sábado, 29 de marzo de 2014

DIVORCIOS A LA VISTA

Artículos de Opinión | Elsa Claro | 21-03-2014 |
Como las grandes sequías o las etapas de irrefrenables inundaciones, el separatismo abre capítulo en el mundo. Sobre todo en Europa donde viejas cicatrices molestan cuando cambia el tiempo o constipa el bolsillo de la gente.

La reincorporación de Crimea a Rusia, saca a relucir aspiraciones parecidas en Italia, España, Bélgica y Escocia. El tema Cataluña ha estado presente en el debate público (político y social) en los últimos años, sobre todo desde el 2013 y a partir de que Mariano Rajoy dijera que no permitiría el referéndum separatista de esa autonomía. No hay peor veneno que aquel que se prohíbe.
Escocia le plantea al Reino Unido tener independencia por razones económicas sobre todo, y algo parecido sucede en Venecia con respecto a Roma. Los escoceses se quejan de que aportan a Londres más de lo que reciben del Reino Unido y apuestan por vivir mejor con el petróleo del Mar del Norte y otras riquezas propias. Los grandes empresarios, temerosos de perder privilegios ahora garantizados, pudieran boicotear el referéndum previsto para efectuarse en septiembre. Se verá, qué sucede, pero existe.
La Región del Véneto, (Padua y Verona, entre otras importantes urbes con un total superior a los 5 millones de habitantes) alegan parecido: deben pagar muy elevados impuestos y entregarle al estado casi todas sus ganancias. La economía de esa región (que fue una república siglos atrás) se resiente con esos tributos e impiden dedicar en su provecho todo cuanto generan. El dinámico nuevo premier, MatteoRenzi, seguro urdirá algo para evitar este desmembramiento que pondría en mayores apuros a la muy comprometida economía italiana.
Pero debe ser muy convincente y certero, pues la idea de fragmentar la Península creando un país (La Padania) con el área continental y de mayor desarrollo, dejando huérfana a la zona sur, históricamente más atrasada, es un proyecto de larga data también.
Bélgica, y por razones de complejidad etno-lingüística, tiene previsto un proyecto de separación muy avanzado pero de imprecisa realización. Los promotores de dividir el país son, ante todo, los flamencos, quienes barajan posibilidades como sustentar un país con la zona de habla neerlandesa, independiente de los francófonos, pero teniendo como capital a la disputada Bruselas. El tema merece su propia misa.
Pendientes también quedan el destino final de Bosnia, todavía separada en dos ¿estados?, y también territorios sometidos por las grandes metrópolis que permanecen subordinados a ellas y como novedad, aparece la exigencia de reparación que le deben a muchos países que vieron frenado su desarrollo al ser colonizados por naciones europeas. Tal el caso y la reciente demanda de resarcimientos hecha por un grupo de naciones caribeñas.
Como ejemplo de heridas mal cerradas –y casos no cuestionados- permanecen también el Peñón de Gibraltar y Las Malvinas. En ambos hubo referéndum ordenados por sus majestades británicas o los correspondientes ejecutivos que en su nombre actúan. En el primer caso con periodicidad se enfrentan dos países que son miembros tanto de la Unión Europea como de la OTAN, sin concordar. En el segundo, también es posible ubicar, en sus diferencias y parecidos, a Puerto Rico.
Pero ninguno de los sumarios citados provoca comezón en Washington ni en el Viejo Continente, donde radica la mayor parte de los entuertos irresolutos. ¿Se debe aceptar el juicio de algunos politólogos cuando afirman que el objetivo planeado con respecto a Ucrania y en particular con Crimea, era desarmar en piezas a la Federación rusa?
Incluso suponiendo que el golpe de estado en Kíev fue aceptado porque les interesa un mercado ávido, recursos abundantes, especialistas con buena formación y otros etcéteras, y no debido a que quieren esa plaza para aumentar el cerco de la Alianza Atlántica contra Rusia, la comezón que le aqueja por el reintegro de Crimea a Moscú, hace sospechar que no eran solo económicos los propósitos.
El Kremlin ¿acaso podía renunciar a lo que les perteneció desde la etapa zarista, es sede de su importante flota y le permite salida al Mediterráneo, cuando aparece la emergencia de que haya tropas hostiles en la amplia frontera que comparte con Ucrania?
Vladimir Putin, al dar las razones legales y lógicas de aceptar el pedido crimeo de sumarse a la Federación, acotó, por demás, que aun cuando la Casa Blanca se atribuya poderes excepcionales y pretenda tener el arbitrio de la verdad absoluta, se equivoca:
“Hasta qué punto hay que perder el olfato político y el sentido de la medida para no prever todas las consecuencias de sus acciones”, dijo el jefe de estado aludiendo al irresponsable apoyo de Occidente a los “nacionalistas, neonazis, rusófobos y antisemitas” ucranianos que perpetraron la asonada aprovechando factores de descontento interno y cierta pasibilidad de los inconformes con los hechos desatados.
“Todo tiene sus límites, y en el caso de Ucrania nuestros socios occidentales se han pasado de la raya, se han comportado de manera grosera, irresponsable y poco profesional”.
Según recomienda el premier checo, en lo adelante las reacciones europeo-norteamericanas no deben ser histéricas. El calificativo es suyo, que conste, aunque me sumo a su criterio y advierto que a este drama le faltan varios segmentos todavía.






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