Casi 5.000 gallegos fueron asesinados por
la represión franquista entre 1936 y 1939. Familiares de víctimas de la
dictadura presentan denuncias ante el consulado argentino por la desaparición y
asesinato de sus seres queridos.
ALEJANDRO
TORRÚS Madrid 15/03/2014 21:25 Actualizado: 15/03/2014 21:26
Una mujer junto a una tumba del cementerio de
Mondoñedo. MIGUEL FREIRE
En Galicia
no hubo Guerra Civil entre 1936 y 1939. Pero sí un exterminio sistemático de la
población fiel a la República. En tan sólo tres años fueron asesinados 4.699
ciudadanos gallegos. Siete de cada diez (3.233) fueron ejecutados en los
llamados paseos franquistas. El resto, 1.466, fueron asesinados mediante
la ejecución de una sentencia a muerte, según los datos del proyecto Nomes e
Voces. Un auténtico exterminio en una zona donde la Guerra no
duró más de unos días.
"Lo que
pasó en Galicia es una prueba de que el golpe tenía una intención
exterminadora, pues no era para nada necesario. (...) En Galicia no hubo
matanzas de curas y hacendados. Lo que sí hubo fue muchas muertes controladas,
instigadas o toleradas por las autoridades militares", explica Federico
Cocho, autor de Guerra civil. Que pasou en Galicia e en España
(Xerais) en una entrevista a El Mundo.
Con Galicia
bajo el control del bando franquista desde los primeros momentos del golpe
militar, "los perpetradores y sus seguidores a nivel local comienzan a
demostrar que éste lleva aparejada una inusitada violencia", según recoge
el informe de Nomes e Voces.
Así, en los primeros meses de la Guerra Civil fueron asesinados en Galicia los
cuatro gobernadores civiles, los alcaldes de cinco de las siete ciudades gallegas
y los 26 de las poblaciones más importantes. Fueron ejecutadas también las
máximas autoridades militares gallegas que se opusieron al golpe, los civiles
más activos en la defensa de la legalidad y aquellos con cierta relevancia
social en determinadas comunidades como maestros, médicos, farmacéuticos y
abogados. En total, 4.699 ciudadanos asesinados.
Fueron
ejecutadas las máximas autoridades militares gallegas que se opusieron al golpe
Ejemplos de
casi todos ellos se encuentran entre las denuncias que esta semana han
presentado una decena de familiares de hombres y mujeres de desaparecidos
durante la dictadura, vinculados a la Asociación para la Recuperación de la
Memoria Histórica (ARMH), ante el cónsul de la
República Argentina en Vigo, Roberto Gudiño dentro de la llamada Querella argentina.
El abuelo y
el tío abuelo de Esther García, una de las denunciantes, formaban parte
de aquellos gallegos que no esperaban la "inusitada violencia"
desplegada por los seguidores del golpe contra ellos. Manuel Díaz González,
médico de O Incio (Lugo) y primer alcalde de la República en dicha localidad, y
su hermano José Díaz, elegido en las últimas elecciones nuevo alcalde del
municipio, creyeron que a pesar del golpe militar no debían huir de la
localidad porque de nada se les podía imputar. Estaban equivocados. "Los
falangistas de O Incio empezaron con las amenazas a la familia. Nadie daba
crédito de lo que estaba pasando. Un día apareció muerto el perro de mi tío y
ya decidieron los hermanos que tenían que escapar", cuenta a Público Esther
García, que explica que finalmente los dos hermanos fueron capturados y
trasladados a la prisión de Monforte de Lemos, donde ofrecieron a Manuel partir
al frente como médico de los nacionales: "Yo no soy veterinario, no curo
animales", contestó Manuel, según relata Esther.
A partir de ese momento comenzó el particular infierno
de Manuel. Fue sacado de la cárcel en un paseo nocturno aunque consiguió
escapar herido refugiándose en casa de un "amigo suyo de derechas",
el famacéutico de Sarria Antonio Peña. "Allí fue apresado por la conocida
cuadrilla de falangistas de Layosa. Le fueron atadas las manos a una soga
prendida de la cola de un caballo y fue arrastrado durante varios kilómetros
hasta llegar a la entrada de O Incio. Al llegar allí, aún con vida y
consciente, fue asesinado. Luego le amputaron un dedo para robarle la
alianza", prosigue Esther.
Era el 11 de
septiembre de 1936. En los primeros cinco meses de 1936 fueron asesinados en
Galicia un promedio de 14,25 personas por día, mientras que a finales de 1939
la cifra de ejecuciones había descendido a 0,7 al día. Un día después, el 12 de
septiembre, aparecieron en la cuneta de la carretera N-634, en un lugar
conocido como voltas de Prado, cinco cadáveres. Uno de ellos tenía seis dedos
en una mano. Así identificaron los vecinos a Bruno Martínez, tío abuelo
de Miguel Freire, investigador de la ARMH que ha denunciado este caso ante la
Justicia argentina.
"Estaban
acusados de haber hecho frente a las tropas sublevadas, es decir, de oponerse
al alzamiento nacional. (...) No eran ni sindicalistas exaltados, ni agitadores
políticos, sólo habían tenido la mala suerte de haber participado en
asociaciones sindicales y políticas", cuenta Miguel a Público,
que añade que "la represión y el terror continuó cebándose en las
familias de estas personas, que tuvieron que padecer acoso y humillaciones, el
incendio y saqueo de sus casas y las burlas e insultos cuando los primeros de
noviembre llevaban flores a las sepulturas donde se habían enterrado a sus
familiares asesinados".
En octubre
de este 1936 fue también asesinado Julio Sanz Martín,
enfermero-practicante en la Marina. Su nieta, Elvira Sanz, lo denuncia ante la
Justicia argentina. "Mi abuelo tenía 34 años. El 22 de octubre de 1936
fueron unos hombres a su casa, donde vivía con su mujer y sus dos hijos, y
dijeron que se lo llevaban a un juicio. Al día siguiente, el 23 octubre,
apareció el cadáver en una cuneta de San Juan de Ouces. Su muerte quedó anotada
en el Registro Civil causada por una "hemorragia intensa".
El único motivo por el cual Julio Sanz pudo ser
asesinado es "publicar algunos artículos sobre reivindicaciones
laborales" en diversas revistas y "estar afiliado a Izquierda
Republicana". Como Julio, la represión en el estamento militar en Galicia
afectó a 140 marinos ejecutados, así como al almirante Antonio Azarola
Gresillón; el general de división Enrique Salcedo y el gobernador militar de
Galicia Rogelio Caridad Pita.
Objetivo: destruir la sociedad
El asesinato
selectivo o indiscriminado no fue la única vía de represión. Con el objetivo de
destruir una sociedad civil, plural y organizada fueron condenados a cadena
perpetua 1.597 ciudadanos y 1.981 fueron
sentenciados a diferentes penas de prisión inferiores. En
total, 28.234 víctimas gallegos sufrieron algún tipo de persecución judicial
por las nuevas autoridades militares. "Es imposible la cuantificación o
estimación sobre otras formas de coerción o violencia: desde los
encarcelamientos y torturas hasta las rapas y purgas de mujeres que se
perpetran con idéntica escenificación en todo el territorio gallego y, a
diferencia de las otras tipologías represivas, estaban diseñadas para su exhibición
pública", señala la investigación de Nomes e Voces.
Así, en la
Galicia de la Guerra Civil pueden ser perseguidos y exterminados desde un líder
comunista local a un simpatizante de un sindicato que busca mejorar sus
condiciones económicas pasando por la "burguesía progresista que a través
del socialismo, el republicanismo o el galeguismo aspiran a consolidar el
liberalismo democrático". "No se trata, pues, de un ataque a una
posible revolución de tipo soviético —sin ninguna base documental—, sino de acabar
con un sistema en el que cobra el protagonismo principal la participación
ciudadana en un escenario tendente a la modernidad y el progreso",
concluye la investigación de Nomes e Voces.
Fuente: www.publico.es
En Galicia, del partido comunista era minoritario hasta que se organizaron las guerrillas en ellas, lucharon no solo militantes de PC, también lo hicieron anarcosindicalistas, socialistas y republicanos de izquierdas y jóvenes idealistas que lucharon por la libertad,la mayor parte de los represaliados fueron los anarcosindicalistas fod. Ramon Isasi.
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