuerzas del régimen franquista. Entre los vecinos de Malcocinado que
colaboraron con él encontramos los nombres del arriero Ramón Fernández; del
pastor Manuel el Manco; de un ranchero a quien llamaban Cigarrito que vivía en
la calle del Pilar y dos mujeres: Josefa la Pitina e Isabel Sillero la Sultana,
quien en una ocasión le trajo dos pistolas desde Sevilla. En la Sierra del
Alta, en terrenos de la finca «La Valverda» del término municipal de Navas de
la Concepción contaba con la ayuda de la familia de Fernanda Gordo Galindo, la
Jabalina, además de la que le proporcionaban dos hermanos carboneros apodados
los Canitos (Juan y Manuel Muñoz Monterrubio) y el arriero Pedro Sicilia. En la
sierra del Gavilán, en Alanís, le amparaba la familia de Agustina Chicote
Hidalgo. En la localidad de Guadalcanal, donde pasó algunas temporadas,
encontraba refugio en las viviendas de Manuel y Felisa Gordo Grueso, primos de
su compañera Josefa Bermejo. Así mismo tenía enlaces en El Cerro del Hierro,
Azuaga y Cazalla de la Sierra (familia Ganazo).
Durante los
casi cinco años que duró su vida en la sierra (1940-1944) su leyenda no haría
sino crecer entre los habitantes de las comarcas serranas de Sevilla y Badajoz.
La cuenta atrás de su declive comenzó a principios de la primavera de 1944,
concretamente el día 4 de marzo, cuando la Guardia Civil de Malcocinado detuvo a
uno de sus enlaces de confianza, el arriero de la localidad Natalio Hernández,
Charito. Tres días después el grupo era detectado y tiroteado por fuerzas de la
Guardia Civil en las cercanías del almacén de La Velilla, cayendo abatido el
guerrillero José Pajuelo Cabeza. Tras el enfrentamiento la partida cruza las
lindes de la provincia de Córdoba y se interna en el término municipal de
Fuente Obejuna. La madrugada del día 24 de abril son detectados por una
patrulla cerca de un arroyo próximo a la aldea de La Posadilla donde los
emboscan y tirotean dando muerte a dos de los componentes más veteranos del
grupo: Manuel Gallego Vizuete, el Cristo, y Daniel Sánchez Díaz, Baldomero.
La mañana
del 20 de julio la Guardia Civil se apuntaría otro tanto con la entrega voluntaria
en el Destacamento de La Chirivía (Alanís) de Cándido Prieto Gala y Juan
Sánchez Cordero quienes se habían incorporado al grupo a mediados del mes de
octubre de 1943. Tan sólo cuatro días más tarde, la madrugada del 24 de julio,
fueron abatidos Aureliano Díaz Viñuelas, Cantares, y José Sánchez Arguijo,
Calderón. El 16 de agosto fueron interceptados por fuerzas de la Guardia Civil
de Hornachuelos en la sierra del Alta, entablándose entre las partes un
violento enfrentamiento en el que incluso llegaron a utilizarse granadas de
mano. Aquel día caerían otros tres miembros del grupo: Emilio Suárez Galván,
Emilín, Jesús Suárez Gómez, el Azulito, y un tercero sin identificar, en tanto
el Chato de Malcocinado, su novia, Josefa Bermejo y los guerrilleros conocidos
como Chocolate, Barcinado, Nicolás Prieto Gala y Francisco Carrizosa Sánchez,
Pasos Largos. Este último caería al día siguiente dentro de las lindes del
término municipal de Constantina.
El golpe
decisivo llegó con la deserción y entrega a la Guardia Civil de los
guerrilleros Manuel Vizuete Vizuete, Barcinado, y Francisco Moruno Macías,
Chocolate, quien a partir de ese momento comenzaría a colaborar activamente con
la jefatura del Servicio de Persecución de Huidos, quedando incorporado desde
entonces a la contrapartida del cabo Ruano. Apenas una semana después, el día
25 de septiembre, Juan Manuel García Martínez, el Chato de Malcocinado, sería
abatido tras ser sorprendido por fuerzas de la Guardia Civil en su refugio del
Chozo del Ventillo, en terrenos de la finca «La Chirivía Baja», de Alanís.
Fuente: J.
A. Jiménez Cubero: ¡A vida o muerte! Guerrillas antifranquistas en las
sierras del norte de Sevilla.
Primer
apellido: García
Segundo
apellido: Martínez
Nombre: Juan
Manuel
Municipio:
Malcocinado
Provincia:
Badajoz
Fichero:
tln_bio_garcia_martinez_juan_manuel_malcocinado_badajoz.pdf
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Fuente: www.tercerainformacion.es
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