Si el
admirado -y probablemente insuperable- don Ramón María del Valle-Inclán
levantara la cabeza, se frotaría las manos ante el material que para nuevos
esperpentos le ofrece la política y sociedad española… De entrada, la
reciente encuesta del CIS sitúa al PP cómodamente instalado en primera
posición.
Así, la
sociedad española, en un suicida trágala, vuelve a otorgar la mayoría a una
formación que destroza la educación pública y la sanidad universal, aniquila
los derechos laborales, incrementa el paro en más de un millón de víctimas
(pese a los cientos de miles de valiosos jóvenes obligados a emigrar) reduce el
sueldo de millones de empleados públicos (quienes, por cierto, no se
beneficiaron del pasado “boom”), siembra la inquietud entre los pensionistas,
que ven reducida cada día su pensión… como no podía ser menos, las protestas
ciudadanas se pretenden acallar mediante una ley mordaza, auténtico oprobio
para cualquier país realmente democrático. Esperpento, puro esperpento
valleinclanesco.
El monumental despiste del PSOE
Tras la
publicación de la encuesta del CIS, una joven y valiosa militante socialista
defendió una suerte de frente de izquierdas compuesto por PSOE, IU, Podemos y
Equo.
Pues bien,
alguien debería salir ya a explicar a la compañera y a quienes así opinen que
Podemos no es una formación de izquierdas. Podemos es un movimiento populista
puro y duro. Y como todo populismo se extiende de modo transversal. De ahí su
sorprendente crecimiento. Sorpresivo para quien erróneamente crea que es una
formación a la izquierda de IU, pero no para quienes llevamos años
estudiando este fenómeno. Por favor, repitan conmigo: “El populismo no es de
izquierdas ni de derechas, aunque exhiba elementos comunes con ambas
tendencias”.
En este
sentido, nunca estará de más recordar que populista fue Hugo Chávez, pero
también Juan Domingo Perón, acogido en el exilio dorado que le proporcionó el
dictador Francisco Franco. Populistas fueron también Getulio Vargas en Brasil y
José María Velasco Ibarra en Ecuador, pero de igual modo Benito Mussolini y
Adolf Hitler… personajes dispares en circunstancias personales, de lugar
y tiempo pero unidos por un nexo: todos, absolutamente todos abocaron a sus
países a la catástrofe. Hoy, la inefable Cristina F. de Kirchmer preside un
país en bancarrota, si bien, en su más pura línea populista, acusa de todos los
males a una oligarquía, casta o grupo conspirador. Nada nuevo.
En esta
línea, resulta alarmante la miopía del PSOE. Cualquier persona mínimamente
leída sabe que la izquierda y el populismo se parecen mucho… ¡de lejos! Por
ello conviene afinar la vista, pues cuando ya están encima se aprecian,
esta vez con sobresalto, las diferencias.
En efecto,
la izquierda persigue la igualdad, la justicia y el bienestar del conjunto de
la sociedad; el populismo, muy al contrario, aboca indefectiblemente a la
miseria, la pobreza y la opresión. Poco importa que su acceso al poder sea
democrático. Una vez ocupadas las palancas institucionales, la democracia fenece
entre un confuso y atronador griterío de reproches cruzados, caos económico,
escasez, violencia callejera e institucional y indigencia, mucha indigencia.
Aunque,
justo es reconocer que toda esa miseria se reparte con mucha equidad, salvo
para la nomenclatura del partido, que siempre vive como un pachá. Reconozcamos
también que la irrupción populista se acompaña siempre de la belleza e
ilusión de los fuegos artificiales. Pero como en todos los fuegos artificiales,
cuando se apagan sus efímeras luces la noche es todavía más negra.
El verdadero problema del PSOE en mi modesta opinión
Respecto al
Partido Socialista, me mantengo en el firme sentir de que el problema no emana
de los demás, sino que anida en su seno. Durante años ha situado a mucha gente
sin preparación en puestos muy importantes mientas personas realmente formadas
y capaces eran observadas con recelo y de soslayo, como auténticos “enemigos a
batir”.
Así,
legiones de mediocres y ambiciosos han copado labores de responsabilidad.
Mientras el dinero fluía a espuertas bien podía pasar desapercibido este
funesto proceder. Pero el batacazo ha sido monumental en cuanto ha habido que
aplicar el ingenio a escenarios que solo pueden resolverse desde el
conocimiento, el mérito y la capacidad.
Hoy, cunde
el desconcierto entre un ejército que debería haberse formado con oficiales y
suboficiales de Academia que, una vez curtidos en la cotidiana guerra política,
sabrían “detectar y anular al enemigo”.
Pero una
milicia donde campen tantos furrieres, chusqueros e intrigantes, se antoja
inerme no solo ante una derecha consolidada y mejor formada (por desgracia),
sino ante simples zascandiles de universidad que enarbolen y encabecen el
populismo más rancio.
Por mi
parte, y si Vds me lo permiten, en los próximos artículos intentaré explicar,
dentro de mi pobre pedagogía, en qué consiste el populismo, cómo actúa y, lo
más importante, las armas para anularlo porque afortunadamente… todavía queda
tiempo
Fuente: www.nuevatribuna.es
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