jueves, 27 de noviembre de 2014

UNA SEGURIDAD DE III REPÚBLICA PARA FELIPE VI



Viernes 21 noviembre, 2014
Miguel Pastrana De Almeida
Secretario Federal de Unidad Cívica por la República (UCR).
Miembro de la Agrupación Ateneísta “Juan Negrín”
Nos llamamos Agrupación Ateneísta “Juan Negrín”. Y ese nombre, no lo escogimos por casualidad. Nosotros, nosotras, nos sentimos vivamente identificados con el indomeñable espíritu de resistencia republicana que encarnó, hasta el último de sus días, el Presidente Negrín. Él nunca se rindió; nunca renunció a la República. Nosotros, nosotras, tampoco.
Nos sentimos vivamente identificados con el indomeñable espíritu de resistencia republicana que encarnó, hasta el último de sus días, el Presidente Negrín.
Hoy, bajo su nombre, conmemoramos, un año más, la resistencia republicana al Golpe de Estado fascista en España en julio de 1936. Celebramos, en palabras del propio Negrín, dichas en Londres en julio de 1941 bajo las bombas de la Luftwaffe alemana, “el magnífico espectáculo que dio el pueblo español levantándose unánime, clamoroso y a pecho descubierto a defender la legalidad constitucional. Fue ese levantamiento popular el que salvó a la República en los primeros momentos en que un Gobierno inerme, enteramente traicionado, se encontraba con que el aparato de defensa del Estado, minado por la traición, se quebraba en sus manos”.
Así decía Negrín. Hoy le citaré más de una vez. Vosotros, vosotras, sabéis que siempre, o casi siempre, suelo traer mis intervenciones escritas, y por eso sé que rara vez, quizá ninguna, he sobrepasado yo los diez o quince minutos de intervención. Nunca he hablado más de seguido. Pero hoy tal vez lo haga un poco más, y yo os ruego me lo permitáis, porque hay cosas que quiero decir. Cosas que creo deben ser dichas constructivamente, y que todos, todas decimos, pero yo quiero decir hoy con mis palabras y con vuestro permiso.
El papel que está jugando el Ateneo de Madrid y, dentro de él, la Agrupación Republicana “Juan Negrín”, en estos tiempos decisivos
Lo primero, señalar el lugar en el cual, un año más, estamos. Porque ello no es cualquier cosa. Hablamos desde el Ateneo de Pi y Margall, de Blasco Ibáñez, de Ángel Ganivet. De Galdós, de Doña Emilia Pardo Bazán, de Ramón y Cajal. De Ortega y de Marañón. De Machado, Unamuno, Valle Inclán. De Clara Campoamor, de María Zambrano, de García Lorca, de Severo Ochoa. De Azaña. De Negrín. Sé cuántos, cuántos nombres me dejo en el tintero. Sólo he querido mencionar algunos…
Hablamos desde aquí, pero no sólo, sino como parte de este Ateneo. Y es más: parte esencial de su estabilidad democrática, de su Gobierno. Esto, amigos y amigas –pasar de elementos secundarios y casi ornamentales, a principales y de decisión- no ha sido fácil; ha costado, pero he aquí que podemos hablar como Gobierno, como parte del Gobierno –nunca lo hemos querido entero- y demostrar que los republicanos, que las republicanas, sabemos, y podemos cimentar convivencia, pluralidad, estabilidad (repito) Pero las verdaderas. Las que basan en una Democracia digna de tal nombre.
De ello, no os quepa duda, se ha tomado nota. Para bien, muchos. Con ánimo destructivo, algunos, pero poderosos. No es casual que esos quieran aniquilarnos como sea. Que seamos republicanos, republicanas; que tengamos poder –porque, aquí, lo tenemos- y que éste sea, como lo es, un sitio emblemático. Todo eso junto, digo, es demasiado para algunos. No cejarán en intentar destruirlo. Pero no lo lograrán, os lo garantizo.
Cuando se recopile -porque habrá siempre quien lo haga, si no lo está haciendo ya- cuanto aquí, en estos años, se ha puesto en marcha, se ha presentado, se ha acordado, se ha lanzado y se ha dicho; aquí entre estas paredes nuestras y con nosotros posibilitándolo incluso cuando no hemos participado directamente en ello; cuando todo eso –digo- se recopile, más de uno, en algún lado, se llevará sorpresa, y se verá, se constatará, como cosas que luego han tenido gran eco y trascendencia, yo creo que para bien muchas de ellas; ideas, iniciativas, personas, colectivos…han tenido su origen, o su presentación; su primera tribuna pública, aquí, en este Ateneo, y gracias a nosotros, a nosotras, los viejos republicanos, permitid que así os denomine -nos denominemos- a mucha honra.
Cuando se recopile y se estudie, os aseguro, con plena noción de causa, que se establecerá una gran relación entre cuanto en la sociedad novedoso –a lo novedoso para bien social, me refiero, claro- se ha ido gestando en este tiempo, y este Ateneo, tan viejo para algunos. Eso habrá de verse antes o después, porque ya son hechos.
Yo podría citar fechas, nombres, títulos de convocatorias… Ya sabéis que de eso tengo conocimiento. Pero baste con que yo señale ahora, que este Ateneo, gracias a los republicanos y a las republicanas, ha jugado –y sigue jugando- un papel de primera magnitud, comparable al de otras épocas, aunque resulte menos llamativo, en la vida de este país.
Con independencia de cómo valoremos cada cual las dos iniciativas que ahora voy a citar a continuación, como simple botón de muestra; con independencia de eso, digo: ¿dónde se hizo la Rueda de Prensa de presentación del 15-M, antes del 15-M? Aquí. ¿Y la presentación pública de la Junta Estatal Republicana? También aquí. Y podría así citaros, insisto, varios nombres y siglas ahora en boca de todos, pero entonces, desde luego, no tan conocidos…
Todo eso, con independencia de nuestras opiniones personales; incluso aunque alguno de nosotros, en algún momento, pueda no compartir ciertos planteamientos derivados de algunas de esas iniciativas, pero con el valor democrático, y la trascendencia, que tienen; todo eso, digo, ha sido posible gracias a vosotros, a vosotras, viejos republicanos y republicanas que aquí estáis. Yo puedo decirlo con plena, plena noción de causa.
Salón de actos del Ateneo de Madrid

Y venir a decir, a concluir, en lo que este apartado se refiere, que cuanto aquí estamos haciendo, tiene importancia y tiene repercusión. Que actos como este, tienen importancia y repercusión. ¡Vaya si la tienen! Bien lo saben nuestros adversarios. Quiero decir, los adversarios de la República, los adversarios de la Democracia.
Aquí estamos hoy, doscientas, trescientas personas. Pero el eco multiplicador de vuestro activismo infatigable, unido al de estas paredes de historia y dignidad republicanas, hacen que mañana es como si hubiesen estado seiscientas, y así exponencialmente. Así, no sólo en sitios como este, desde luego, pero también en sitios como este, se está cambiando la historia del país y más vamos a seguir cambiándola. El avance del republicanismo en estos años no es ajeno, como no lo fue en los Años Treinta, a esta Casa. Algunos dirán: jactancia. Yo digo: documentación. Hechos. ¿Cómo se ha llamado la Declaración –ya para la historia- de los partidos políticos que han tenido el valor de oponerse abiertamente a la imposición de Felipe VI? Se ha llamado “Declaración del Ateneo”, porque se hizo y se firmó en este Ateneo. En este Ateneo.
No quiero yo tampoco, conste, reclamar especificidades. No somos, ¡afortunadamente! los únicos actores. Ni siquiera los de más peso. Pero es cierto que somos un referente histórico, y no renunciamos a ello. A un republicanismo de verdad, quiero decir. No sólo sentimental, sino que articule también social y políticamente.
Unas notas históricas sobre la lucha antifascista de 1936-1945
Unas pinceladas sobre los hombres y mujeres del 36, a quienes homenajeamos. Voy aquí a ser un poco más sucinto, pues en la Mesa hay quien puede desarrollar mejor esto.
Sólo quiero decir lo evidente; lo histórico: que aquellos hombres y mujeres, al salir a defender la República, dieron a nuestro país la gloria –sí; la gloria- de ser la primera nación en enfrentarse a Hitler, a Mussolini, y a sus secuaces de menor rango, nuestros fascistas locales.
Pero los republicanos y las republicanas, no sólo se enfrentaron a la Alemania Nazi y a la Italia Mussoliniana, sino que demostraron al mundo entero, que se las podía resistir, e incluso vencer. Por ejemplo, la Batalla de Guadalajara.
Yo he pasado un cierto tiempo estos días comparando las resistencias –organización, consignas, discursos… de Gran Bretaña en 1940-41, y de la URSS desde ese año, frente a las potencias del Eje, con la de la España Republicana frente al mismo enemigo. Y hay tales niveles de coincidencia, que yo sólo puedo pensar que aquellos países tomaron nota de nuestra experiencia, y la aplicaron. Obviamente, con más medios. Pero yo tengo para mí, consigna por consigna, por ejemplo, que la resistencia, decisiva, de la ciudad de Stalingrado en 1942, no hubiese sido lo mismo sin el precedente de Madrid en 1936.
Se ha comparado, con motivo, el espíritu de resistencia de Negrín, con el de Churchill o el de De Gaulle. Pero reparemos en un detalle: ¿Cuál fue primero? ¿Cuál pudo inspirar a cuál? Y lo mismo digo, por supuesto, de los pueblos. Yo creo, y seguro hay quien investigue sobre esto, que la resistencia europea al fascismo y al nazismo, no puede entenderse sin el precedente de la resistencia española republicana.
Lo indiscutible, en cualquier caso, es que la España republicana fue el primer país del mundo en enfrentarse militarmente al fascismo y al nazismo. El primero. Y esto, que debería de estar en letras de oro en nuestros manuales de historia -en los que usan los estudiantes, quiero decir-; a igual nivel, o superior, al Dos de Mayo, pues hay diferencia substancial entre cuanto Napoleón y Hitler representaban; esto –digo-, que debería ser gloria y timbre de nuestra nación, se oculta y ningunea. ¡He ahí el patriotismo y la Marca España de algunos!
No es casual, por supuesto; sino que forma parte del entramado nauseabundo de la impunidad del franquismo y sus crímenes, de la que nos referirán más los compañeros y compañeras de la Mesa. Yo sólo quiero ahora referir cómo esa Impunidad, además de un crimen de lesa humanidad, una injusticia, una aberración política y jurídica, es algo que ensucia la imagen de nuestro país; esa imagen que a algunos tanto les obsesiona, pero no hacen nada por limpiarla.
La clave de la impunidad, aún a día de hoy, del franquismo: las fortunas y el poder que algunos amasaron a la sombra de sus crímenes
Pero resulta claro, para cualquiera que desee ver –y esto, repito, bien lo saben y exponen nuestros compañeros y compañeras de la Mesa- que la clave de la impunidad del franquismo, es que sobre ella cimienta el Régimen de la Monarquía impuesto en España a partir de 1975, y cimientan muchas grandes fortunas actuales, basadas en la herencia del crimen, el robo y el expolio, a la República española. A millones de sus ciudadanos y ciudadanas.
Por eso decimos, que de esa impunidad de origen, en la cual se empeñan todavía algunos en no querer reparar, derivan otras muchas actuales, en las que sí reparan sin embargo. Pero no se soluciona un mal paliando sus efectos, sino yendo a sus causas, y subsanándolas. Por ello –no por emoción, sino por raciocinio- decimos que no hay Regeneración posible en este país mientras continúe la impunidad del franquismo y, a la par, en silogismo, no acabará la impunidad del franquismo mientras haya Monarquía, pues es precisamente la Monarquía, lo que el franquismo impuso para garantizar su impunidad.
Recalquemos siempre esto, compañeros y compañeras: regeneración democrática de verdad, fin de la impunidad del franquismo, y III República, son indisociables. Indisociables. No podemos tener ninguno de esos elementos, sin los otros dos. En tanto no se apueste por los tres, no tendremos ninguno. Ninguno. Es por eso precisamente, que ninguno tenemos a día de hoy. Pero los tendremos todos. Como es necesario, se hará; lo haremos.
Hablo entonces para terminar, pues ya voy terminando, aunque me quede este tema, de la III República, una vez constatado que no habrá Memoria Histórica de verdad, con justicia y reparación, ni regeneración democrática posible, con Monarquía y sin República.
La Monarquía es la “tapa de la olla” con todo lo podrido
Abro este tema con una cuestión. Después del bochornoso espectáculo de la sucesión/imposición monárquica del mes pasado… ¿hay alguien que piense que la Monarquía no es un elemento esencial en el mantenimiento del régimen de injusticia en nuestro país? ¿Es que no ha quedado suficientemente claro, que en cuanto algo, por lo que sea, ven amenazado, acuden en tropel a apuntalar La Corona? ¿No es ello ya suficiente prueba de la importancia de traer la República, si queremos un régimen de libertad y justicia para nuestro país?
Muchos ya lo ven así; se han abierto muchos ojos y esclarecido mentes, en estos días. Pero, por desgracia, continúa habiendo personas, loables activistas, que siguen sin ver esta relación: que la hay directamente entre los desahucios, las hipotecas, el deterioro de la sanidad, la educación, los servicios públicos… La corrupción, el paro. Y la Monarquía. Sí: la Monarquía. Algunas personas, a quienes es preciso sumar a la causa republicana, siguen sin ver todavía que todo está conectado, y todos esos problemas no tendrán solución –solución de verdad, quiero decir, no cosmética- si no es en un régimen de República digna de tal nombre.
Algunos dicen, yo creo –respetuosamente- que con ingenuidad: “traer la República no es prioritario, porque el problema no es el Rey; el Rey no manda”, dicen. ¡Ah! –decimos nosotros- puede que no mande, pero es la tapadera, y es el escudo de quienes sí mandan para mal, y a quienes no se podrá quitar mientras sigan teniendo ese escudo.
No se podrá abrir la botella, mientras no se quite el tapón. No hay forma.
¿Qué mejor tapadera que la de un Jefe de Estado no electo, vitalicio –o, como mínimo, hasta que quiera dejar de serlo- y blindado contra todo juicio? ¿Es que existe, por ventura, mejor, más perfecta, tapadera para la corrupción, la injusticia y la anti-democracia, que esa? Reflexiónese sobre ello, por favor.
(A nada teme más el régimen de corrupción imperante en España, que a la República, pues sabe que significa una regeneración democrática verdadera para todo el país)
A nada, repito, a nada, tiene –ha tenido siempre- más miedo el Régimen de injusticia imperante en España, que a la República. A nada. Sólo por ello se explica la prohibición de concurrir a la elecciones de 1977 a los partidos políticos que no acatasen una Monarquía que, todavía en ese momento –recordémoslo- no era “constitucional”, sino directamente franquista.
Sólo por ese miedo se explica el inaudito, vergonzante nivel de represión el día 19 de junio de 2014, el de la imposición de Felipe VI. Yo quiero detenerme un momento en esos hechos, que acongojan a cualquier persona que sienta un mínimo de amor por este país, por su imagen, por sus personas… Vergonzoso era ver a las Fuerzas de Seguridad del Estado, profesionales entrenados a cargo del erario público para combatir el crimen, teniendo que ir a la caza del pin, de la chapa, o de la bandera republicana colgada en un balcón, en unos días –además- donde la ciudad estaba llena de toda clase de banderas, por los Mundiales. Pero sólo a la republicana se persiguió.
Esto, unido a la represión que se ejerció contra las personas que todos los jueves, desde hace años, con y sin proclamación de reyes, se manifiestan de manera pacífica desde hace años en la Puerta del Sol contra la impunidad del franquismo; la violencia que ahí, ese día, se ejerció sobre personas mayores… todo eso, indigno de un país que se llame a sí mismo democrático, nos permite aseverar que Felipe VI ha tenido una de las peores, más sucias entradas como Rey de España, en siglos. ¡Hasta Fernando VII, lo que es entrar, entró mejor! Este Rey, como todos -pero quizá algo más-, impuesto, bien podría merecer ya el sobrenombre -regia tradición- de El Represor.
Un mensaje a los funcionarios públicos de los cuerpos de Seguridad del Estado
Yo quiero decir aquí algo que sé, al igual que otras cosas, será transmitido. Algo con plena consciencia, sentido de la responsabilidad, y para que llegue adonde deba llegar, que llegará. Va dirigido a los profesionales, funcionarios públicos, de las Fuerzas de Seguridad. Yo no sé si el haber servido como profesional durante 8 años en las Fuerzas Armadas, licenciando con honor para incorporarme a la Administración Civil, puede dar algo más de credibilidad a mis palabras. Pero como es un hecho que no oculto ni del cual, por supuesto, me arrepiento, sino al contrario, quiero señalarlo, antes de decirles a los profesionales de los Cuerpos de Seguridad del Estado: sabemos que no sois los responsables de las Leyes represivas que está aprobando una mayoría del Parlamento; sabemos que cumplís órdenes. No os pedimos, los republicanos y las republicanas, que somos personas de sentido común, que las contravengáis. No tenemos derecho a eso. Pero sí a pediros que, dentro las Normas que os están imponiendo, las apliquéis con la humanidad e inteligencia dignas de todo los hijo del pueblo. Allí donde veáis extralimitación, sed vosotros mismos los primeros en señalarla. Va ello en vuestro propio interés; en vuestra propia imagen. ¡Que nadie pueda decir nunca que las Fuerzas del Orden se han convertido en una de secuaces al servicio de la injusticia y contra los ciudadanos! ¡Que nadie pueda decirlo nunca! Yo sé, a mí me consta, que muchos de vosotros, de vosotras, sois republicanos, y estáis en desacuerdo con cuanto está sucediendo. A mí me consta. Como a vosotros, que esto va a cambiar más pronto que tarde, y el próximo régimen democrático, republicano, deberá tener Fuerzas Leales, como las tuvo la II República española. Por favor, yo os pido que ninguno tire por la borda su carrera con actuaciones injustificables. Vosotros sabéis que, para bien o para mal, este pueblo no olvida fácilmente. ¡Que ninguno de vosotros, por favor, sea quien se inmole defendiendo a quienes, a cargo del erario público, de vuestro sueldo también, tienen ya blindadas sus cuentas en Suiza, y bien cubierta su retirada! Porque han de retirarse más pronto que tarde, y dejarán colgado a quien se haya sacrificado por ellos. ¡Que no sea ése ninguno de vosotros! Vosotros, vosotras, también tenéis derecho a pensar en vuestro futuro. Yo pido, por favor, que estas palabras se transmitan…
En esta hora decisiva para el porvenir del pueblo, ya no caben circunloquios, sofismas ni excusas, que eviten o demoren la III República
Retomo el hilo, hecho este aparte. Decía, que a nada, absolutamente a nada, teme en mayor grado el régimen de injusticia imperante en España, que a la República. ¿Esto por qué? Porque sabe, perfectamente, que representa a otra España posible. Plurinacional; basada en la unión voluntaria, en los derechos sociales y recíprocos. Con trabajo. Con pan. Con justicia. Pero no los derivados de la caridad, sino los que este pueblo, digno, merece. Y quien quiera negociar sus derechos con la Monarquía, que vaya allí a besar la mano y pedir merced en genuflexión. Nosotros, nosotras, no. ¡Nosotros no!
Decía, que saben que la República representa otra España posible. Posible, porque ya existió. Y no una, sino dos veces. La quitaron con un Golpe de Estado en 1873, pero el pueblo volvió a traerla el 14 de abril de 1931. Así sucederá de nuevo, ineludiblemente. Eso el Régimen actual ya lo sabe, y toda la operación Felipe VI es sólo para ganar tiempo, y poner a salvo las fortunas, y recolocarse. Es sólo para eso. Pero, por ello mismo, cada día que pasa sin República, es un día más de expolio de nuestro país, un día más en que se roba la riqueza de nuestro país, y se le roba al pueblo.
Es por eso que, en esta fase culminante, decisiva, de la lucha por la restauración democrática en España, nosotros, nosotras, debemos ser -y seremos- inflexibles con quienes, declarándose de espíritu republicano, no hagan por traer la República, y muy al contrario, la frenen. ¡Nosotros debemos ser ya inflexibles con esas personas, porque están causando un gran daño a este país, un gran daño!
El gran cáncer para el republicanismo en este país, es -ha sido siempre, pero ahora se evidencia aún más- los del “Yo, soy republicano, pero”. Esos, los del “pero”, son el gran freno del republicanismo. Yo digo esto, con todas sus consecuencias, y caiga quien caiga. Allí donde encontremos un republicano del “Sí, pero”, combatámosle dialécticamente sin misericordia. Aunque sea nuestro padre, nuestro hermano, nuestro amigo. Va en ello su propio interés y va, sobre todo, el colectivo.
Yo prefiero mil veces, óigase bien, mil veces, a un monárquico a la cara, que bien pocos hay en este país, a tanto republicano de sentimiento, que sólo ponen excusas para frenar la República. Es hora ya de ser, conceptualmente, implacables con ellos. Implacables. No porque puedan evitar la República, que nada ni nadie puede ya evitarla en este país, sino porque cada día que pasa por su freno, es –como ya he dicho- un día más de daño para la mayoría de las personas ¡Por eso!
Hay otro tipo de republicano, que es el de quien no cesa de preguntar “¿qué República?”, y hasta que no se le garantice –como si eso se pudiera garantizar en este momento- que será exactamente el tipo de República que él quiere, pues no da un sólo paso, y sólo discute con los compañeros y las compañeras y –objetivamente- también frena. También.
Nosotros, ¿verdad Pedro, Víctor, José María…?, hace tiempo que tenemos superadas esas excusas de salón coffeur. La tenemos superadas… ¿Qué República?, contestamos: una República democrática de trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de libertad y de justicia. La República de la Constitución de 1931, abolida ilegalmente y por la fuerza. Y a partir de ese principio, para nosotros sagrado, a construir y adecuar entre todos, entre todas, al momento actual. Pero a partir de ahí, de la II República española y del fin de la impunidad del franquismo que la asesinó.
¿Debemos recordar que esa Constitución cuyo Artículo Primero he citado literalmente, la subscribían personas tan extremistas como D. Niceto Alcalá Zamora, o tan anti-catalanas como D. Lluis Companys? (Pongo, por supuesto, estos adjetivos irónicamente) ¿Debemos recordarlo? Pues recordémoslo.
Y, por favor, que no se nos insulte ya más con eso de “la Monarquía de Noruega” y “la República del Congo”! Que no se nos insulte con esa deletérea y simplista visión de las cosas, y no se insulte tampoco a otros, prejuzgando sin conocer sus circunstancias.
Nosotros –entérense bien algunos que hoy, desde luego, aquí no están- hablamos de la República de España. La que nos robó el fascismo matando al pueblo. ¡De esa República hablamos! ¡De esa! Y, dentro de ella, las Repúblicas federadas que deseen estar…
¿Cuál vía es “la buena” para traer la III República? no hay “fórmula mágica”. Proseguir siempre con las varias en marcha hasta que alguna, por la suma, cristalice. ¡Y cristalizará!
¿Cómo traer la República? Hablo ahora, más que nada, como Secretario Federal de una de las principales asociaciones republicanas de este país, la asociación Unidad Cívica por la República, con implantación en todo el territorio nacional, como sabéis.
¿Cómo traerla? Pensamos que no hay una vía única o, más exactamente, que hay muchas complementarias y no sabemos cuál, a día de hoy, será la que lo consiga definitivamente. Pero tenemos claro que se conseguirá, y la sinergia de las vías complementarias, ayudará a la que finalmente cristalice. Por eso, respetando otras opiniones, apostamos -trabajando activamente en ellas- por más de una vía. Teniendo, eso sí -lo digo bien claro- como meta tangible, la consecución de una República sin impunidad del franquismo. Eso, para nosotros, para nosotras, es irrenunciable, y es –vuelvo a decir- sagrado.
Apostamos, y estamos trabajando en ello, por un Proceso Constituyente, mientras permita la República, y no niegue u oculte la palabra.
Apostamos, trabajando también ahí, por iniciativas electorales republicanas conjuntas de los partidos, que permitan hacer de cada Elección un pulso y un avance de la Tercera República. Se va a trabajar activamente en ello en este otoño…
Y apostamos, igualmente, por el Referendo para elegir entre Monarquía o República, que se está demandando, cada vez con más fuerza, en la sociedad. Una demanda que ya se está articulando en iniciativas concretas.
Este aspecto merece una breve explicación, pues no queremos haya controversias, y menos roces, con compañeros que, dentro del republicanismo, defienden otras opciones que respetamos –e incluso muchas veces apoyamos activamente- al igual que, como mínimo, pedimos se nos respete también esta opción, en virtud de lo que ahora voy a explicar:
Nosotros solicitamos un referendo que plantee la votación, inequívocamente, en términos de Monarquía o República. No con la Monarquía metida de rondón como en 1978. Ese no es nuestro referendo.
No solicitamos, desde luego, el referendo desde una posición de “a ver qué sale, yo no me decanto a priori, y luego me sumo a lo que resulte”. Esa no es nuestra postura, no, no. Nosotros solicitamos el Referendo abogando abierta, inequívocamente, por la República. Dispuestos, dispuestas, a dejarnos la piel por ella. A ganar. Y si no ganáremos –que ganaremos- al día siguiente seguiríamos trabajando para traer la República, como la traeremos. ¡Seguiríamos!
Apoyamos -junto a otras vías democráticas- un referendo el cual, limpio, permita elegir República. Y lo apoyamos desde la propia legalidad de la II República española; desde una posición de insobornable republicanismo
Pero nosotros, sobre todo, solicitamos ese Referendo, con la coherencia, e incluso –si se me apura- con la legitimidad, de las últimas Cortes de la II República española las cuáles, reunidas en Figueres el 1 de febrero de 1939, aprobaron ése como uno de los Tres Puntos por los cuáles, a iniciativa del Jefe del Gobierno, D. Juan Negrín, la II República resolvía seguir luchando hasta el final, en tanto los franquistas no estuviesen dispuestos a aceptarlos, como no lo estuvieron nunca.
Es decir: las Cortes de la II República, no sólo estaban dispuestas a someterse a ese referendo, sino a combatir a las fascistas hasta que también lo aceptasen. ¡Qué diferencia de valor democrático, de valentía, con respecto a las Cortes actuales, las Cortes de la Monarquía!
A esto se podrá aducir, y no sin razón, lo reconozco, que querían el Referendo, porque estaban perdiendo la Guerra. De acuerdo, puedo admitirlo. Pero conviene recordar aquí unas palabras, literales, del Presidente Negrín, cuando dijo: “Resistir, ¿para qué? ¿Para entrar triunfalmente en Burgos? Señores, proclamar una política de resistencia implica el confesar que no se cuenta con medios para aplastar al enemigo, pero que causas superiores obligan a luchar hasta lo último”
Conviene, compañeros y compañeras, reflexionar un momento sobre estas palabras del Presidente Negrín, enlazándolas con la cuestión del Referendo, al cual él y las Cortes de la II República española –como después también en el Exilio- estaban dispuestos, y es más: luchaban por obligar al franquismo a realizarlo, en unos términos, obviamente, democráticos.
¿Significa ello que Negrín, Azaña, José Díaz… que eran gobierno –en su sentido amplio- legítimo de España, eran ya menos republicanos por proponer un referendo Monarquía-República? ¿Lo somos nosotros, quienes lo proponemos hoy? En ambos casos, no. Ellos sabían entonces, como nosotros hoy, que no tenían, en ese momento –como tampoco nosotros hoy- fuerza suficiente para imponer la República, por más legítima que era y lo sigue siendo. Lo sigue siendo.
Ellos pedían el Referendo, porque había entonces un Ejército nazi y fascista que les impedía la República. Nosotros, nosotras, pedimos el mismo referendo porque hay hoy una mayoría, más que parlamentaria, de Régimen; de Constitución –la de 1978- que impide también elegir democráticamente República.
Y en tanto no haya una mayoría parlamentaria suficiente; en tanto allí se bloquee una y otra vez la República, pues nosotros, nosotras, tendremos que apelar directamente a la ciudadanía, seguros –comos seguros estaban Negrín, Azaña, José Díaz…- de que ahí ganará la República. Seguros. Pero lo que no podemos hacer, es quedarnos sin más de brazos cruzados y quejándonos. Eso no va con nosotros, con nosotras, los de Negrín.
Hay que tener más fe en el Pueblo. Llevamos tiempo diciéndolo aquí. Ahora que otros lo dicen, con más medios a su disposición para ser escuchados –pero habiendo antes pasado por aquí, como ya señalé al principio, y habiéndonos escuchado a nosotros-, ya muchos empiezan a creerlo. Bien está.
Se nos olvida a veces, que a impulso del pueblo, vino la República, no una, sino dos veces a España. Y que las dos veces quienes la quitaron, tuvieron que hacerlo con la violencia. Hemos interiorizado eso del juancarlismo sociológico, que no es más que un invento de algunos medios, y hemos llegado a creer –nosotros- que los monárquicos son mayoría, y perderíamos el referendo. Mentira. Lo ganaríamos. Lo ganaremos, si se atreven a convocarlo. Pero por eso, precisamente, no lo convocan. Dijo Negrín, y no en España, sino ya en el Exilio, en 1946: la monarquía ha perdido sus raíces en España. Por no quererla, no la quiere ni la Falange. Eso dijo el Presidente Negrín, alguien poco sospechoso de simpatizar con la Falange y, desde luego, de ir a ningún lado con ella. Pero venía a apuntar una realidad -permítaseme la palabra, sociológica- que yo creo vigente: que el pueblo español perdió hace tiempo su sentimiento Monárquico. Compárese la proclamación –el apoyo popular que suscitó, nulo- de Felipe VI, con el de otras Monarquías europeas con las cuáles, algunos, nos quieren comparar. Compárese. Ahí hay una prueba de lo que decía Negrín, y decimos nosotros.
Estamos en contra de cualquier Monarquía, conste. Pero es que, mientras las de esos países europeos tuvieron, al menos, la decencia de ponerse del lado de sus pueblos en la lucha contra el fascismo durante la II Guerra Mundial, la Monarquía de aquí es justamente todo lo contrario, y fue impuesta precisamente por el fascismo. ¡He ahí una gran diferencia! Que no pasa desapercibida. El Pueblo no es tonto…
Un referendo Monarquía-República, en condiciones limpias, lo gana la República. ¿Alguien lo duda? Ni la monarquía lo duda. Por eso lo evita a toda costa
Un referendo Monarquía-República, aquí, en España, se ganaría. Yo no tengo la menor duda. Hasta muchas personas del PP, de UPD –no digamos ya del PSOE, CIU o el PNV- votarían en contra de la Monarquía. Porque no es lo mismo, repárese, que votar a un partido político, con lo que de él pueda gustarnos, y lo que no.
Sería un tipo de votación muy distinta. Y que se ganaría, repito. ¿Qué no van a conceder ese referendo? Puede que no. Pero eso ya no es cosa nuestra. Lo nuestro es pedirlo, reclamarlo, exigirlo. Y mientras también, desde luego y como ya he dicho, ir haciendo avanzar la República por las otras vías democráticas.
Ésa es, en mi opinión, y la de mi organización, la cuestión en torno al Referendo. Y no –a nuestro parecer- el tener miedo a perder y, ya sea por ese motivo, o por cualquier otro, negarnos a nosotros mismos la opción del referendo Monarquía-República. Para eso, pensamos, ya está el propio régimen monárquico. Para qué ahorrarle ese trabajo. Pero, de todas formas, respetamos todas las opiniones –dentro del republicanismo- sobre este tema. Sólo pedimos se respete también la nuestra, que creo haber fundamentado. En cualquier caso, lo he señalado antes y quiero recordarlo ahora, para cerrar este tema, el penúltimo de mi intervención, para nosotros, la del Referendo, no es la única vía para traer la República, que no empieza ni termina ahí.
(Un mensaje para fuerzas políticas “emergentes” y para políticos emergentes dentro de las fuerzas “tradicionales”: nuestro proyecto -restaurar democráticamente la República que el fascismo quitó por la fuerza- lleva ya en marcha desde 1939. No nos detendremos ahora que estamos tan cerca, ni admitiremos “sustitutivos” de la República, por “novedosos” que puedan presentarse)
Conclusión de estas palabras: me preguntan, a veces: “¿Y qué vais a hacer los republicanos, las republicanas, ahora?”. Yo respondo: lo primero, preguntarte si tú también lo eres, si te sientes republicano. Y si te sientes, exigirte –sí, exigirte, porque no son estos tiempos ya de ambigüedades- que actúes consecuentemente, y sin peros, ni excusas. Hay que traer la República, para que nuestro país y nuestro pueblo no se derrumben. ¿Qué vamos a hacer los republicanos y las republicanas? Lo mismo, exactamente lo mismo, que llevamos haciendo desde 1939: pelear sin descanso por que este pueblo pueda recuperar la República que le robaron. Pelear contra el fascismo y su impunidad. Yo sé que ahora es tiempo de siglas emergentes, y de personas emergentes dentro de siglas que llevan ya tiempo. Yo no entro en eso. Yo respeto mucho los debates de cada partido. Lo que nosotros queremos, está claro, y se sabe desde hace tiempo. Pero lo repito de todas formas: una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad y de justicia.
Esto, unido al fin de la impunidad del franquismo, es lo que queremos. Quien pueda y quiera ayudar, bien. Quien no, es su decisión. Pero nosotros no vamos a renunciar a nuestros objetivos, pues los consideramos legítimos, y entendemos son necesarios para el bienestar de la ciudadanía. Con todo respeto a siglas y a personas emergentes en la política, nosotros, nosotras, los viejos republicanos, que así nos llaman a veces, y yo lo asumo a mucha honra, creo que no tenemos nada que demostrar a nadie a estas alturas, y es más bien al contrario: son los nuevos referentes, quienes deben demostrar su compromiso con la Regeneración democrática que dicen querer –yo no soy nadie para poner en duda su palabra-, y coadyuvar al fin de la impunidad del franquismo, y a lograr –entre todos, entre todas- la República. Eso esperamos. Pero no sólo esperamos: trabajamos por ello, y lo lograremos.
El rey quiere una “seguridad”: los republicanos y las republicanas le transmitimos una en este día
Por tanto, un mensaje para Felipe VI, al que bien podrían llamar El Represor. El otro día, este Jefe de Estado impuesto y antidemocrático, pedía seguridad. Yo quiero, desde este lugar precisamente y en este día, transmitirle una seguridad que nace de lo más hondo; de allí donde yacen las personas –héroes y heroínas de la Democracia- a quienes hoy recordamos: La seguridad plena, ineluctable, para Felipe VI, de que la Monarquía será abolida democráticamente en este país y él, como nosotros, como nosotras, habrá de verlo. ¡Que tenga esa seguridad!
¡Viva la República, viva la dignidad!
* Estas palabras corresponden a la intervención de Miguel Pastrana, Secretario Federal de la asociación Unidad Cívica por la República (UCR) e integrante de la Agrupación Ateneísta “Juan Negrín”, en el acto público “Homenaje a la Resistencia republicana al Golpe de Estado fascista del 18 de julio de 1936: contra 75 años de Impunidad del franquismo”, que tuvo lugar en el Ateneo de Madrid el 16 de julio de 2014. Aunque desde entonces se han difundido ya en la grabación de vídeo del acto –véase   http://m.youtube.com/watch?v=7ZQlGlr_DTY – se recogen ahora por escrito, en interés de su relación con hechos más recientes de Memoria Histórica y de activismo democrático, republicano y antifascista
Fuente: http://www.cronicapopular.es/

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