viernes,
20 de diciembre de 2013
Son preguntas que, como casi todas, tienen una respuesta sencilla o
extremadamente compleja dependiendo del enfoque desde el que se aborden. Cuando
hablamos de la intoxicación y manipulación informativas del franquismo no nos
referimos a un hecho cerrado, a algo del pasado; nos referimos a un proceso que
se mantiene activo y, en nuestros días, con especial virulencia. Es en este
contexto en el que procede enmarcar, en mi opinión, diversas campañas y
corrientes de opinión acerca de lo que "deben" hacer los súbditos de
nuestra vergonzante monarquía.
"Si no vale para nada, no votes". No se le puede negar que
tiene su lógica. En este régimen no se vota a quien ostente el poder sino a sus
intermediarios, ya que el poder fáctico real ni es democrático ni se preocupa
por parecerlo. Si soy antisistema, si no me gusta este perro, no me voy a
entretener en votar para elegirle un collar. Repito que tiene su lógica y que
puede ser el resultado de una elección responsable y coherente, pero ¿qué
escenario estaríamos diseñando? Sería renunciar a la mínima posibilidad de
expresión democrática que se nos concede graciosamente. Puede que votar, sólo
votar, en este régimen y con este sistema electoral no permita grandes cambios
pero, al menos, nos permite expresarnos. No creo que la opción pase por
renunciar a la expresión democrática por mínima y desvirtuada que se nos presente, a
no ser que busquemos un modelo de sociedad definitivamente resignada y dócil al
caudillo de turno.
"Vota a otros". Ésta es buena. "No me votes por mi
proyecto, no me votes por mi credibilidad, no me votes por mi ejemplo, vótame
porque ahora me toca a mí". Es una de las faltas de respeto menos sutiles
que podemos encontrar en nuestro desolador panorama político. Ni se plantea un
cambio del pastel, sólo pide aumentar su propio trozo del pastel porque los
otros ya han comido bastante. Expresa elocuentemente la condición de mercadeo
político que caracteriza a esta caricatura de democracia que algunas/os (cada
vez más) llamamos por su nombre, franquismo v2.0.
"Si votas a los pequeños, favoreces a los grandes". ¡Ole tus
gónadas, lumbrera! Entonces está clarísimo que para favorecer a los pequeños
hay que votar a los grandes. Sin comentarios.
Una variante del anterior, "si votas en blanco favoreces a los
grandes y perjudicas a los pequeños" (se comenta también que por cada voto
en blanco muere un adorable cachorrito). Suelo repetir la misma pregunta cuando
me encuentro con algún defensor de esta tesis, ¿qué simulador de Ley D´Hondt
has utilizado y qué variables has manejado para llegar a esa conclusión? La
respuesta suele ser ¿ein, lo cualo? Los simuladores de Ley D´Hondt son
fácilmente accesibles en Internet desde nuestro buscador favorito y nos
permiten ver de primera mano las consecuencias y repartos de diferentes
resultados electorales. Que un partido necesite un máximo de un 5% del voto
válido para obtener representación significa que por cada 20 votos en blanco se
le exige un voto más. Fijarse en la mínima repercusión que la expresión de una
opción política tiene sobre otra con la que no nos identificamos me parece
cuando menos un pelín retorcido. Llamadme raro, pero lo normal a mí me
parecería analizar quién vota qué y no analizar la repercusión de su voto sobre
la constante expansión del cosmos en busca de su máximo equilibrio.
"Vota útil para frenar a la derecha". Para empezar habría que
definir el concepto de utilidad, porque llevamos 35 años con la misma cantinela
para acabar siendo gobernados por los mismos. Los intermediarios pueden ser más
o menos "cool", más o menos "fashion", más o menos
"guays"; pero la que manda es la misma oligarquía casposa que lo
lleva haciendo casi 80 años (que ya está bien) en su propio beneficio.
Hay más, pero tampoco voy a abusar de vuestra paciencia (si seguís ahí,
claro). Si hay una opción fácil suele ser mi preferida. Mi opción fácil pasa
por reconocer la importancia de las matemáticas para el funcionamiento del
ordenador que tenemos delante, para diseñar edificios y poner satélites en
órbita; pero en esto de votar le concedo más relevancia a la ética y la responsabilidad
que a las matemáticas. Como republicano lo tengo claro, cuando voto no negocio
ni calculo, evalúo proyectos, credibilidades y ejemplos; hago uso de mi
condición de ciudadano responsablemente asumida y dejo los regateos para los
mercados árabes (todo un arte, por cierto).
¿Votar? Claro. La opción sería ni siquiera poder hacerlo.
¿Qué votar? Tan sencillo como lo que nos dicte la conciencia. Hay que
informarse, porque las campañas electorales bien entendidas duran toda la vida.
Una vez informadas/os, con una idea clara de lo que queremos, buscamos la
opción que más se parezca y que sea defendida por personas honestas y creíbles.
Se acabó, no hay más cálculos que hacer, no es tan difícil. Y, si no
encontramos la opción con la que identificarnos o las personas que la defienden
han demostrado no ser honestas y/o creíbles, pues votamos en blanco con la
mayor de las tranquilidades (lo del cachorrito no está demostrado).
"De golpe se acercan unas elecciones y no sabes a quién votar. Sé
lo que no quiero votar, pero lo que quiero votar no lo veo. Eso produce una
impotencia enorme y los políticos deberían darse por aludidos". Pedro
Almodóvar.
Sólo expresando claramente lo que en conciencia queremos o no votar
conseguiremos que los políticos se den por aludidos, se den cuenta de que ya no
nos creemos la pantomima que nos presentan como un sistema democrático.
Salud y República.
Javier
Sánchez-Mota.
Ciudadano y militante de Alternativa Republicana de Málaga.
Fuente:
http://lascosasdejsm.blogspot.com.es/2013/

No hay comentarios:
Publicar un comentario