martes, 12 de agosto de 2014

EL "BORRADO" DE GOOGLE Y LA ENMIERDADA MEMORIA HISTÓRICA DE NUESTRAS CLASES PUDIENTES


¿Qué nos ocultará en el futuro google de Miguel Zerolo, j. Miguel bravo de Laguna o Arcadio Díaz?
Por Máximo Relti - Canarias-semanal.org
Lunes, 11 de agosto de 2014
     Hace apenas cuatro meses, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea pronunciaba una sentencia relacionada con el ya  famoso caso de Google Spain SL y Google Inc. contra  la Agencia Española de Protección de Datos. El fallo del Tribunal Europeo determinó que el catalán Mario Costeja González tenía derecho a que Google no indexara la información existente sobre un impago suyo en una subasta de la que dio cuenta en su día el diario La Vanguardia.
    Desde que la jurisdicción europea pronunció aquella sentencia favorable a Mario Costeja hasta hoy, el buscador Google ha recibido nada menos que 91.100  peticiones para que fueran retiradas igual número de referencias.  Estas afectan al respetable número de alrededor de 328.000 direcciones de páginas webs. Según diferentes fuentes, el buscador ha accedido a satisfacer el 53% de estas reclamaciones. Una buena parte de las informaciones que Google se ha visto obligada a retirar habían aparecido años atrás en diversos periódicos españoles en artículos y noticias diarias.
       Resulta preciso puntualizar que las reclamaciones de borrado que se están solicitando a Google no se refieren a presuntas difamaciones  sino que los demandantes, respaldados por la sentencia del Tribunal europeo, exigen que el relato de determinadas secuencias de sus biografías sean borradas de la memoria del buscador, por estimar ahora "inconveniente" que se recuerden. Es decir, que si usted en el pasado tuvo la "flaqueza" de participar en una operación especulativa con trazos de ilegalidad, transcurrido un cierto cierto tiempo contará con la posibilidad de borrar de la memoria colectiva que un determinado día intentó burlar a la justicia y estafar a sus conciudadanos comportándose como un miserable chorizo.
      Tratando de desarrollar los hipotéticos vericuetos por los que podrá transcurrir en el futuro esta sentencia europea, uno empieza a preguntarse si en unos meses o años Google nos continuará permitiendo acceder a los archivos históricos en los que todavía figuran los nombres de quienes  protagonizaron la  represión política durante el régimen de Franco, o entrar en las hemerotecas digitales donde conocer los miles de casos  en los que se han visto involucrados concejales, altos cargos y políticos que durante décadas trataron de convertir sus respectivos cargos públicos en sustanciosas bicocas destinadas su enriquecimiento personal.
          ¿Constará en el año 2020 años en Google que la princesa Cristina Borbón, además de ser la hermana del rey, estuvo un día imputada  - o condenada - por delitos económicos? ¿Podremos localizar dentro de 10 años en el buscador Google, por ejemplo, los detalles del affaire de la fraudulenta urbanizacion de "Las Teresitas"  y su relación con el ex alcalde de Sta. Cruz de Tenerife Miguel Zerolo? ¿Figurarán en la próxima década en las referencias de Google que el hoy flamante presidente del Cabildo de Las Palmas, Jose Miguel Bravo de Laguna, robó un pijama en unos grandes almacenes londinenses, pretendiendo eludir la acción de la justicia con la celtibérica frase "¡usted no sabe quien soy yo!"? ¿Veremos reclamar algún dia al barbado senador socialdemócrata  Arcadio Díaz Tejera ante los tribunales europeos que desaparezcan  de las busquedas de Google su antigua  pertenencia a la organizacion juvenil franquista o sus  llamamientos a la "revolución social" unos años después, por estimar que tales recuerdos son  hoy gravemente lesivos para su honor?
     Puestos ya a borrar el "pasado incoveniente",  alguien debería exigir al insigne Tribunal Europeo que fueran arrancadas la páginas de las hemerotecas, depurados los libros  que describan los escándalos de nuestras clases pudientes y depositados en la hoguera  los panfletos, proclamas y octavillas que un día se atrevieron a denunciar la impudicia, el atropello o el latrocinio de los poderosos.
        Sin embargo,  les confieso que, en realidad,  no me resulta nada extraño que  la demanda mentada  haya tenido su origen en España. Lo que me mosquea es el silencio letal que ante la sentencia europea  ha observado la izquierda institucional que así misma  se pretende transformadora. ¿O también existirán razones que expliquen tan hermetico mutismo?
         El obstinado propósito de las clases dominantes de este país por intentar borrar,  como sea, el "disco duro" de la memoria colectiva no es inocente. Han estado perseverando en ello nada menos que durante los últimos catorce lustros. Así de enmierdada está su trayectoria histórica.

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